- Bella POV -
Me dediqué por completo a cocinar, apresurándome a conseguir todos los ingredientes para hacer una comida decente en la media hora que tenia. Edward y Alice permanecían parados, mirándome ansiosamente. No había conseguido reunir las fuerzas suficientes para pedirles que se fueran. Tenerlos conmigo, aunque parecieran estatuas de mármol, era un alivio. La carne se cocinaba rápidamente en la plancha, bajé el fuego de la hornalla y me enfrenté a ellos.
-No,- Habló Edward con firmeza, parpadeé y titubeé unos instantes.
-No dije nada,- Comencé inocentemente, volviéndome hacia la plancha para dar vuelta la carne.
-Lo se.- Podía jurar que había escuchado una risa en su tono de voz pero cuando me giré a verle su rostro seguía con expresión severa, -Se lo que vas a decir.
-¿Ahora puedes leer mi mente?
-No,- Comenzó, sus ojos me devolvieron la frustrada expresión que tanto conocía. Frustración por que era la única persona a la cual no podía leer su mente y por que era la que más deseaba leer. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios, -Pero creo que puedo leerte a ti.
-Bien,- Suspiré derrotada, -¿Que era lo que iba a preguntar entonces?
-Ibas a pedirnos que nos fuéramos antes de que Mike llegara,- Dijo simplemente, como si fuera lo obvio. Quizás lo era. De todas formas, asentí. Sus ojos se achicaron, -La respuesta es no.
-¡Va a llamar a la policía!- Protesté alzando mi tono de voz. Los ojos de Edward se perdieron en el techo. Allie no se había despertado.
Yo, obviamente, no temía que Edward pudiera ser herido por Mike. Honestamente la simple idea de que Mike pudiera golpear a Edward era una ridiculez. Edward lo mataría antes de que se diera cuenta de que estaba en la misma habitación que él. No era una pelea física lo que temía. Aun podía causarles demasiados problemas a los Cullen. No podía permitir aquello. No iba a permitirlo.
-Deja que vengan,- Lanzó Edward. -Entonces Charlie vera lo que Mike le hace a su hija.
Me sobresalté ante su tono de voz e instantáneamente su rostro se suavizo. -Lo siento Bella,- susurró y entonces me encontré entre sus brazos. Me sostenía cerca de él, pasando su mano por mis cabellos, -Es que odio que te haga esto. Merece sufrir. Merece algo más que sufrir.
-Es el padre de Allie,- Murmuré contra su pecho.
-¿Entonces te vas a quedar?- Su voz tenia un dolor tan grande que me desgarraba, -¿Vas a quedarte con él, por Allie?
-No puedo hacer eso ahora, Edward,- Mi voz era suave pero sabia que me escuchaba. Alice estaba en silencio. La habitación estaba en silencio, exceptuando el ruido de la carne asándose. -No puedo quedarme más con él. Tendría que ser fuerte pero no puedo negarme a ti.
Mis ojos buscaron los suyos, -Edward, te amo. Si nos aceptas, seremos tuyas.
-Entonces son mías,- Murmuró contra mis labios mientras se acercó a ellos. Me alcé para besarle, disfrutando de su gélida piel. Una sensación que había añorado por mucho tiempo.
-¿Entonces vivirán con nosotros?- Preguntó Alice antes de que nos separáramos para respirar. Danzaba a nuestro alrededor con una enorme sonrisa en sus labios, -¿Tú y Allie?
-El la lastimara,- Dije asintiendo suavemente, -Algún día se que lo hará. El es bueno con ella solo para herirme pero no dudo ni un segundo de lo que seria capaz. Antes no tenía escapatoria. Ahora tengo algo mejor que eso.
-Creo que tienes que dar vuelta la carne, Bella- Dijo Alice, mirando preocupadamente de la plancha a mi, -No se mucho sobre comida, pero eso huele peor que lo usual.
-¡OH no!- Corrí hacia la sartén, dando rápidamente vuelta la carne, -Diablos, se quemó.
Dejé lo que pude rescatar de la carne en un plato. Los dos mejores trozos serian para Mike. Fui hacia la alacena para buscar especias para sazonar el intento de cena. -Tienen que irse, Edward.
