Bella POV
Mi mente y mi corazón se habían destrozado en miles de pedazos cuando volvimos del funeral donde habíamos dado nuestro adiós a Allie. Habían pasados días sin que hablara, sin encontrar las fuerzas y mi voz para hacerlo. Edward había permanecido a mi lado en todo momento, sosteniéndome seguramente entre sus brazos. En silencio, observaba sus ojos trasformarse en un profundo negro. Se negó a dejarme, pero estaba agradecida en las mañanas cuando veía sus dorados ojos.
La casa se había caído a pedazos a mí alrededor, todos sus habitantes estaban tan aplastados como yo. Vi la furia de Rosalie y sentí dolor cuando salio corriendo por la puerta con Emmett corriendo tras de ella, rogándole desesperadamente que se quedara. Jasper se había ido, pero Alice se había quedado. Sabía que se quedaba por mí, pero no tenia voluntad de pedirle que se fuera. Nada quería salir.
Nadie hablaba. La casa permaneció en silencio por una dolorosa semana.
Y entonces, encontré mi voz.
Volví a hablar, mas que nada con Edward. Solía escucharme, sus ojos brillaban emocionadamente al volverme oír hablar. Cada momento no estaba lleno de dolor, solo teñido con el. Extrañaba desesperadamente a Allie, pero la casa se caía a mí alrededor, rogándome que fuera fuerte. Todos se destruían a su mismos desde dentro hacia fuera. No podía dejar morirles por dentro.
No podía dejar que esto destruyera todo lo que amaba. No podía dejar que esto lastimara a Edward.
Y entonces, fue con esos pensamientos que comencé a sanar. Al principio fue lento, obviamente. Luché contra la memoria de Allie en un intento de seguir adelante. No fue si no hasta dos semanas después que me di cuenta que debía abrazarme a su recuerdo y seguir adelante. Allie siempre me quiso ver feliz. No podía decepcionarla ahora. No cuando había encontrado una forma de ser feliz.
Allie fue mi ángel. Había aparecido para hacerme soportar las horas mas duras de mi vida. Había aparecido para darle luz a aquellos cuatro años. Cuando mi vida, Edward, había vuelto a mi, Allie se fue de este mundo. Mi ángel había vuelto al cielo.
Estaría mal hacer de su visita a la tierra un desperdicio. Seria una lastima ser salvada por su amor solo para ser quebrada con su regreso al cielo. Me había salvado de destinos más tremendos que la muerte, me había salvado de mi misma. Tenia que seguir adelante en su memoria. Tenía que sonreír por ella, respirar por ella, amar por ella…por que ella así lo hubiese querido.
Finalmente, luego de tres semanas, decidí que quería ser transformada. Quería separarme de la vida que había conocido. No quería recordar ni a Mike ni al dolor que me había causado. Quería una nueva vida y llevarme solo los recuerdos que quería. Allie y Edward. Quería tenerlos en mi corazón y cambiar. Quería empezar una nueva vida con Edward.
Y el había accedido. Finalmente hacia accedido.
Llevé el cepillo a mi cabello húmedo, tratando de alisar el desorden que se había formado en mi sueño. Iba a visitar a la gente de la cual quería despedirme. Iba a despedirme de Charlie y de Renee…y luego iría a Edward.
Iría a mi nueva vida.
-¿Estas segura de querer ir tan temprano?- Preguntó Edward, mirándome desde la cama. Deshice el último nudo de mi cabello y dejé el cepillo antes de volverme hacia él.
-Quiero que me transformes esta noche, antes de que cambies de idea.- Admití.
El suspiró, dejando caer su cabeza, -Bella, no voy a cambiar de idea. Puedes tomarte el tiempo que quieras para despedirte-
-No,- Le corté. No podía esconder el dolor en mis ojos, -Ya tuve demasiadas despedidas para toda una vida, Edward. No quiero prolongar esto. Estoy lista para dejar la vida atrás. No quiero seguir despidiéndome.
