- Bella POV -
Le miré horrorizada, cuestionando mi salud mental. ¿Era posible que mi agonía y el deseo de volverlo a ver fuera tan fuerte y poderoso, como para hacerme ver esta milagrosa alucinación? Mi cuerpo tembló violentamente mientras intentaba levantarme del suelo del bosque. No pude hacerlo y entonces colapsé contra el suelo nuevamente, ahogando un sollozo.
-Me estoy volviendo loca- murmuré girándome hasta que me encontraba sobre la espalda, mirando el cielo. Escuché el crujir de las hojas caídas y me maravillé ante mi imaginación. El intenso dolor que sentía quería desesperadamente ser consolado por mi alucinación. Mi mente se retorcía ante ese deseo que realmente le veía. Una cansada e histeria risa escapó de mis labios mientras cerraba los ojos. Podía escuchar su respiración, pesada y lenta, como la mía. -Nunca hacia sido tan real.
-¿Que cosa?- Su voz era suave y aterciopelada, tal y como la recordaba. Aun más suave. Dejé que la sensación de su voz me envolviera, una pequeña y triste sonrisa se formó en mis labios.
-Tu- la palabra escapo mis labios quebrándome, haciéndome sollozar, mi expresión reflejaba la agonía que sentía dentro. Escuché como respiraba profundamente, temblando, adolorido. Seguido por un fuerte estruendo, como si un árbol se hubiera caído al suelo. Abrí mis ojos, las lágrimas que tenia en ellos rodaron por mis mejillas. Entre la lluvia y mis lágrimas, encontré a mi hermosa alucinación. Parecía que estaba siendo torturado.
-Bella,- mi nombre era un doloroso llanto en sus labios, mientras sollozaba sin que de sus ojos cayeran lagrimas. Era gracioso ver cuan realista era mi ilusión...hasta este Edward no tenia verdaderas lagrimas que derramar. Le miré, intentando que la ilusión fuera feliz, pero permanecía atormentada. Sus dedos estaban enredados en sus cabellos, las palmas de sus manos descansaban sobre su frente. Edward sufría.
Me arrepentí del momento en que su nombre apareció nuevamente en mis recuerdos. Mi cuerpo fue aplastado por el peso del dolor y grité agónicamente, dando paso a más lagrimas. Quizás lo imaginaba conjuntamente con la alucinación, pero creí escucharle gritar penosamente también. Escuché el ruido de las hojas mientras se arrastró hacia mi, -Bella, mi Bella.
Repentinamente fui levantada, envuelta protectoramente por un cuerpo tan duro como la piedra, y frío como el hielo. Me sorprendió la realidad de mi ilusión. Miré al cielo mientras silenciosas lágrimas caían de mis ojos. Respiraba forzosamente a bocanadas, saboreando su delicioso aroma. Era tan real. Tan agónicamente real. Su cuerpo temblaba por el llanto, su voz quebrada repetía mi nombre una y otra y otra vez en mi oído.
-No es real,- murmuré suavemente mientras comenzó a mecerme en sus brazos. Nuevamente, mantuvo la respiración y se alejó para verme a los ojos. Me vi perdida en su hermosa mirada, los mismos atragantes ojos topacio que me atraparon años antes. Sus ojos estaban llenos de dolor y arrepentimiento y pronto me encontré con mis manos sobre su rostro. -No.
-Bella, estoy aquí,- susurró en la palma de mi mano antes de besarla suavemente. Sus ojos se volvieron a encontrar con los míos. Aun seguían atormentados. Entonces me di cuenta de que él no debía estar triste, aunque fuera una ilusión. No importaba a que dolor tuviera que enfrentarme, nunca seria peor que el de Edward. Nuevamente, su nombre envió dolorosas descargas a mi espina y temblé en su pecho. Me apretó mas contra el. -¡Bella! Bella, soy real.
-No,- exclamé, recorriendo su rostro con mis dedos. Quería atesorar cada centímetro de el mientras tuviera oportunidad. -No puedes ser Edward,- Mi voz se quebró al pronunciar su nombre y el apartó su rostro ante mi tono atormentado. -El me dejó. El no quiere volver. Tú eres una alucinación. Pronto desaparecerás. Tal como él...