-Ni hablar,- Me cortó. Casi había llegado a terminar la oración.
-Edward, estaré bien, por favor,- Me volteé a mirarle, dejando la comida sobre la mesa, -Solo empeoraran las cosas si te ve aquí. Por favor.
-Bella ¿Y si te lastima?- Susurró Alice. No tuve que preguntar. Había visto mi futuro.
-Seria una noche fuera de lo común si no lo hiciera,- Traté de sonar tranquila pero solo conseguí ponerme más nerviosa.
-No vamos a dejarte para que te lastime. Fin de la discusión,- Gruñó Edward.
-Edward, escucha,- Me acerqué hacia él apoyando mis manos en sus brazos. Miré a sus ojos, rogándole que me entendiera. -Iré contigo. Llevaré a Allie y pelearemos por la custodia y seré tuya. Hasta entonces debes confiar en mí. Debes dejar que las cosas entre Mike y yo sigan como siempre. No puedo dejar que esto afecte a Allie. Seria demasiado brusco si las cosas pasan ahora mismo.
Miró a mis ojos, en su rostro pude ver la batalla de sus emociones. Se debatía entre el deseo de quedarse, y probablemente matar a Mike, y el deseo de hacer las cosas lo mejor posible para Allie. Finalmente tomó mi rostro entre sus manos y se inclinó, besando mi frente y luego mis labios. -Esta bien, Bella.
-¿De verdad?
-De verdad- Me sonrió mi sonrisa favorita, -Pero lo digo de enserio, nunca mas va a lastimarte, Bella.
-Esta en la esquina, Edward,- Avisó Alice.
-¿Te veré pronto?- Pregunté, con dolor en mi voz.
-Antes de lo que crees,- Me sonrió, presionando sus labios contra los míos. Cerré mis ojos, dejándome llevar.
Cuando los abrí se habían ido.
Corrí escaleras arriba, sabiendo que tenía que despertar a Allie y explicarle algo muy importante antes de que hablara con Mike. Entré a su habitación y la levanté de la cama, cargándola en brazos. Sus ojos se abrieron de golpe ante el repentino movimiento, -Allie, mama necesita que le hagas un favor.
-¿Que?- Preguntó en medio de un bostezo. La senté en el borde de la cama y me arrodillé, mirándola a los ojos. Cuando estuve segura de que había despertado, hable;
-Necesito que guardes un secreto,- Al escuchar el misterioso tono de mi vos, sus ojos se abrieron.
-¿Qué secreto?
-No puedes decirle a papi sobre Edward o Alice,- Comencé, en su rostro vislumbre una mueca de decepción, -Ellos son viejos amigos de papa. Están aquí para sorprenderlo. No quieres arruinar la sorpresa ¿verdad?
-No, Mami,- Murmuró, sabia que estaba decepcionada, pero guardaría el secreto.
-Bueno, vamos bebé,- Me puse de pie tomando su pequeña mano entre la mía, -La cena esta lista y papa llego a casa.
-¡Papi!- Gritó cuando llegamos al pasillo. Escuché sus pasos resonar en la escalera y detenerse frente a la puerta de entrada.
Bajé lentamente por las escaleras, viendo a Allie tironear del pantalón de Mike, tratando de llamar su atención. El iba con una mano sobre su cabeza, mientras que en la otra sostenía la correspondencia. Leía detenidamente cada una, ignorando a Allie pero cuando me vio, dejó las cartas a un lado y tomó a mi hija en brazos dando vueltas en círculos, -¡Allie! ¿Qué tal te fue hoy?
Allie sonreía alegremente al recibir la atención que tanto se merecía, -Fue fabuloso papi.
-¿Hiciste algo en especial?
Allie se detuvo, mirándome rápidamente, -No.
Mike le creyó.
La dejó en el suelo y palmeo su cabeza rudamente. Ella le sonrió y corrió hacia la mesa. La seguí silenciosamente, tranquila. Mike nunca me lastimaría frente a ella.