Antes de que pudiera terminar mis palabras estaba en su gélido abrazo. Me sostenía cerca de él, una de sus manos sobre mi cabeza. Temblé entre sus brazos pero no por el frío de su cuerpo. El dolor se las ingeniaba para envolverme, aun ahora.
-Mejorara,- Susurró, sabiendo mis pensamientos sin leerlos. -No va a suceder simplemente. Va a tomar algún tiempo, pero mejorara.
Sabía que tenía razón, pero eso no me facilitaba lidiar con el dolor. Solo esperaba, con todo el tiempo que iba a ganar, que pudiera sanar.
-Lo se,- Susurré, mas para el que para mi. Sabia que el estaba preocupado.
-Bueno, será mejor que nos apuremos o llegaras tarde,- Murmuró contra mi cabello, acercándome a el. Asentí suavemente negándome en redondo a abandonar sus brazos.
-¡Terminemos con esto de una vez!- Traté de sonar feliz. Traté de verme feliz. Por el dolor en sus ojos pude ver que no hice ninguna de ellas.
Descendimos las escaleras, encontrándonos con Rosalie al final de ellas. Sus ojos eran suaves, su expresión indiferente, -Bella.
-Es bueno verte de vuelta, Rosalie,- Sonreí. Realmente. Había visto un lado totalmente diferente de ella cuando estaba con Allie.
Mis ojos se agrandaron ante la sorpresa cuando me abrazo. Me quede allí, mi boca entreabierta y mis brazos colgando a los costados de mi cuerpo. Alcé mi mano y palmeé suavemente su espalda. -Lamento no haber sido lo suficientemente fuerte,- Dijo mientras se apartó. Sus ojos estaban cargados de vergüenza, -Lamento no haber estado por ti. Es que no podía…
-Rosalie, está bien,- Le aseguré, -Lo entiendo.
Y lo hacia. Había sufrido la perdida de Allie. Sabía que ella también lo había sufrido. Todos lidian con sus emociones como mejor pueden. Algunos en silencio, otros lloran, otros gritan, otros se van…
-Me alegro,- Rosalie comenzó, suavizando su tono de voz, -de tenerte como hermana, Bella.
En medio del dolor que reinaba en mi cuerpo, mi corazón se alegraba con sus palabras. Después de todo lo que había sucedido, finalmente me sentía como si conociera a Rosalie. Finalmente me sentía aceptada y querida por ella. Mis ojos se llenaron de lágrimas y asentí en respuesta, las palabras se habían quedado atoradas en mi garganta.
Rosalie me sonrió mientras Edward me llevaba afuera, hacia su auto.
Tenía su Volvo aparcado en la puerta, el motor ya estaba caliente y lanzando aire caliente a su interior. Me sentí agradecida por la abrasadora atmósfera luego de haber pasado unos instantes en gélido aire. Temblé dentro del auto, calentándome, mientras salía de la calzada y avanzaba a velocidad hacia la estación de policía.
Sabia que Charlie estaría en el trabajo a estas horas, pero realmente no quería volver a la casa en la que alguna vez viví. No podría soportar ver esa cocina, ese living, mi habitación. Donde todo había sido feliz alguna vez, donde no había sido tocado por Mike y todo el dolor que había traído a mi vida. Era mucho más fácil ir a la estación de policía y hablar con Charlie. A el lugar donde el dolor finalmente había tenido su final.
Su caso estaba cerrado, luego de solo dos semanas de insatisfactorias búsquedas. Sabía que no había ganas de buscar al asesino de Mike. Después de haber matado a Allie, la verdad sobre su verdadera naturaleza se había propagado como el fuego. Nadie quería ayudar en su funeral. Nadie, salvo sus padres, se acerco a despedirse de el. Nadie quería hacerlo. A nadie le importaba.