-¡No, Bella!- su voz era dura mientras me apretaba contra él. No podía ver la furia de sus ojos, pero le conocía bien como para saber que estaba allí. Podía sentirle sacudir su cabeza -Bella, volví. Volví por ti y no voy a dejarte. Nunca volveré a dejarte.
-Pero lo harás,- dije con algo de confianza, aunque la duda era evidente en mis ojos. El no podía estar aquí ¿O si? ¿Realmente estaba de vuelta, abrazándome? Mis ilusiones de él nunca me habían tocado o abrazado de esta forma. Nunca me confortaron o lloraban incontrolablemente como lo hacia ahora. ¿En realidad era posible? Mi corazón se retorcía ante la idea, ante el deseo.
-Bella ¿cómo...?- me rogó, liberándome para tomar mi rostro entre sus manos. Tenía razón. Sus ojos estaban cargados de furia, pero no estaba dirigida a mí. Era la emoción más pasional que había visto en ellos; furia por hacerme entender. La urgencia de sus ojos movió algo en mí y me encontré deseando con todas mis fuerzas que fuera real. El era real. ¿Aquello era posible? Su voz sonó rápida y fervientemente, su dulce fragancia acaricio dulcemente mi lengua. -¿Que puedo hacer? ¿Que puedo hacer para que creas que soy real?
Solo había una respuesta.
-Bésame.
Las palabras casi habían escapado de mis labios cuando su boca estaba sobre la mía. Mi respiración se hizo necesitada mientras enredé mis manos entre sus cabellos. Normalmente esta reacción le haría apartarse de mí y el beso se abría terminado. Sentí un escalofrío recorrerme cuando el me presionó contra el suelo, su mano izquierda recorría desesperadamente el costado de mi cuerpo mientras sus labios se movían hambrientos sobre los míos.
Cerré mis ojos fuertemente, mientras las lágrimas caían por los costados. Quizás esto era una ilusión. No importaba. La tomaría. Su mano derecha le mantenía apartado de mí, para no aplastarme, aunque podía sentir su frío y musculoso pecho rozándose contra el mío. Su otra mano se detuvo en mi cintura, aferrándose a mi remera. Podía sentir una ardiente sensación en mi garganta y sabía que mis pulmones gritaban desesperadamente por aire. Me rehusaba. Si eso significaba separarme de sus maravillosos labios, moriría sofocada.
Obviamente Edward nunca lo permitiría. Sintiendo mi necesidad, se apartó. Un gemido molesto escapó de mis labios, pero su boca ya estaba en mi cuello, besándolo. Respiré a bocanadas unas cuantas veces, como si fuera un nadador alistándose para sumergirse en el agua. En cuanto mis pulmones habían satisfecho su necesidad, sus labios se encontraron con los míos nuevamente, un fuerte rugido de necesidad resonó en su pecho. Enviando una deliciosa descarga a mi cuerpo.
¿Como podía estar sucediendo esto? ¿Cómo podía estar devuelta en mis brazos? El mundo en el que amanecí se había evaporizado. Mike no podía volver a herirme ahora que mi vida volvía a tener sentido. Mis labios se movían de maneras que había olvidado, mi cuerpo se presionaba necesitadamente contra el de el. El respondió a cada deseo, los límites habían quedado olvidados ante mi petición. Era feliz de nuevo. Podía olvidarme de Mike. De...
Allie.
Un punzante grito se atoró en mi garganta mientras me senté. Edward permitió el movimiento, apartándose de mí rápidamente. Me quedé sentada respirando profundamente, mientras mi mente volvía a su lugar. No podía hacerle esto a Allie. Mi hermosa hija. Ella adoraba a Mike, amaba a su familia. Yo la amaba. No podía dejarla. Un amargo dolor llenó mis ojos. -¿Bella? ¡Bella! Bella ¿Que sucede?
-Esto,- Dije, sacudiendo mi cabeza rápidamente, -Esto esta mal, Edward. No deberíamos estar haciendo esto. Esta mal...tú me dejaste. No me deseas.
-No tienes idea, Bella,- la lujuria en su voz casi me hace olvidar todo. Sus labios estaban en mi cuello, fríos y firmes -Te deseo- Se apartó y sus ojos brillaron como dos diamantes dorados. Tragué mi deseo por volverme a perder en el nuevamente.
