Bueno en primer lugar me gustaría decirles que todo lo que se vaya a publicar en este blog son FanFics de crepúsculo, todos los personajes, espacios y demás cosas que aparezcan en cualquier libro de la saga son propiedad de Stephenie Meyer.
Los FanFics de crepúsculo no son de nuestra propiedad (Guadalupe Vulturi y Daniela Cullen) cada uno tiene su respectivo autor, y esta señalado en la descripción de cada FanFic. Tengan en cuenta que cualquiera de esos FanFics también se pueden encontrar en FanFiction.net u otro blog mientras tengan permiso de su autor.
Fuera de eso, no tengo nada más que decirles aparte de que disfruten su lectura.

Golpeada

- Edward POV -
-Pero Bella ¿Por que?- le pregunté desesperadamente, alzando mi mano para acariciar su hermoso rostro. Sentí mi corazón retorcerse del dolor cuando su expresión se transformó en una mascara asustada y se alejó de mi roce. Sus manos volaron frente a ella como si se estuviera protegiendo de un ataque. Protegiéndose de mí. Mi mano cayó pesadamente a mi costado y esperé a que se recuperase, mirándole adolorido.
Lentamente bajó las manos, acomodándolas grácil mente en su regazo. Me miró resignada, me fue imposible esconder el dolor que me había causado su reacción. Su expresión me confundió – se veía mas avergonzada que atemorizada. Fue entonces cuando comencé a darme cuenta de que algo más estaba mal. La forma en que se había protegido había sido instantánea, como un acto reflejo, como una costumbre. Como una mascota que iba a ser regañada por su dueño. Ese pensamiento se repetía en mi cabeza.
Como un animal golpeado.
Golpeado.
Golpeada...
Mis ojos se achicaron mientras recorrí sus facciones, descubriendo cosas que había pasado por alto al encontrarme aliviado por verla nuevamente. Tembló nerviosamente, sus ojos me miraban expectantes mientras la examinaba. Tenía un corte debajo de un ojo y ambos tenían marcas amarillentas. La piel que rodeaba a los mismos estaba sonrosada. Podía percibir el horror en mi expresión, verlo reflejado en sus atemorizados ojos. Ella lo sabía. El lo hizo.
El la golpeaba. El Había abusado de mi delicada, dulce y hermosa Bella. Mi Bella, que no merecía nada más que felicidad y amor. Le había golpeado hasta el punto en que ella se apartaba temerosa ante mi roce. De mis manos. Ante esto, escuché un horrible sonido que ni tenia sentido. Pronto me di cuenta que los sonidos salían de mi pecho, mientras los gruñidos se escapaban de entre mis dientes. Mis ojos no contenían nada más que furia mientras miraba a mi abusado amor, -Bella ¿El te hizo esto?
Su expresión, llena de miedo y preocupación, se desvaneció rápidamente, reemplazada por una mascara tranquila e inocente. Podía ver a través de ella. No importaba que no pudiera leer su mente. No tenia que hacerlo. -¿Qué cosa?
La furia me calaba los huesos y un fuerte gruñido salió de mi garganta cuando le hablé, -Bella.
Su cuerpo tembló ante mi reacción, e instantáneamente me arrepentí de haberla asustado. Aun así, mi expresión no se relajó y mis gruñidos no cesaron. Estaba enojado. No, estaba furioso. Si Mike hubiera tenido la mala suerte de estar aquí, ahora, estaría muerto. Aun si él no hubiera sido el culpable de esto.
Finalmente, Bella habló. Sabia la respuesta, -Si.
Mi rugido resonó en el bosque.
Estaba de pie, yendo de un lado al otro mientras buscaba la forma más rápida de terminar con la vida de Mike. No, no tenía que ser rápida. Se merecía una lenta y dolorosa muerte por haberse atrevido a ponerle sus manos sobre mi Bella. Merecía sufrir por haber pensado en lastimarla. Mis gruñidos eran mas fuerte ahora, escapando de mí furiosamente. Bella me miraba preocupadamente, sin duda preguntándose que era lo que estaba pensando. Le agradecía a Dios que no tuviera mi habilidad. Los pensamientos que tenia ahora mismo no eran aptos para que fueran observados por un ángel.
-¿Edward?- dudó antes de hablar. Mis ojos se fijaron en ella, pero no me detuve. Comenzó nuevamente, -Edward ¿Qué estas pensando?
-Formas de matarlo,- respondí bruscamente, junto con un bufido. Ella tembló ante mi amenazante tono de voz.
-Edward, no puedes –- comenzó, pero rápidamente le interrumpí.
-Solo mírame,- me detuve y le miré. El dolor y la preocupación de sus ojos era demasiada. -¡Como se atrevió! Como se atrevió a herirte. Como fue capaz de atreverse a pensar tal cosa. Merece ser herido. Merece que acabe con su vida.
-Pero Edward - le detuve nuevamente.