-¿Bella?- La suave voz de Edward me sacó de mis pensamientos. Alcé mi vista para ver que habíamos llegado. ¿Cómo era posible, que aun ahora, su velocidad me sorprendiera?
La puerta se abrió y me volteé para ver a Edward, sosteniendo su mano hacia mí. La tomé agradecida, saliendo a la gélida atmósfera. Camine hacia la estación, mirando a mí alrededor, tratando de divisar a Charlie. Seguramente estaría atrás y nadie estaba atendiendo en el escritorio. Me estire para tocar el timbre para que me atendieran.
-¿Bella?- Mi cabeza se alzó de golpe. Conocía esa voz. Una de las voces que habían aplastado mi mundo hacia solo tres semanas atrás. Me gire lentamente, moviendo mis ojos para ver a Jessica.
Estaba más flaca que la última vez que la había visto. Estaba de pie, sus manos cerradas en las frías barras de metal mientras me miraba. Su rostro se veía torturado, tenia círculos negros debajo de sus ojos y sus facciones delineadas por el dolor.
-¿Jessica?- Susurré. Me adelanté un paso, aun moviéndome lentamente, -¿que haces aquí?-
-Deberías saberlo,- Su voz era dura. -Le dijiste a Charlie que yo sabia que Mike te golpeaba. Revocó mi licencia y me han sentenciado a tres años en prisión. He perdido mi trabajo. He perdió mi vida…por ti.
-Y yo perdí a mi hija por ti.- Susurré, mi voz sonaba fría. Una capa de sarcasmo cubrió mis siguientes palabras, -¿Eso nos hace quedar a mano?
-No sabia que Mike te pegaba,- Murmuró Jessica. Sus ojos me decían lo contrario.
-Deberías haberlo sabido,- Edward habló detrás de mi, -Después de todo, él te lo dijo. Cuando dormías con él ¿Verdad?
-¿Como es que...- Sus ojos se agrandaron.
-Siempre has sido fácil de leer,- La voz de Edward era oscura. Yo sabia exactamente de lo que hablaba, Jessica, por fortuna, no lo sabia.
-No quiero estar aquí,- Jessica bajó sus ojos al suelo.
-Y Bella no quería perder a Allie,- Respondió Edward.
Miré a la chica que una vez, hacia ya mucho tiempo, se llamaba mi amiga y no sentía lastima. Era por su egoísmo que Allie había sido apartada de este mundo. No se merecía su trabajo, ni se merecía estar en la sociedad, arruinando otras vidas.
-Lo siento,- Susurró Jessica.
-En tres años,- Hablé, suavizando mis palabras ahora, -Cuando estés libre…quizás te crea.
Me alejé de ella, dejando ir esa parte de mi vida. Toqué el timbre y unos instantes después, Charlie entraba a la sala.
-¡Bells!- Caminó hacia mi, acomodándome entre sus brazos. Se apartó para mirarme, su rostro delineado con preocupación, -¿Cómo estas?
-Mejor,- Le aseguré.
-¿Que puedo hacer por ti?- Sus ojos se volvieron hacia Edward por unos instantes antes de volver a mí.
-Vine a despedirme,- Mi voz no sonaba quebrada. Esto se sentía bien. Esto estaba bien.
-Mi familia se muda,- Explicó Edward. -Le hemos preguntado a Bella si quería venir, y ella aceptó.
-No quería irme sin despedirme,- Le sonreí tristemente. Los ojos de Charlie se humedecieron y se los seco rápidamente, avergonzado.
-Bueno, eres una chica grande,- Su voz sonaba ronca, -Estarás bien, Bella.
Charlie me soltó y me palmeó en la espalda. -Gracias, papá.
No había más palabras por intercambiar. No podía decir nada que pudiera hacer más fácil para él las cosas que había sucedido. No le culpaba por lo de Allie. No podía culparle por lo de Allie. Nunca había tenido la intención de que resultara lastimada. Había hecho todo lo que pudo, pensando que era para protegerla.