-Edward,- mi tono le urgía que recordase, -En este bosque, dijiste que no me querías. Te fuiste. Tú -
Me corto con un rápido y profundo beso. Volvió a mirarme a los ojos, pude ver el dolor brillando en ellos, -Soy un buen mentiroso, Bella.
-¿Qué?
-Te mentí. Tuve que hacerlo,- Añadió rápidamente, mientras su mano rozaba en contorno de mi mandíbula, haciéndome tiritar. Estaba peleando una batalla perdida. -Nunca quise dejarte, Bella. No creo que hubieras podido continuar si no hubiera dicho lo que te dije. Sabia que no me dejarías ir tan fácilmente.
-¿Por que Edward? ¿Por que me dejaste?- mis palabras se mezclaron con mis lagrimas.
-No te convengo Bella,- En el instante en que sus palabras abandonaron sus labios comencé a sollozar, aterrorizada de que volviera a dejarme. Se apresuró a continuar -Pero eso ya no importa, Bella. Tú me amas, y mientras eso sea así, me quedare. Fui un estúpido al creer que por irme iba a protegerte. Ahora me doy cuenta de eso.
-¿Tratabas de protegerme?- las palabras salieron lentamente, llenas de confusión.
-Después de lo de Jasper,- suspiré ante aquel recuerdo. El se detuvo, suspirando suavemente y antes de continuar besó mi frente -Creí que si te dejaba, estarías a salvo. A salvo para llevar una vida normal y feliz. Al hacerlo me mataba, pero me fui. Ahora veo que estaba equivocado. Estas a salvo aquí- enfatizo su oración acercándome a su regazo. -Y puedes quedarte cuanto tiempo quieras.
-Para siempre,- susurré sin pensarlo. Entonces el rostro de Allie irrumpió en mis pensamientos y sacudí mi cabeza -Pero no puedo, Edward.
-¿Por que Bella?- susurró, con su voz cargada de dolor. No me atreví a mirar a sus ojos. Me quebraría si miraba el dolor que había en ellos. -¿Seguiste adelante? Si lo hiciste lo entiendo. Después de todo eso era lo que pretendía que hicieras.
-No, Edward,- susurré su nombre, degustando su sabor -Nunca seguí adelante. Nunca podría haberlo echo.- Mi labio inferior tembló, mientras continuaba, con las lagrimas cayendo por mis mejillas -Pero me lastimó tanto. Charlie me amenazo con enviarme de vuelta con Renee. No podía soportar la idea de irme. Fue una estúpida, Edward. Fui tan estúpida.
-Bella, No eres una estúpida- me regañó, aun recorriendo mi mandíbula con sus gélidos dedos.
-Si lo soy, Edward,- le aseguré, finalmente mirándole a los ojos. Ahora estaban llenos de curiosidad. Obviamente. El dolor no aparecería hasta que le contara por que fui tan estúpida. Baje mi mirada al suelo del bosque antes de que la agonía ocupara su lugar. -Me casé...
Su aliento se quedó atorado en su garganta, su abrazo se tensó a mi alrededor. Me prometí a mi misma no mirar a sus ojos, pero mi cabeza se movió libremente, ahí estaba. El dolor. La pérdida. Temía haberme perdido para siempre. Cuan equivocado estaba, y a la vez tan acertado. Continué, con mi voz temblorosa -Me casé con Mike.
-¿Newton?- sonaba incrédulo ante mi revelación.
-Si,- reí suavemente, sin poder evitarlo. Mike era probablemente el último nombre que Edward esperaba oír. -El estuvo a mi lado cuando estuve herida. Ya no me importaba nada. Charlie me había jurado que me enviaría lejos de Forks si no seguía adelante. Así que, pretendí. Pretendí con una persona a la que sabía que jamás podría amar.
-¿No eres feliz?- preguntó preocupadamente.
-¡No!- dije apresuradamente. El parpadeó ante la respuesta, que le tomó por sorpresa. Me ruboricé ante mi arrebato, pero proseguí, -No...No, no lo amo. Y definitivamente no soy feliz con el. Oh, si pudiera dejarlo,- Suspiré ante aquel sueño de dejarlo -Oh, Edward, lo haría.
-Entonces hazlo- Me urgió Edward, tomando mis manos entre las suyas. Mi miraba a los ojos, la felicidad afloraba de ellos, -Solo déjalo. Te llevaré conmigo. Podemos ir donde tu quieras. A cualquier lugar del mundo. Nunca mas tendrás que estar con él.