-¿Donde esta?- Demandé saber.
Sus ojos se llenaron de pánico y comenzó a sacudir su cabeza rápidamente -No- me rogó, -No, no. ¡Edward, no puedes! ¡Por favor Edward! ¡No lo hagas!
Le miré confundido mientras Bella sollozaba. Caminé hacia ella lentamente, arrodillándome en el suelo del bosque. Levanté cuidadosamente su pera con mi mano siquiera, mirándola gentilmente a sus ojos. -¿Lo amas?- me miraba como si hubiera perdido la razón. No pude evitar sonreírle. -¿Entonces por que le proteges, Bella?
Se mordió su labio inferior, fijando su vista en el suelo del bosque. Prácticamente podía oír su cabeza retorcerse en busca de una excusa. Suspiré frustrado y tomé su mentón, levantando su mirada hacia la mía una vez más. Le mire cariñosamente a sus ojos, haciendo uso completo de mis hipnóticos ojos. Podía sentir que la barrera que había levantado, poco a poco se derretía, -Tiene poder sobre mí.
Mis cejas se fruncieron ante su ambigua respuesta. Normalmente cuando la miraba de esa forma, divulgaría y soltaría toda la información que tenía esto era algo de lo que no deseaba discutir, algo que mantenía oculto de mí y no saldría a la luz. -Realmente no quieres decirme ¿verdad?
-No es eso Edward, es solo que…- se detuvo, volviendo a bajar su mirada.
-¿Que?- intenté. Pero no respondió. Roce suavemente su mejilla, deleitándome con la calidez de su piel sobre la mía. -Bella ¿Qué es?
-Vas a odiarme- susurró las palabras, con su voz quebrándose.
-Jamás,- mi respuesta fue automática. Mis brazos se cerraron en torno a su cintura, acercándola a mí. -Nunca Bella. Nunca, jamás podría odiarte. Te amo con todo mi corazón. Con todo lo que soy.-
-Edward, yo - su voz volvió a quebrarse, esta vez por un gemido. Besé su frente, intentando darle fuerzas. -Edward ¿Podemos ir a tu casa? ¿Están todos allí?
-Si, por supuesto- Respondí a ambas preguntas a la vez, alzándola en mis brazos. La besé profundamente antes de caminar hacia su monovolumen. No quería hacerla sentir mal por ir a mi velocidad. Abrí la puerta, dejándola en el asiento de pasajeros, antes de sentarme detrás del volante.
-Es tan extraño- murmuró, observándome mientras salía a la carretera y avanzaba en dirección a mi casa.
-¿Qué cosa?
-Tenerte de vuelta, conmigo- continuó susurrando, -Es tan surreal. Aun espero el momento en que desaparezcas.
-Nunca,- respondí inmediatamente, buscando su mejilla para acariciarla, -Fue un gravísimo error el dejarte. Aprendo rápido, Bella. Nunca volveré a cometer ese error. Estaré aquí hasta que me pidas lo contrario.
-Nunca,- se inclinó mientras le acariciaba, -No quiero que te vallas nunca.
El silencio se instaló entre nosotros, pero aun así me sentía cómodo. El silencio siempre era fácil cuando estaba con Bella. Disfrutaba del sonido de su corazón palpitando. Su esencia, tan excitante como siempre, llenaba la camioneta. Todo era tan cálido, tan embriagador, tan perfecto. Alice había acertado al enviarnos de vuelta. Nunca tendríamos que habernos ido. Solo podía imaginar la ansiedad de todos al volver a ver a Bella.
-Estarán tan felices de verte,- Rompí el silencio.
-Les he echado de menos,- Su voz sonaba alegre. Abrió su boca para continuar, pero entonces gimió horrorizada. Su cuerpo se tensó a mi lado, sus ojos estaban abiertos de par en par, asustados mientras miraba hacia fuera del parabrisas, al tráfico que nos rodeaba.
-¿Que sucede?- Le pregunté preocupado. Ella casi ni se movió, apenas respiraba. Cerró sus ojos lentamente, respirando suaves bocanadas de aire, tratando de tranquilizarse. La acerqué más a mí, manteniendo una mano en el volante. Froté su espalda tratando de reconfortarla, -Esta bien. Estoy aquí. Todo esta bien, Bella. Te amo.
-Mike,- dijo luego de unos minutos, -Mike pasó por nuestro lado. Nos vio. Te vio a ti.
-Bella,- le miré, -El no puede herirte. Nunca dejare que lo haga.
-Lo hará. Encontrara una forma de hacerlo,- susurró con un evidente tono de pánico en su voz.
-Bella,- dije con una suave sonrisa, -Estas desestimando mi fuerza. El no va a tocarte.
Sentí que su cuerpo comenzaba a relajarse, pero no deje de acariciar su espalda. Me salí de la calle principal, para tomar el camino que nos dejaría en mi casa. Tomé el camino y me detuve frente a la casa que tanto había extrañado. La casa que me recordaba a Bella. Me giré hacia mi amor, con una suave sonrisa en mi rostro, -Bienvenida a casa.

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