-Te quiero, Bells,- Su vos sostenía las lágrimas que trataba de evitar.
-Yo también te quiero, papa,- Susurré por última vez antes de darme vuelta y caminar hacia la puerta. Edward me seguía los pasos, en silencio.
-¿Me prestas tu teléfono?- Pregunté antes de que los dos nos encontráramos en la seguridad de su auto.
-¿Bella, ahora?- Preguntó incrédulamente.
-Quiero llamarla y terminar con esto.- Susurré, -Además, no es que no pueda volver a llamarle luego de esto. Quiero que sea rápido. Quiero que me trasformes, Edward.
El suspiró, pero me entrego el teléfono sin dar vueltas.
Marqué el número, -¿Mamá?
-¡Bella!- La voz de mi madre sonaba sorprendía al principio, pero luego se lleno de preocupación, -¿Cómo estas?
-Estoy bien, mama,- No quería hablar del dolor en mi corazón, -Mama, necesito decirte algo.
-¿Que es, cariño?
-Te quiero,- Susurré. No podía despedirme de mi madre. Sabía que volvería a llamarla. Podía continuar hablando con ella como siempre lo había hecho.
-Oh, Bella, cariño,- Pude sentir el alivio en su voz, -Yo también te quiero.
-Te hablare luego, mama.
-¿Solo por eso llamaste?- Su voz sonaba sorprendida.
Sonreí. -Si.
-Oh,- Aun sorprendida, -Bien, cariño. Te quiero. Mejórate.
-Yo también te quiero, lo intentaré.- Corté la línea, cerrando el teléfono. Lo dejé en la mano de Edward.
-¿No querías decirle que te ibas?- Preguntó, guardando el teléfono en su bolsillo.
-No tiene sentido,- Mi mirada se volvió hacia el. Edward me miraba, como siempre, -Puedo volver a llamarla en tres días si quiero. Solo quería hablar con ella una vez mas antes de…
Edward tomó mi mano, apretándola gentilmente, -No tenemos que hacerlo.
-Yo quiero esto,- Le aseguré. A estas alturas estábamos llegando a su casa.
-¿Cuándo?- Su voz estaba forzada. Edward bajó la velocidad, prolongando la espera.
-Ahora,- Mi ceño se frunció, -Ni bien lleguemos a la casa. ¿Estas manejando lento a propósito?
-Si,- Suspiró, aumentando la velocidad. Nos detuvimos frente a la casa y unos momentos después Edward me abría la puerta.
Me enterré en su abrazo mientras Edward me alzaba en sus brazos, cargándome escaleras arriba hacia su habitación. Me acomodó en la cama y procedió a arreglar las sabanas y las almohadas. -¿Estas cómoda?
-¿Por qué las almohadas van a mitigar el dolor?- Sonreí, tratando de bromear.
No funcionó. El se sobresaltó ante mis palabras, mirándome preocupadamente, -Edward,- Continué rápidamente, -Estoy bien. Estoy cómoda.
-¿Estas segura?
-Estoy segura.- Respiré.
Miré alrededor de la habitación, observando mis alrededores por última vez con mis ojos humanos. Me di cuenta de que el resto de los integrantes de la familia Cullen estaban parados en la puerta, cuidándome. Les sonreí agradecidamente.
-Están aquí para...- Edward se pausó.
-Confió en ti,- Susurre. Estaban aquí para asegurarse de que no iba a matarme. Alice me sonrió confiadamente.
Todo iría bien.
Edward se agachó sobre la cama, inclinándose sobre mí. Mire a sus ojos. Eran de un suave y liquido topacio. Sentí la ansiedad recorrerme. Su aliento era intoxicantemente exquisito mientras tocaba mis labios con los suyos. Se aparto, lentamente, -¿Estas segura?-
Sonreír suavemente, -Estoy segura.
Lo estaba.
El bajó sus labios hasta mi cuello.
Y la vida volvió a comenzar.