-No puedo,- susurré, mientras aquella idea me aguijoneaba fuerte. Si me atrevía a irme, Mike podría descargarse con Allie. Me había dicho decenas de veces que ganaría su custodia. Me seguro que haría lo que fuera para alejarme de ella. No podía dejar que la lastimara a ella también.
-Pero Bella ¿Por que?- Me preguntó Edward, sin titubear alzó su mano para acariciar mi mejilla. Su movimiento fue demasiado rápido y mis reacciones habían cambiado desde la última vez que le vi. No pude evitarlo, aunque bien sabia que no me lastimaría. Mike me había enseñado a temer. Me aparté rápidamente antes que pudiera rozarme y mis manos se alzaron instintivamente para protegerme.
Mi respiración se desaceleró mientras aguardaba por su reacción, temiendo haberle herido una vez más. Estaba en completo silencio, su respiración era más pausada que la mía. Bajé mis manos antes de volverme hacia el. Me miraba en completa confusión, dolido, eso era evidente en sus ojos. Miró mi rostro detenidamente, deteniéndose en ciertas áreas. Sabia que áreas. Un corte. Un golpe. Y otro golpe.
Sabía que áreas estaba observando, por que el dolor que antes llenaban sus ojos había sido reemplazado por furia. Sus ojos tenía el color del ónice, con algunos destellos dorados. Podía ver su bronca, en sus ojos y en sus facciones. Escuché sus furiosos gruñidos escapar de su garganta, enviándome aterrorizantes descargas al centro de mi ser. Sus manos se apretaron en fuertes puños mientras me miraba. Finalmente, habló, -Bella ¿El te hizo eso?
-¿Que cosa?- pregunté inocentemente. Si Edward lastimaba a Mike no seria bueno para su familia.
Gruñó, -Bella.
Le miré por lo que pareció un eterno segundo, calculando mis opciones. Para ser honesta, no tenía opciones. Podía ver fácilmente a través de mí, como podía hacerlo a través de una ventana. Mi respuesta, mi reacción a su caricia. No había forma de esconder lo que Mike me había hecho. Mi respuesta fue un suave susurro, -Si.
Le miré horrorizada, cuestionando mi salud mental. ¿Era posible que mi agonía y el deseo de volverlo a ver fuera tan fuerte y poderoso, como para hacerme ver esta milagrosa alucinación? Mi cuerpo tembló violentamente mientras intentaba levantarme del suelo del bosque. No pude hacerlo y entonces colapsé contra el suelo nuevamente, ahogando un sollozo.
-Me estoy volviendo loca- murmuré girándome hasta que me encontraba sobre la espalda, mirando el cielo. Escuché el crujir de las hojas caídas y me maravillé ante mi imaginación. El intenso dolor que sentía quería desesperadamente ser consolado por mi alucinación. Mi mente se retorcía ante ese deseo que realmente le veía. Una cansada e histeria risa escapó de mis labios mientras cerraba los ojos. Podía escuchar su respiración, pesada y lenta, como la mía. -Nunca hacia sido tan real.
-¿Que cosa?- Su voz era suave y aterciopelada, tal y como la recordaba. Aun más suave. Dejé que la sensación de su voz me envolviera, una pequeña y triste sonrisa se formó en mis labios.
-Tu- la palabra escapo mis labios quebrándome, haciéndome sollozar, mi expresión reflejaba la agonía que sentía dentro. Escuché como respiraba profundamente, temblando, adolorido. Seguido por un fuerte estruendo, como si un árbol se hubiera caído al suelo. Abrí mis ojos, las lágrimas que tenia en ellos rodaron por mis mejillas. Entre la lluvia y mis lágrimas, encontré a mi hermosa alucinación. Parecía que estaba siendo torturado.
-Bella,- mi nombre era un doloroso llanto en sus labios, mientras sollozaba sin que de sus ojos cayeran lagrimas. Era gracioso ver cuan realista era mi ilusión...hasta este Edward no tenia verdaderas lagrimas que derramar. Le miré, intentando que la ilusión fuera feliz, pero permanecía atormentada. Sus dedos estaban enredados en sus cabellos, las palmas de sus manos descansaban sobre su frente. Edward sufría.