Cenamos en silencio. Allie trató una o dos veces iniciar una conversación, pero Mike continuamente le callaba. Leía el periódico en la mesa, como lo hacia cada noche. Eventualmente Allie decidir que había tenido suficiente de la carne quemada y jugueteaba con los restos de su comida. Yo permanecía allí, sentada, con el plato lleno y el estomago vacío. No podía comer. Sabia que era lo que se venia luego de que dejase a Allie segura en su cama.
Entre toda la ansiedad, me había olvidado. Tonta, tonta Bella...había olvidado que Mike nos había visto. ¿Como un detalle tan importante había escapado de mi atención? Debería haberle pedido a Edward que se quedase. Debí haberle rogado que lo hiciera. Solo podía imaginar la clase de cosas que Mike me haría en la noche.
Todas las espantosas escenas, todas las horrorosas ideas corrían por mi mente mientras miraba fuera de la ventana de nuestro dormitorio. La cena había terminado y Mike había llevado a Allie a la cama. Solo esperé a que el dolor viniera a mí. No pasaría mucho tiempo desde que abriera la puerta para que comenzara a golpearme. Quizás me gritaría un poco esta vez, prolongando lo inevitable. Un día tan maravillosos debía tener algo negativo, de alguna forma. Mike era eso. Una consecuencia de mi felicidad.
-Te vi con él,- La voz de Mike sonó a mi lado. Me tambaleé lejos de la ventana, acorralándome contra la puerta más cercana. Me maravillaba ante mi habilidad de caminar hacia atrás y no caerme.
-¿Con quien, Mike? ¿De que estas hablando?- Inocente. Tenia que jugar al inocente. Era todo lo que podía hacer ahora. El avanzó hacia mí.
-¿Crees que no lo se?- Su voz sonaba frenética, casi podía decirse que eran ladridos. Se acerco mas, gritándome en la cara, -¡Eres una perra! ¡Una prostituta! ¿Crees que no te vi con el? ¡Ya te enseñare!
-Mike, no, por favor,- Susurré, levantando las manos en mi defensa. Las lágrimas salían a borbotones de mis ojos mientras hablaba una y otra vez. Me dejé hacer al piso, le miré aterrada. ¿Por qué había dejado que Edward se fuera? ¿En que había estado pensando?
-¡Debería echarte a la calle! ¡Debería sacarte a Allie!- Lanzó, su voz aumentando de volumen con cada palabra. Nunca me había gritado tanto. Me asustaba. Seguramente significaba que la golpiza seria tan fuerte como sus gritos. -Pero no haré eso. Voy a enseñarte a que me respetes. ¡Tu eres mía!
-Mike, vas a despertar a Allie.
-¿Y? Deja que la perrita se despierte para ver a la ramera de su madre llorar.- Se inclinó hacia mi, aun gritándome, -¿A quien mierda le importa? ¡Eres una basura! No eres nada. No me extraña que te haya dejado, estúpida perra. ¿Quién podría quererte?
-¡Cierra la boca!- Mi voz me sorprendió y mis ojos se abrieron de golpe. Me miraba con rabia en sus ojos.
Alzó sus puños y yo me abracé a mi cuerpo, preparándome para el inminente impacto. No seria una cachetada, como generalmente lo era. Seria duro y quizás en el lugar equivocado, fatal. Era consciente de las fragilidades de mi cuerpo. Su mano voló y ahogué un grito. En eso momento escuché un golpe y luego nada.
Por un momento me pregunté si el sonido había sido yo. Miré a Mike. Permanecía de pie frente a mí, el brazo aun levantado y los ojos en blanco. No estaba allí. Estaba inconsciente. Estuvo así por unos instantes antes de caer al suelo. Yacía inmóvil. Detrás de él, estaba Edward.
Los ojos de Edward miraban a Mike con furia y rabia. Me di cuenta de que estaba gruñendo, profiriendo bufidos encolerizados por la nariz. Fuera de eso, la habitación permanecía en silencio. Mis ojos se llenaron de miedo, mientras esperaba a que Edward me mirase.
Finalmente, sus ojos se encontraron con los míos, y mi favorita sonrisa jugaba en sus labios. Sus ojos permanecían negros, furiosos, -Te dije que nunca más iba a lastimarte.