Mi mente y mi corazón se habían destrozado en miles de pedazos cuando volvimos del funeral donde habíamos dado nuestro adiós a Allie. Habían pasados días sin que hablara, sin encontrar las fuerzas y mi voz para hacerlo. Edward había permanecido a mi lado en todo momento, sosteniéndome seguramente entre sus brazos. En silencio, observaba sus ojos trasformarse en un profundo negro. Se negó a dejarme, pero estaba agradecida en las mañanas cuando veía sus dorados ojos.
La casa se había caído a pedazos a mí alrededor, todos sus habitantes estaban tan aplastados como yo. Vi la furia de Rosalie y sentí dolor cuando salio corriendo por la puerta con Emmett corriendo tras de ella, rogándole desesperadamente que se quedara. Jasper se había ido, pero Alice se había quedado. Sabía que se quedaba por mí, pero no tenia voluntad de pedirle que se fuera. Nada quería salir.
Nadie hablaba. La casa permaneció en silencio por una dolorosa semana.
Y entonces, encontré mi voz.
Volví a hablar, mas que nada con Edward. Solía escucharme, sus ojos brillaban emocionadamente al volverme oír hablar. Cada momento no estaba lleno de dolor, solo teñido con el. Extrañaba desesperadamente a Allie, pero la casa se caía a mí alrededor, rogándome que fuera fuerte. Todos se destruían a su mismos desde dentro hacia fuera. No podía dejar morirles por dentro.
No podía dejar que esto destruyera todo lo que amaba. No podía dejar que esto lastimara a Edward.
Y entonces, fue con esos pensamientos que comencé a sanar. Al principio fue lento, obviamente. Luché contra la memoria de Allie en un intento de seguir adelante. No fue si no hasta dos semanas después que me di cuenta que debía abrazarme a su recuerdo y seguir adelante. Allie siempre me quiso ver feliz. No podía decepcionarla ahora. No cuando había encontrado una forma de ser feliz.
Allie fue mi ángel. Había aparecido para hacerme soportar las horas mas duras de mi vida. Había aparecido para darle luz a aquellos cuatro años. Cuando mi vida, Edward, había vuelto a mi, Allie se fue de este mundo. Mi ángel había vuelto al cielo.
Estaría mal hacer de su visita a la tierra un desperdicio. Seria una lastima ser salvada por su amor solo para ser quebrada con su regreso al cielo. Me había salvado de destinos más tremendos que la muerte, me había salvado de mi misma. Tenia que seguir adelante en su memoria. Tenía que sonreír por ella, respirar por ella, amar por ella…por que ella así lo hubiese querido.
Finalmente, luego de tres semanas, decidí que quería ser transformada. Quería separarme de la vida que había conocido. No quería recordar ni a Mike ni al dolor que me había causado. Quería una nueva vida y llevarme solo los recuerdos que quería. Allie y Edward. Quería tenerlos en mi corazón y cambiar. Quería empezar una nueva vida con Edward.
Y el había accedido. Finalmente hacia accedido.
Llevé el cepillo a mi cabello húmedo, tratando de alisar el desorden que se había formado en mi sueño. Iba a visitar a la gente de la cual quería despedirme. Iba a despedirme de Charlie y de Renee…y luego iría a Edward.
Iría a mi nueva vida.
-¿Estas segura de querer ir tan temprano?- Preguntó Edward, mirándome desde la cama. Deshice el último nudo de mi cabello y dejé el cepillo antes de volverme hacia él.
-Quiero que me transformes esta noche, antes de que cambies de idea.- Admití.
El suspiró, dejando caer su cabeza, -Bella, no voy a cambiar de idea. Puedes tomarte el tiempo que quieras para despedirte-
-No,- Le corté. No podía esconder el dolor en mis ojos, -Ya tuve demasiadas despedidas para toda una vida, Edward. No quiero prolongar esto. Estoy lista para dejar la vida atrás. No quiero seguir despidiéndome.
