Bueno en primer lugar me gustaría decirles que todo lo que se vaya a publicar en este blog son FanFics de crepúsculo, todos los personajes, espacios y demás cosas que aparezcan en cualquier libro de la saga son propiedad de Stephenie Meyer.
Los FanFics de crepúsculo no son de nuestra propiedad (Guadalupe Vulturi y Daniela Cullen) cada uno tiene su respectivo autor, y esta señalado en la descripción de cada FanFic. Tengan en cuenta que cualquiera de esos FanFics también se pueden encontrar en FanFiction.net u otro blog mientras tengan permiso de su autor.
Fuera de eso, no tengo nada más que decirles aparte de que disfruten su lectura.

¡En hora buena, Jasper!

Me encontraba desayunando tranquilamente, sentado a la mesa mientras veía una estúpida comedia sin sentido en el televisor. Mi tazón de cereal parecía poco apetecible ahora que me acordaba que debía comerlo.
Mi nombre es Edward Cullen. Soy un chico común y corriente de diecinueve años; cabello castaño cobrizo, ojos verdes, tez clara, altura promedio y cuerpo normal. Pero eso parece ser suficiente para la población femenina que me ha seguido desde secundaria.
-Hey, Edward.- me llamó mi hermano con su estridente voz. -¡Ya te has levantado!- ¿cuántas veces tendría que decirle a Emmett que parecía una colegiala cuando gritaba de ese modo?
-Son las diez, Emmett.- le respondí con el ceño fruncido y con menos apetito del que tenía hace un minuto. -¿Dónde está Jasper?- todo estaba en silencio, algo poco normal en el departamento.
Emmett Cullen es mi hermano, es dos años mayor que yo. Su cabello es castaño y tiene los ojos cafeces, es grande y musculoso, muy bromista y tiene un excelente sentido del humor, aunque la mayoría del tiempo es un idiota. Ambos compartimos apartamento con Jasper Hale, un chico rubio de ojos azules muy agradable. Es hermano de la chica que le gusta a Emmett: Rosalie Hale, su gemela.
Los tres nos conocimos en secundaria, y desde entonces vivimos juntos. Los padres de Jasper se la pasan viajando, y los míos y de Emmett, murieron en un accidente de tráfico hace cinco años. Desde entonces Emmett me cuida, aunque parece que la situación es al revés.
Vivimos en un pequeño apartamento en Arizona, pero, nos encanta nuestro estilo. Tenemos una habitación para cada quien y sabemos respetar el espacio de los otros, aunque a veces Emmett se olvida de eso y nos vemos envueltos en algún extraño lío.
Siempre me he considerado una persona responsable, e inteligente, no es por presumir. A comparación de mi hermano, yo soy la voz de la razón. Ya saben que así es la hermandad.
Jasper es realmente un gran compañero, ha salido por años con Alice Brandon, una de las mejores amigas de Rosalie. Incluso ha pensado en pedirle matrimonio algún día. Es un chico realmente honesto y está completamente enamorado de esa chica.
Nunca he asistido a las reuniones que dan las parejas de mis compañeros, siempre estoy ocupado en otra cosa, ya sean trabajos escolares o simple ocio. He visto a Rosalie y Alice en fotos, pero no conozco a su otra amiga, Bella; de la cual nunca dejan de hablar los muchachos...
-Aquí estoy.- murmuró Jasper mientras pasaba con un altero de ropa y lo arrojaba al sofá de la sala, para luego desaparecer de nuevo.
-¿Qué demonios hace?- me preguntó Emmett mientras se sentaba a la mesa con sus huevos revueltos enfrente. –Creo que le ha afectado la cerveza de anoche...- negué con la cabeza, Jasper ni había bebido...
-Es algo más...- no terminé de habar cuando Jasper volvió a entrar con una maleta tras él. -¿A dónde vas?- le pregunté receloso, ¿por qué no nos había dicho que se marchaba a...? ¡A dónde sea que se marche!
-Chicos...- nos abrazó por los hombros a ambos y una pequeña sonrisa se extendió por sus labios. -...nos vamos a Las Vegas...- abrí la boca impresionado y Emmett comenzó a chiflar.
-¡Vas a pedirle matrimonio!- gritó mi hermano mientras aplaudía y reía.
Jasper se dejó caer en una de las sillas y suspiró.
-Si, es el momento.- sus ojos brillaron por la excitación.
Tomó el teléfono y marcó el número de su hermana, avisándole del cambio de planes para todos. Rosalie gritó por la línea, para luego darle la noticia de la "invitación" a Alice, luego chillaron las dos juntas. La llamada terminó pronto, por lo que empezamos a empacar lo necesario para quedarnos algunas semanas en el "Brandon Palace", el hotel de la familia de Alice.