Me arrepentí del momento en que su nombre apareció nuevamente en mis recuerdos. Mi cuerpo fue aplastado por el peso del dolor y grité agónicamente, dando paso a más lagrimas. Quizás lo imaginaba conjuntamente con la alucinación, pero creí escucharle gritar penosamente también. Escuché el ruido de las hojas mientras se arrastró hacia mi, -Bella, mi Bella.
Repentinamente fui levantada, envuelta protectoramente por un cuerpo tan duro como la piedra, y frío como el hielo. Me sorprendió la realidad de mi ilusión. Miré al cielo mientras silenciosas lágrimas caían de mis ojos. Respiraba forzosamente a bocanadas, saboreando su delicioso aroma. Era tan real. Tan agónicamente real. Su cuerpo temblaba por el llanto, su voz quebrada repetía mi nombre una y otra y otra vez en mi oído.
-No es real,- murmuré suavemente mientras comenzó a mecerme en sus brazos. Nuevamente, mantuvo la respiración y se alejó para verme a los ojos. Me vi perdida en su hermosa mirada, los mismos atragantes ojos topacio que me atraparon años antes. Sus ojos estaban llenos de dolor y arrepentimiento y pronto me encontré con mis manos sobre su rostro. -No.
-Bella, estoy aquí,- susurró en la palma de mi mano antes de besarla suavemente. Sus ojos se volvieron a encontrar con los míos. Aun seguían atormentados. Entonces me di cuenta de que él no debía estar triste, aunque fuera una ilusión. No importaba a que dolor tuviera que enfrentarme, nunca seria peor que el de Edward. Nuevamente, su nombre envió dolorosas descargas a mi espina y temblé en su pecho. Me apretó mas contra el. -¡Bella! Bella, soy real.
-No,- exclamé, recorriendo su rostro con mis dedos. Quería atesorar cada centímetro de el mientras tuviera oportunidad. -No puedes ser Edward,- Mi voz se quebró al pronunciar su nombre y el apartó su rostro ante mi tono atormentado. -El me dejó. El no quiere volver. Tú eres una alucinación. Pronto desaparecerás. Tal como él...
-¡No, Bella!- su voz era dura mientras me apretaba contra él. No podía ver la furia de sus ojos, pero le conocía bien como para saber que estaba allí. Podía sentirle sacudir su cabeza -Bella, volví. Volví por ti y no voy a dejarte. Nunca volveré a dejarte.
-Pero lo harás,- dije con algo de confianza, aunque la duda era evidente en mis ojos. El no podía estar aquí ¿O si? ¿Realmente estaba de vuelta, abrazándome? Mis ilusiones de él nunca me habían tocado o abrazado de esta forma. Nunca me confortaron o lloraban incontrolablemente como lo hacia ahora. ¿En realidad era posible? Mi corazón se retorcía ante la idea, ante el deseo.
-Bella ¿cómo...?- me rogó, liberándome para tomar mi rostro entre sus manos. Tenía razón. Sus ojos estaban cargados de furia, pero no estaba dirigida a mí. Era la emoción más pasional que había visto en ellos; furia por hacerme entender. La urgencia de sus ojos movió algo en mí y me encontré deseando con todas mis fuerzas que fuera real. El era real. ¿Aquello era posible? Su voz sonó rápida y fervientemente, su dulce fragancia acaricio dulcemente mi lengua. -¿Que puedo hacer? ¿Que puedo hacer para que creas que soy real?
Solo había una respuesta.
-Bésame.
Las palabras casi habían escapado de mis labios cuando su boca estaba sobre la mía. Mi respiración se hizo necesitada mientras enredé mis manos entre sus cabellos. Normalmente esta reacción le haría apartarse de mí y el beso se abría terminado. Sentí un escalofrío recorrerme cuando el me presionó contra el suelo, su mano izquierda recorría desesperadamente el costado de mi cuerpo mientras sus labios se movían hambrientos sobre los míos.
Cerré mis ojos fuertemente, mientras las lágrimas caían por los costados. Quizás esto era una ilusión. No importaba. La tomaría. Su mano derecha le mantenía apartado de mí, para no aplastarme, aunque podía sentir su frío y musculoso pecho rozándose contra el mío. Su otra mano se detuvo en mi cintura, aferrándose a mi remera. Podía sentir una ardiente sensación en mi garganta y sabía que mis pulmones gritaban desesperadamente por aire. Me rehusaba. Si eso significaba separarme de sus maravillosos labios, moriría sofocada.