Me dediqué por completo a cocinar, apresurándome a conseguir todos los ingredientes para hacer una comida decente en la media hora que tenia. Edward y Alice permanecían parados, mirándome ansiosamente. No había conseguido reunir las fuerzas suficientes para pedirles que se fueran. Tenerlos conmigo, aunque parecieran estatuas de mármol, era un alivio. La carne se cocinaba rápidamente en la plancha, bajé el fuego de la hornalla y me enfrenté a ellos.
-No,- Habló Edward con firmeza, parpadeé y titubeé unos instantes.
-No dije nada,- Comencé inocentemente, volviéndome hacia la plancha para dar vuelta la carne.
-Lo se.- Podía jurar que había escuchado una risa en su tono de voz pero cuando me giré a verle su rostro seguía con expresión severa, -Se lo que vas a decir.
-¿Ahora puedes leer mi mente?
-No,- Comenzó, sus ojos me devolvieron la frustrada expresión que tanto conocía. Frustración por que era la única persona a la cual no podía leer su mente y por que era la que más deseaba leer. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios, -Pero creo que puedo leerte a ti.
-Bien,- Suspiré derrotada, -¿Que era lo que iba a preguntar entonces?
-Ibas a pedirnos que nos fuéramos antes de que Mike llegara,- Dijo simplemente, como si fuera lo obvio. Quizás lo era. De todas formas, asentí. Sus ojos se achicaron, -La respuesta es no.
-¡Va a llamar a la policía!- Protesté alzando mi tono de voz. Los ojos de Edward se perdieron en el techo. Allie no se había despertado.
Yo, obviamente, no temía que Edward pudiera ser herido por Mike. Honestamente la simple idea de que Mike pudiera golpear a Edward era una ridiculez. Edward lo mataría antes de que se diera cuenta de que estaba en la misma habitación que él. No era una pelea física lo que temía. Aun podía causarles demasiados problemas a los Cullen. No podía permitir aquello. No iba a permitirlo.
-Deja que vengan,- Lanzó Edward. -Entonces Charlie vera lo que Mike le hace a su hija.
Me sobresalté ante su tono de voz e instantáneamente su rostro se suavizo. -Lo siento Bella,- susurró y entonces me encontré entre sus brazos. Me sostenía cerca de él, pasando su mano por mis cabellos, -Es que odio que te haga esto. Merece sufrir. Merece algo más que sufrir.
-Es el padre de Allie,- Murmuré contra su pecho.
-¿Entonces te vas a quedar?- Su voz tenia un dolor tan grande que me desgarraba, -¿Vas a quedarte con él, por Allie?
-No puedo hacer eso ahora, Edward,- Mi voz era suave pero sabia que me escuchaba. Alice estaba en silencio. La habitación estaba en silencio, exceptuando el ruido de la carne asándose. -No puedo quedarme más con él. Tendría que ser fuerte pero no puedo negarme a ti.
Mis ojos buscaron los suyos, -Edward, te amo. Si nos aceptas, seremos tuyas.
-Entonces son mías,- Murmuró contra mis labios mientras se acercó a ellos. Me alcé para besarle, disfrutando de su gélida piel. Una sensación que había añorado por mucho tiempo.
-¿Entonces vivirán con nosotros?- Preguntó Alice antes de que nos separáramos para respirar. Danzaba a nuestro alrededor con una enorme sonrisa en sus labios, -¿Tú y Allie?
-El la lastimara,- Dije asintiendo suavemente, -Algún día se que lo hará. El es bueno con ella solo para herirme pero no dudo ni un segundo de lo que seria capaz. Antes no tenía escapatoria. Ahora tengo algo mejor que eso.
-Creo que tienes que dar vuelta la carne, Bella- Dijo Alice, mirando preocupadamente de la plancha a mi, -No se mucho sobre comida, pero eso huele peor que lo usual.
-¡OH no!- Corrí hacia la sartén, dando rápidamente vuelta la carne, -Diablos, se quemó.
Dejé lo que pude rescatar de la carne en un plato. Los dos mejores trozos serian para Mike. Fui hacia la alacena para buscar especias para sazonar el intento de cena. -Tienen que irse, Edward.