Antes de que pudiera terminar mis palabras estaba en su gélido abrazo. Me sostenía cerca de él, una de sus manos sobre mi cabeza. Temblé entre sus brazos pero no por el frío de su cuerpo. El dolor se las ingeniaba para envolverme, aun ahora.
-Mejorara,- Susurró, sabiendo mis pensamientos sin leerlos. -No va a suceder simplemente. Va a tomar algún tiempo, pero mejorara.
Sabía que tenía razón, pero eso no me facilitaba lidiar con el dolor. Solo esperaba, con todo el tiempo que iba a ganar, que pudiera sanar.
-Lo se,- Susurré, mas para el que para mi. Sabia que el estaba preocupado.
-Bueno, será mejor que nos apuremos o llegaras tarde,- Murmuró contra mi cabello, acercándome a el. Asentí suavemente negándome en redondo a abandonar sus brazos.
-¡Terminemos con esto de una vez!- Traté de sonar feliz. Traté de verme feliz. Por el dolor en sus ojos pude ver que no hice ninguna de ellas.
Descendimos las escaleras, encontrándonos con Rosalie al final de ellas. Sus ojos eran suaves, su expresión indiferente, -Bella.
-Es bueno verte de vuelta, Rosalie,- Sonreí. Realmente. Había visto un lado totalmente diferente de ella cuando estaba con Allie.
Mis ojos se agrandaron ante la sorpresa cuando me abrazo. Me quede allí, mi boca entreabierta y mis brazos colgando a los costados de mi cuerpo. Alcé mi mano y palmeé suavemente su espalda. -Lamento no haber sido lo suficientemente fuerte,- Dijo mientras se apartó. Sus ojos estaban cargados de vergüenza, -Lamento no haber estado por ti. Es que no podía…
-Rosalie, está bien,- Le aseguré, -Lo entiendo.
Y lo hacia. Había sufrido la perdida de Allie. Sabía que ella también lo había sufrido. Todos lidian con sus emociones como mejor pueden. Algunos en silencio, otros lloran, otros gritan, otros se van…
-Me alegro,- Rosalie comenzó, suavizando su tono de voz, -de tenerte como hermana, Bella.
En medio del dolor que reinaba en mi cuerpo, mi corazón se alegraba con sus palabras. Después de todo lo que había sucedido, finalmente me sentía como si conociera a Rosalie. Finalmente me sentía aceptada y querida por ella. Mis ojos se llenaron de lágrimas y asentí en respuesta, las palabras se habían quedado atoradas en mi garganta.
Rosalie me sonrió mientras Edward me llevaba afuera, hacia su auto.
Tenía su Volvo aparcado en la puerta, el motor ya estaba caliente y lanzando aire caliente a su interior. Me sentí agradecida por la abrasadora atmósfera luego de haber pasado unos instantes en gélido aire. Temblé dentro del auto, calentándome, mientras salía de la calzada y avanzaba a velocidad hacia la estación de policía.
Sabia que Charlie estaría en el trabajo a estas horas, pero realmente no quería volver a la casa en la que alguna vez viví. No podría soportar ver esa cocina, ese living, mi habitación. Donde todo había sido feliz alguna vez, donde no había sido tocado por Mike y todo el dolor que había traído a mi vida. Era mucho más fácil ir a la estación de policía y hablar con Charlie. A el lugar donde el dolor finalmente había tenido su final.
Su caso estaba cerrado, luego de solo dos semanas de insatisfactorias búsquedas. Sabía que no había ganas de buscar al asesino de Mike. Después de haber matado a Allie, la verdad sobre su verdadera naturaleza se había propagado como el fuego. Nadie quería ayudar en su funeral. Nadie, salvo sus padres, se acerco a despedirse de el. Nadie quería hacerlo. A nadie le importaba.