Obviamente Edward nunca lo permitiría. Sintiendo mi necesidad, se apartó. Un gemido molesto escapó de mis labios, pero su boca ya estaba en mi cuello, besándolo. Respiré a bocanadas unas cuantas veces, como si fuera un nadador alistándose para sumergirse en el agua. En cuanto mis pulmones habían satisfecho su necesidad, sus labios se encontraron con los míos nuevamente, un fuerte rugido de necesidad resonó en su pecho. Enviando una deliciosa descarga a mi cuerpo.
¿Como podía estar sucediendo esto? ¿Cómo podía estar devuelta en mis brazos? El mundo en el que amanecí se había evaporizado. Mike no podía volver a herirme ahora que mi vida volvía a tener sentido. Mis labios se movían de maneras que había olvidado, mi cuerpo se presionaba necesitadamente contra el de el. El respondió a cada deseo, los límites habían quedado olvidados ante mi petición. Era feliz de nuevo. Podía olvidarme de Mike. De...
Allie.
Un punzante grito se atoró en mi garganta mientras me senté. Edward permitió el movimiento, apartándose de mí rápidamente. Me quedé sentada respirando profundamente, mientras mi mente volvía a su lugar. No podía hacerle esto a Allie. Mi hermosa hija. Ella adoraba a Mike, amaba a su familia. Yo la amaba. No podía dejarla. Un amargo dolor llenó mis ojos. -¿Bella? ¡Bella! Bella ¿Que sucede?
-Esto,- Dije, sacudiendo mi cabeza rápidamente, -Esto esta mal, Edward. No deberíamos estar haciendo esto. Esta mal...tú me dejaste. No me deseas.
-No tienes idea, Bella,- la lujuria en su voz casi me hace olvidar todo. Sus labios estaban en mi cuello, fríos y firmes -Te deseo- Se apartó y sus ojos brillaron como dos diamantes dorados. Tragué mi deseo por volverme a perder en el nuevamente.
-Edward,- mi tono le urgía que recordase, -En este bosque, dijiste que no me querías. Te fuiste. Tú -
Me corto con un rápido y profundo beso. Volvió a mirarme a los ojos, pude ver el dolor brillando en ellos, -Soy un buen mentiroso, Bella.
-¿Qué?
-Te mentí. Tuve que hacerlo,- Añadió rápidamente, mientras su mano rozaba en contorno de mi mandíbula, haciéndome tiritar. Estaba peleando una batalla perdida. -Nunca quise dejarte, Bella. No creo que hubieras podido continuar si no hubiera dicho lo que te dije. Sabia que no me dejarías ir tan fácilmente.
-¿Por que Edward? ¿Por que me dejaste?- mis palabras se mezclaron con mis lagrimas.
-No te convengo Bella,- En el instante en que sus palabras abandonaron sus labios comencé a sollozar, aterrorizada de que volviera a dejarme. Se apresuró a continuar -Pero eso ya no importa, Bella. Tú me amas, y mientras eso sea así, me quedare. Fui un estúpido al creer que por irme iba a protegerte. Ahora me doy cuenta de eso.
-¿Tratabas de protegerme?- las palabras salieron lentamente, llenas de confusión.
-Después de lo de Jasper,- suspiré ante aquel recuerdo. El se detuvo, suspirando suavemente y antes de continuar besó mi frente -Creí que si te dejaba, estarías a salvo. A salvo para llevar una vida normal y feliz. Al hacerlo me mataba, pero me fui. Ahora veo que estaba equivocado. Estas a salvo aquí- enfatizo su oración acercándome a su regazo. -Y puedes quedarte cuanto tiempo quieras.
-Para siempre,- susurré sin pensarlo. Entonces el rostro de Allie irrumpió en mis pensamientos y sacudí mi cabeza -Pero no puedo, Edward.
-¿Por que Bella?- susurró, con su voz cargada de dolor. No me atreví a mirar a sus ojos. Me quebraría si miraba el dolor que había en ellos. -¿Seguiste adelante? Si lo hiciste lo entiendo. Después de todo eso era lo que pretendía que hicieras.
-No, Edward,- susurré su nombre, degustando su sabor -Nunca seguí adelante. Nunca podría haberlo echo.- Mi labio inferior tembló, mientras continuaba, con las lagrimas cayendo por mis mejillas -Pero me lastimó tanto. Charlie me amenazo con enviarme de vuelta con Renee. No podía soportar la idea de irme. Fue una estúpida, Edward. Fui tan estúpida.
-Bella, No eres una estúpida- me regañó, aun recorriendo mi mandíbula con sus gélidos dedos.
-Si lo soy, Edward,- le aseguré, finalmente mirándole a los ojos. Ahora estaban llenos de curiosidad. Obviamente. El dolor no aparecería hasta que le contara por que fui tan estúpida. Baje mi mirada al suelo del bosque antes de que la agonía ocupara su lugar. -Me casé...
Su aliento se quedó atorado en su garganta, su abrazo se tensó a mi alrededor. Me prometí a mi misma no mirar a sus ojos, pero mi cabeza se movió libremente, ahí estaba. El dolor. La pérdida. Temía haberme perdido para siempre. Cuan equivocado estaba, y a la vez tan acertado. Continué, con mi voz temblorosa -Me casé con Mike.
-¿Newton?- sonaba incrédulo ante mi revelación.
-Si,- reí suavemente, sin poder evitarlo. Mike era probablemente el último nombre que Edward esperaba oír. -El estuvo a mi lado cuando estuve herida. Ya no me importaba nada. Charlie me había jurado que me enviaría lejos de Forks si no seguía adelante. Así que, pretendí. Pretendí con una persona a la que sabía que jamás podría amar.
-¿No eres feliz?- preguntó preocupadamente.
-¡No!- dije apresuradamente. El parpadeó ante la respuesta, que le tomó por sorpresa. Me ruboricé ante mi arrebato, pero proseguí, -No...No, no lo amo. Y definitivamente no soy feliz con el. Oh, si pudiera dejarlo,- Suspiré ante aquel sueño de dejarlo -Oh, Edward, lo haría.
-Entonces hazlo- Me urgió Edward, tomando mis manos entre las suyas. Mi miraba a los ojos, la felicidad afloraba de ellos, -Solo déjalo. Te llevaré conmigo. Podemos ir donde tu quieras. A cualquier lugar del mundo. Nunca mas tendrás que estar con él.
-No puedo,- susurré, mientras aquella idea me aguijoneaba fuerte. Si me atrevía a irme, Mike podría descargarse con Allie. Me había dicho decenas de veces que ganaría su custodia. Me seguro que haría lo que fuera para alejarme de ella. No podía dejar que la lastimara a ella también.
-Pero Bella ¿Por que?- Me preguntó Edward, sin titubear alzó su mano para acariciar mi mejilla. Su movimiento fue demasiado rápido y mis reacciones habían cambiado desde la última vez que le vi. No pude evitarlo, aunque bien sabia que no me lastimaría. Mike me había enseñado a temer. Me aparté rápidamente antes que pudiera rozarme y mis manos se alzaron instintivamente para protegerme.
Mi respiración se desaceleró mientras aguardaba por su reacción, temiendo haberle herido una vez más. Estaba en completo silencio, su respiración era más pausada que la mía. Bajé mis manos antes de volverme hacia el. Me miraba en completa confusión, dolido, eso era evidente en sus ojos. Miró mi rostro detenidamente, deteniéndose en ciertas áreas. Sabia que áreas. Un corte. Un golpe. Y otro golpe.
Sabía que áreas estaba observando, por que el dolor que antes llenaban sus ojos había sido reemplazado por furia. Sus ojos tenía el color del ónice, con algunos destellos dorados. Podía ver su bronca, en sus ojos y en sus facciones. Escuché sus furiosos gruñidos escapar de su garganta, enviándome aterrorizantes descargas al centro de mi ser. Sus manos se apretaron en fuertes puños mientras me miraba. Finalmente, habló, -Bella ¿El te hizo eso?
-¿Que cosa?- pregunté inocentemente. Si Edward lastimaba a Mike no seria bueno para su familia.
Gruñó, -Bella.
Le miré por lo que pareció un eterno segundo, calculando mis opciones. Para ser honesta, no tenía opciones. Podía ver fácilmente a través de mí, como podía hacerlo a través de una ventana. Mi respuesta, mi reacción a su caricia. No había forma de esconder lo que Mike me había hecho. Mi respuesta fue un suave susurro, -Si.
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