-Ni hablar,- Me cortó. Casi había llegado a terminar la oración.
-Edward, estaré bien, por favor,- Me volteé a mirarle, dejando la comida sobre la mesa, -Solo empeoraran las cosas si te ve aquí. Por favor.
-Bella ¿Y si te lastima?- Susurró Alice. No tuve que preguntar. Había visto mi futuro.
-Seria una noche fuera de lo común si no lo hiciera,- Traté de sonar tranquila pero solo conseguí ponerme más nerviosa.
-No vamos a dejarte para que te lastime. Fin de la discusión,- Gruñó Edward.
-Edward, escucha,- Me acerqué hacia él apoyando mis manos en sus brazos. Miré a sus ojos, rogándole que me entendiera. -Iré contigo. Llevaré a Allie y pelearemos por la custodia y seré tuya. Hasta entonces debes confiar en mí. Debes dejar que las cosas entre Mike y yo sigan como siempre. No puedo dejar que esto afecte a Allie. Seria demasiado brusco si las cosas pasan ahora mismo.
Miró a mis ojos, en su rostro pude ver la batalla de sus emociones. Se debatía entre el deseo de quedarse, y probablemente matar a Mike, y el deseo de hacer las cosas lo mejor posible para Allie. Finalmente tomó mi rostro entre sus manos y se inclinó, besando mi frente y luego mis labios. -Esta bien, Bella.
-¿De verdad?
-De verdad- Me sonrió mi sonrisa favorita, -Pero lo digo de enserio, nunca mas va a lastimarte, Bella.
-Esta en la esquina, Edward,- Avisó Alice.
-¿Te veré pronto?- Pregunté, con dolor en mi voz.
-Antes de lo que crees,- Me sonrió, presionando sus labios contra los míos. Cerré mis ojos, dejándome llevar.
Cuando los abrí se habían ido.
Corrí escaleras arriba, sabiendo que tenía que despertar a Allie y explicarle algo muy importante antes de que hablara con Mike. Entré a su habitación y la levanté de la cama, cargándola en brazos. Sus ojos se abrieron de golpe ante el repentino movimiento, -Allie, mama necesita que le hagas un favor.
-¿Que?- Preguntó en medio de un bostezo. La senté en el borde de la cama y me arrodillé, mirándola a los ojos. Cuando estuve segura de que había despertado, hable;
-Necesito que guardes un secreto,- Al escuchar el misterioso tono de mi vos, sus ojos se abrieron.
-¿Qué secreto?
-No puedes decirle a papi sobre Edward o Alice,- Comencé, en su rostro vislumbre una mueca de decepción, -Ellos son viejos amigos de papa. Están aquí para sorprenderlo. No quieres arruinar la sorpresa ¿verdad?
-No, Mami,- Murmuró, sabia que estaba decepcionada, pero guardaría el secreto.
-Bueno, vamos bebé,- Me puse de pie tomando su pequeña mano entre la mía, -La cena esta lista y papa llego a casa.
-¡Papi!- Gritó cuando llegamos al pasillo. Escuché sus pasos resonar en la escalera y detenerse frente a la puerta de entrada.
Bajé lentamente por las escaleras, viendo a Allie tironear del pantalón de Mike, tratando de llamar su atención. El iba con una mano sobre su cabeza, mientras que en la otra sostenía la correspondencia. Leía detenidamente cada una, ignorando a Allie pero cuando me vio, dejó las cartas a un lado y tomó a mi hija en brazos dando vueltas en círculos, -¡Allie! ¿Qué tal te fue hoy?
Allie sonreía alegremente al recibir la atención que tanto se merecía, -Fue fabuloso papi.
-¿Hiciste algo en especial?
Allie se detuvo, mirándome rápidamente, -No.
Mike le creyó.
La dejó en el suelo y palmeo su cabeza rudamente. Ella le sonrió y corrió hacia la mesa. La seguí silenciosamente, tranquila. Mike nunca me lastimaría frente a ella.