-Oh, Eddie, este es el día mas feliz de mi vida...- cantó Emmett cerca de mí.
-Creo que es el de Jazz.- me miró con el ceño fruncido y cruzó los brazos frente a su musculoso pecho. -¿Por qué es este día genial, Emmett?- le pregunté con fingido interés.
-Veré a Rosalie de nuevo, y estaremos juntos mucho tiempo.- ¡vaya! Hasta parece que es él quien se va a casar. –Y tu conocerás a las chicas hoy...-dijo picándome. –Estoy segura que Bella y tu se llevarán muy bien.- me guiñó un ojo, parece que se trae algo entre manos.
-¿Qué intentas hacer?- le pregunté enarcando una ceja. -¿Crees que necesito una novia?- volví a intentar que me revelara sus planes, pero no funcionó.
-Solo quiero que te lleves bien con las amigas de mi novia.- dijo de modo inocente, pero el brillo en su mirar no significaba nada bueno.
Emmett intenta esconder las cosas, pero con un simple vistazo a sus ojos castaños te das cuenta de si miente o dice la verdad. También es algo predecible, aunque siempre fingimos que nos toma por sorpresa para alegrarle el día. Jasper y yo somos más tranquilos y reservados, no andamos por ahí haciendo el tonto, por lo que no nos vemos atorados en los problemas como mi hermano.
A veces me pregunto si no seré en verdad familiar de Jasper, después de todo, Emmett y yo no tenemos nada en común.
As de Corazones- As de Corazones- As de Corazones- As de Corazones- As de Corazones
El camino fue entretenido. Emmett se puso a cantar cada una de las canciones que pusimos, intentando imitar la voz de las cantantes y haciendo algunas bromas. Jasper iba en el asiento trasero, sonriendo y sin dejar de mirar la sortija de compromiso; y yo, bueno yo iba en el asiento del copiloto intentando leer un libro.
Emmett rebasó los límites de velocidad dos veces, por lo que obtuvimos como premio dos infracciones de tránsito. Pero, si yo no hubiera perdido ese juego de piedra, papel o tijera, podría ir conduciendo mi volvo plateado...el que Emmett acaba de hacer frenar de golpe.
-¡Emmett, mi coche!- le grité cuando, en medio de un chillido, el volvo se detuvo. -¿Qué demonios...?- no pude terminar.
-¡Maldición!- gritó Emmett mientras bajaba del auto y azotaba la puerta. -¡No va a arrancar de nuevo!- gritó desde el frente.
-¡Vamos a llegar tarde!- Jasper era un manojo de nervios, caminaba de un lado a otro y luego me miraba, como si yo tuviera la culpa de todo. –Oh, no es verdad.- se dejó caer en el asiento trasero mientras maldecía su suerte.
-No exageres, amigo.- le dijo Emmett, pero yo estaba por estrangularlo. ¡Mi coche no iba a arrancar por su culpa! ¡Mi volvo plateado! –Talvez podamos pedir que nos lleven...- como por arte de magia un convertible azul marino se detuvo detrás de nuestro coche.
Tres chicas se bajaron de él.
-Hola, chicos.- murmuró una de ellas con su voz chillona. –Mi nombres es Tanya, y ellas son mis amigas Lauren y Jessica.- señaló a las otras dos, quienes intentaron sonreír de forma seductora.
Las tres iban vestidas con minifaldas, demasiado pequeñas y blusas muy ajustadas. Calzaban tacones muy delgados y sus maquillajes eran demasiado exagerados. Las tres se giraron a verme.
-Hola, chicas.- respondió mi hermano, divertido. –Yo soy Emmett, él es mi hermano Edward y él nuestro amigo Jasper.- hicimos un pequeño gesto con la mano y luego desviamos la mirada de ellas.
-¿Ha dónde se dirigen?- preguntó Lauren.
-A Las Vegas, mi amigo va a pedirle matrimonio a su novia.- Jasper se incorporó de un salto, mirando con enfado a Emmett. Yo solo negué con la cabeza mientras ponía una mano sobre su hombro.
-Nosotras vamos a Las Vegas.- rió Jessica. –Podemos llevarlos...- su mirada fue a parar en mí.
-Claro.- Emmett nos arrastró al coche azul y empujó a Jasper hasta sentarlo.
-Adelántense.- dije dando media vuelta. –Intentaré arreglar el auto.- Emmett se encogió de hombros y se subió al convertible. Las chicas me miraron molestas, pero no hicieron comentario. -¡Genial!- mascullé cuando se fueron. -¿Ahora que hago?- estaba parado en la carretera, con mi precioso auto sin arrancar, y sin herramientas para trabajar.
A sí, sin ayuda. Mi hermano me había abandonado. A Jasper lo perdono porque lo llevaron contra su voluntad, pero Emmett...
Me senté sobre la cajuela, intentando tranquilizarme.
Y así pasó una hora...
Y luego fueron dos...
En medio de aquel calvario de furia solo pude mascullar entre dientes:
-¡En hora buena, Jasper!-

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