-¿Bella?- La suave voz de Edward me sacó de mis pensamientos. Alcé mi vista para ver que habíamos llegado. ¿Cómo era posible, que aun ahora, su velocidad me sorprendiera?
La puerta se abrió y me volteé para ver a Edward, sosteniendo su mano hacia mí. La tomé agradecida, saliendo a la gélida atmósfera. Camine hacia la estación, mirando a mí alrededor, tratando de divisar a Charlie. Seguramente estaría atrás y nadie estaba atendiendo en el escritorio. Me estire para tocar el timbre para que me atendieran.
-¿Bella?- Mi cabeza se alzó de golpe. Conocía esa voz. Una de las voces que habían aplastado mi mundo hacia solo tres semanas atrás. Me gire lentamente, moviendo mis ojos para ver a Jessica.
Estaba más flaca que la última vez que la había visto. Estaba de pie, sus manos cerradas en las frías barras de metal mientras me miraba. Su rostro se veía torturado, tenia círculos negros debajo de sus ojos y sus facciones delineadas por el dolor.
-¿Jessica?- Susurré. Me adelanté un paso, aun moviéndome lentamente, -¿que haces aquí?-
-Deberías saberlo,- Su voz era dura. -Le dijiste a Charlie que yo sabia que Mike te golpeaba. Revocó mi licencia y me han sentenciado a tres años en prisión. He perdido mi trabajo. He perdió mi vida…por ti.
-Y yo perdí a mi hija por ti.- Susurré, mi voz sonaba fría. Una capa de sarcasmo cubrió mis siguientes palabras, -¿Eso nos hace quedar a mano?
-No sabia que Mike te pegaba,- Murmuró Jessica. Sus ojos me decían lo contrario.
-Deberías haberlo sabido,- Edward habló detrás de mi, -Después de todo, él te lo dijo. Cuando dormías con él ¿Verdad?
-¿Como es que...- Sus ojos se agrandaron.
-Siempre has sido fácil de leer,- La voz de Edward era oscura. Yo sabia exactamente de lo que hablaba, Jessica, por fortuna, no lo sabia.
-No quiero estar aquí,- Jessica bajó sus ojos al suelo.
-Y Bella no quería perder a Allie,- Respondió Edward.
Miré a la chica que una vez, hacia ya mucho tiempo, se llamaba mi amiga y no sentía lastima. Era por su egoísmo que Allie había sido apartada de este mundo. No se merecía su trabajo, ni se merecía estar en la sociedad, arruinando otras vidas.
-Lo siento,- Susurró Jessica.
-En tres años,- Hablé, suavizando mis palabras ahora, -Cuando estés libre…quizás te crea.
Me alejé de ella, dejando ir esa parte de mi vida. Toqué el timbre y unos instantes después, Charlie entraba a la sala.
-¡Bells!- Caminó hacia mi, acomodándome entre sus brazos. Se apartó para mirarme, su rostro delineado con preocupación, -¿Cómo estas?
-Mejor,- Le aseguré.
-¿Que puedo hacer por ti?- Sus ojos se volvieron hacia Edward por unos instantes antes de volver a mí.
-Vine a despedirme,- Mi voz no sonaba quebrada. Esto se sentía bien. Esto estaba bien.
-Mi familia se muda,- Explicó Edward. -Le hemos preguntado a Bella si quería venir, y ella aceptó.
-No quería irme sin despedirme,- Le sonreí tristemente. Los ojos de Charlie se humedecieron y se los seco rápidamente, avergonzado.
-Bueno, eres una chica grande,- Su voz sonaba ronca, -Estarás bien, Bella.
Charlie me soltó y me palmeó en la espalda. -Gracias, papá.
No había más palabras por intercambiar. No podía decir nada que pudiera hacer más fácil para él las cosas que había sucedido. No le culpaba por lo de Allie. No podía culparle por lo de Allie. Nunca había tenido la intención de que resultara lastimada. Había hecho todo lo que pudo, pensando que era para protegerla.
-Te quiero, Bells,- Su vos sostenía las lágrimas que trataba de evitar.
-Yo también te quiero, papa,- Susurré por última vez antes de darme vuelta y caminar hacia la puerta. Edward me seguía los pasos, en silencio.
-¿Me prestas tu teléfono?- Pregunté antes de que los dos nos encontráramos en la seguridad de su auto.
-¿Bella, ahora?- Preguntó incrédulamente.
-Quiero llamarla y terminar con esto.- Susurré, -Además, no es que no pueda volver a llamarle luego de esto. Quiero que sea rápido. Quiero que me trasformes, Edward.
El suspiró, pero me entrego el teléfono sin dar vueltas.
Marqué el número, -¿Mamá?
-¡Bella!- La voz de mi madre sonaba sorprendía al principio, pero luego se lleno de preocupación, -¿Cómo estas?
-Estoy bien, mama,- No quería hablar del dolor en mi corazón, -Mama, necesito decirte algo.
-¿Que es, cariño?
-Te quiero,- Susurré. No podía despedirme de mi madre. Sabía que volvería a llamarla. Podía continuar hablando con ella como siempre lo había hecho.
-Oh, Bella, cariño,- Pude sentir el alivio en su voz, -Yo también te quiero.
-Te hablare luego, mama.
-¿Solo por eso llamaste?- Su voz sonaba sorprendida.
Sonreí. -Si.
-Oh,- Aun sorprendida, -Bien, cariño. Te quiero. Mejórate.
-Yo también te quiero, lo intentaré.- Corté la línea, cerrando el teléfono. Lo dejé en la mano de Edward.
-¿No querías decirle que te ibas?- Preguntó, guardando el teléfono en su bolsillo.
-No tiene sentido,- Mi mirada se volvió hacia el. Edward me miraba, como siempre, -Puedo volver a llamarla en tres días si quiero. Solo quería hablar con ella una vez mas antes de…
Edward tomó mi mano, apretándola gentilmente, -No tenemos que hacerlo.
-Yo quiero esto,- Le aseguré. A estas alturas estábamos llegando a su casa.
-¿Cuándo?- Su voz estaba forzada. Edward bajó la velocidad, prolongando la espera.
-Ahora,- Mi ceño se frunció, -Ni bien lleguemos a la casa. ¿Estas manejando lento a propósito?
-Si,- Suspiró, aumentando la velocidad. Nos detuvimos frente a la casa y unos momentos después Edward me abría la puerta.
Me enterré en su abrazo mientras Edward me alzaba en sus brazos, cargándome escaleras arriba hacia su habitación. Me acomodó en la cama y procedió a arreglar las sabanas y las almohadas. -¿Estas cómoda?
-¿Por qué las almohadas van a mitigar el dolor?- Sonreí, tratando de bromear.
No funcionó. El se sobresaltó ante mis palabras, mirándome preocupadamente, -Edward,- Continué rápidamente, -Estoy bien. Estoy cómoda.
-¿Estas segura?
-Estoy segura.- Respiré.
Miré alrededor de la habitación, observando mis alrededores por última vez con mis ojos humanos. Me di cuenta de que el resto de los integrantes de la familia Cullen estaban parados en la puerta, cuidándome. Les sonreí agradecidamente.
-Están aquí para...- Edward se pausó.
-Confió en ti,- Susurre. Estaban aquí para asegurarse de que no iba a matarme. Alice me sonrió confiadamente.
Todo iría bien.
Edward se agachó sobre la cama, inclinándose sobre mí. Mire a sus ojos. Eran de un suave y liquido topacio. Sentí la ansiedad recorrerme. Su aliento era intoxicantemente exquisito mientras tocaba mis labios con los suyos. Se aparto, lentamente, -¿Estas segura?-
Sonreír suavemente, -Estoy segura.
Lo estaba.
El bajó sus labios hasta mi cuello.
Y la vida volvió a comenzar.
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