Cenamos en silencio. Allie trató una o dos veces iniciar una conversación, pero Mike continuamente le callaba. Leía el periódico en la mesa, como lo hacia cada noche. Eventualmente Allie decidir que había tenido suficiente de la carne quemada y jugueteaba con los restos de su comida. Yo permanecía allí, sentada, con el plato lleno y el estomago vacío. No podía comer. Sabia que era lo que se venia luego de que dejase a Allie segura en su cama.
Entre toda la ansiedad, me había olvidado. Tonta, tonta Bella...había olvidado que Mike nos había visto. ¿Como un detalle tan importante había escapado de mi atención? Debería haberle pedido a Edward que se quedase. Debí haberle rogado que lo hiciera. Solo podía imaginar la clase de cosas que Mike me haría en la noche.
Todas las espantosas escenas, todas las horrorosas ideas corrían por mi mente mientras miraba fuera de la ventana de nuestro dormitorio. La cena había terminado y Mike había llevado a Allie a la cama. Solo esperé a que el dolor viniera a mí. No pasaría mucho tiempo desde que abriera la puerta para que comenzara a golpearme. Quizás me gritaría un poco esta vez, prolongando lo inevitable. Un día tan maravillosos debía tener algo negativo, de alguna forma. Mike era eso. Una consecuencia de mi felicidad.
-Te vi con él,- La voz de Mike sonó a mi lado. Me tambaleé lejos de la ventana, acorralándome contra la puerta más cercana. Me maravillaba ante mi habilidad de caminar hacia atrás y no caerme.
-¿Con quien, Mike? ¿De que estas hablando?- Inocente. Tenia que jugar al inocente. Era todo lo que podía hacer ahora. El avanzó hacia mí.
-¿Crees que no lo se?- Su voz sonaba frenética, casi podía decirse que eran ladridos. Se acerco mas, gritándome en la cara, -¡Eres una perra! ¡Una prostituta! ¿Crees que no te vi con el? ¡Ya te enseñare!
-Mike, no, por favor,- Susurré, levantando las manos en mi defensa. Las lágrimas salían a borbotones de mis ojos mientras hablaba una y otra vez. Me dejé hacer al piso, le miré aterrada. ¿Por qué había dejado que Edward se fuera? ¿En que había estado pensando?
-¡Debería echarte a la calle! ¡Debería sacarte a Allie!- Lanzó, su voz aumentando de volumen con cada palabra. Nunca me había gritado tanto. Me asustaba. Seguramente significaba que la golpiza seria tan fuerte como sus gritos. -Pero no haré eso. Voy a enseñarte a que me respetes. ¡Tu eres mía!
-Mike, vas a despertar a Allie.
-¿Y? Deja que la perrita se despierte para ver a la ramera de su madre llorar.- Se inclinó hacia mi, aun gritándome, -¿A quien mierda le importa? ¡Eres una basura! No eres nada. No me extraña que te haya dejado, estúpida perra. ¿Quién podría quererte?
-¡Cierra la boca!- Mi voz me sorprendió y mis ojos se abrieron de golpe. Me miraba con rabia en sus ojos.
Alzó sus puños y yo me abracé a mi cuerpo, preparándome para el inminente impacto. No seria una cachetada, como generalmente lo era. Seria duro y quizás en el lugar equivocado, fatal. Era consciente de las fragilidades de mi cuerpo. Su mano voló y ahogué un grito. En eso momento escuché un golpe y luego nada.
Por un momento me pregunté si el sonido había sido yo. Miré a Mike. Permanecía de pie frente a mí, el brazo aun levantado y los ojos en blanco. No estaba allí. Estaba inconsciente. Estuvo así por unos instantes antes de caer al suelo. Yacía inmóvil. Detrás de él, estaba Edward.
Los ojos de Edward miraban a Mike con furia y rabia. Me di cuenta de que estaba gruñendo, profiriendo bufidos encolerizados por la nariz. Fuera de eso, la habitación permanecía en silencio. Mis ojos se llenaron de miedo, mientras esperaba a que Edward me mirase.
Finalmente, sus ojos se encontraron con los míos, y mi favorita sonrisa jugaba en sus labios. Sus ojos permanecían negros, furiosos, -Te dije que nunca más iba a lastimarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario