- Bella POV –
Miré a Edward desde mi lugar en el suelo, incrédula, traté de moverme pero no pude. Permanecía aferrada a aquel lugar, mis ojos observando mi pecho subiendo y bajar agitadamente. Edward no se movió, pero podía ver la bronca que había en sus ojos mientras trataba de controlarse. Mis ojos se posaron en el inmóvil cuerpo de Mike y sentí una ola de emociones darme de lleno. La alegría y el alivio vinieron primero, pero no fueron nada comparados con las que los siguieron; terror y miedo.
-Tu…tu…- Mi voz sonaba extraña, distorsionándose a causa de los temblores de mi cuerpo. Mis manos se alzaron para cubrir mi boca. Un extraño sonido estrangulado sonó bajo mis manos.
-¿Bella?- Susurró Edward, su voz denotaba preocupación. Aun no se había movido. Permanecía allí, quieto. Como Mike.
-¡Lo mataste!- Le acusé, colgando la cabeza entre mis manos, -OH Allie ¡OH Dios! Van a pensar que yo lo maté. Van a…van a…
-Bella,- Volvió a susurrar Edward. Alcé mis ojos para verle a través de mis lágrimas. Ya no parecía una estatua. La furia de sus ojos había sido remplazada por un sentimiento similar al dolor. Acortó la poca distancia que había entre nosotros y se dejó caer de rodillas, abrazándome contra él, -OH Bella.
Sus intentos de calmarme solo alimentaban mi histeria.
-No puedo dejar a Allie,- Gemí con mi cabeza presionada contra su pecho, -¡Van a quitármela! van a pensar que fui yo quien lo mató. Van a llevársela...van a llevarse a Allie. OH, Dios, Edward.
Sollocé contra su pecho y su mano comenzó a acariciar mis cabellos. Aunque mi cuerpo seguía temblando, a causa de la histeria, me di cuenta de que algo más me sacudía. Su pecho vibraba con una sonrisa histérica. Alcé mi cabeza y le miré sorprendida, con los ojos bien abiertos, cuestionándome su salud mental; -¿Te parece gracioso todo esto?
-No, Bella. No,- Sonrió, apartando algunos mechones de pelo de mi rostro y besándome la frente. Sus ojos dorados brillaban con su sonrisa mientras que yo aun le miraba sorprendida. -Es solo que...siempre dices que no soy un monstruo realmente. Crees firmemente que tengo alma, y aun así...crees que lo maté...
-¿Acaso,- Me detuve, lanzando una mirada al inmóvil cuerpo de Mike, -¿Acaso no lo hiciste?-
Nuevamente, se sonrió, su cuerpo volvió a sacudirme con su sonrisa. Sus ojos brillaban, -No seas ridícula, Bella.
-¿Esta vivo?- Mi susurró sonaba aterrorizado.
-¿Quieres que cambie eso?- Su voz sonaba maravillada, las comisuras de sus labios se torcían en una sonrisa, -Todo lo que tienes que hacer es pedirlo, Bella.
Sabía que era verdad.
-No,- Respondí suavemente, mi voz sonaba insegura. -No me importó él. Estaba...feliz...de verlo muerto. Es que se que si repentinamente muriera…- Se desvaneció mi voz, quebrándose.
-Tú serias la sospechosa,- Terminó por mí.
Asentí, -No puedo hacerle eso a Allie.
-Lo se,- Susurró, besando nuevamente mi frente. -Alice me lo dijo cuando estábamos afuera. Fue lo único que me detuvo de matarlo.
Un escalofrío me recorrió la espina dorsal al escuchar el profundo tono de su voz. Entonces sus palabras tuvieron sentido, -¿Estaban afuera?- Pregunte, -¿No se habían ido?
Edward me rodó sus ojos y me dio mi sonrisa preferida, -Bella, parece como si no me conocieras en nada.
-Ha pasado tanto tiempo,- Susurré, -Creo que necesito un recordatorio.
-Deja que este sea tu recordatorio,- Susurró con un tono seductor. Sus labios atraparon los míos cuando los entreabrí para hablar. Su delicioso sabor invadió mi boca, envolviéndome y nublando mis pensamientos. No podía recordar que iba a decir. Lo único en lo que podía pensar era en él. En su sabor, en su esencia que me rodeaba. Mis labios se movían sobre los suyos, mientras respondía entusiasmadamente. Casi era conciente del dolor en mi pecho, la ardiente sensación de que mis pulmones debían recibir oxigeno. Lo había olvidado, pero él no. Edward lo recordó.
Obviamente.
Gemí en protesta cuando sus labios se separaron de los míos. Edward descansó su frente sobre la mía, respirando el aire que no necesitaba. Mi respiración era pesada. -Siempre estaré aquí, Bella. Me lo pidas o no, siempre estaré cerca para asegurarme de que estés a salvo.- Entonces se sonrió, estabilizando su respiración, -Recuerda eso.
-¿Y si vuelvo a olvidarlo?- Pregunté juguetonamente.
-Entonces te dejaré sin aliento,- Su voz aterciopelada envió descargas de electricidad a través de columna.
-¿Alice sigue allí?
-Esta esperando afuera,- Murmuró Edward, -Esta enfadada conmigo.
-¿Por qué?
Me miró con una pequeña sonrisa en sus labios, -Por sobreactuar.
-Gracias,- Susurré acariciando sus labios con los míos, -Por rescatarme. Por sobreactuar.
-Donde y cuando quieras.
-¿Quiere entrar?- Mis ojos se volvieron hacia la ventana.
-No,- Murmuró contra mis labios mientras sus manos se aferraban a mi cintura. -Se ira pronto.
-¿Tu también?
-Nunca,- Sonrió acercándome a él. -¿Después de eso? Probablemente adoptare la costumbre de esconderme en tu placard. De cualquier forma, no pienso perderte de vista.
-¿Aun después de que lo deje?- Mi voz sonó ansiosa.
-¿Vas a dejarlo?- La de él también
-Si,- Susurré, -Se lo diré en la mañana.
-¿Debo planear noquearlo otra vez?- Se sonrió y mis ojos fueron hacia el cuerpo inmóvil de Mike.
-¿Estas seguro de que no esta muerto?
-Desafortunadamente, no lo esta- Edward suspiró tristemente, -Estará desmayado hasta la mañana. Alice ya lo ha visto.- Se tocó la sien haciendo énfasis en lo que había dicho. Había estado leyendo su mente.
-¿Te quedaras esta noche?- Pregunté ansiosa. Si Mike no iba a despertar, era seguro. Aun si despertase, Edward me mantendría a salvo. No podría soportar separarme de el ahora.
-A decir verdad no iba a darte otra opción,- Sonrió tomándome en sus brazos y poniéndose de pie. Me acunó en su pecho, mirando a la cama matrimonial, -¿Quieres dormir aquí o en el cuarto de huéspedes?
-En la habitación de huéspedes.- No tenia ganas de dormir en la cama que había compartido con Mike durante tantos años. Edward se detuvo, su mirada ahora estaba fija en Mike. Había rabia en sus ojos y sabia que dentro de el se libraba una fuerte batalla entre el bien y el mal.
Finalmente dejó escapar un pesado suspiro, murmurando articuladamente cada una de las siguientes palabras, -¿Quieres que lo ponga en su cama?
-No,- Edward me miró sorprendido, -Deja que pase una noche en el suelo por una vez. Se lo merece.
-Estaba seguro de que me pedirías que lo pusiera en su cama.- Se sorprendió.
-No tienes idea de todas las que me ha hecho pasar,- Traté de sonar como si no fuera nada, más que un simple comentario, pero mi voz se quebró ante el recuerdo de todo lo que había vivido. Sentí el cuerpo de Edward pensionarse bajo del mío, un gruñido comenzaba a vibrar en su pecho. -No le tengo lastima. Solo por Allie.
-¿Ni un poco de lastima?
-No.
-¿Nada de nada?- Ahora trataba de esconder una sonrisa.
-Ni un poco,- Dije tratando de comprender su expresión ¿Por qué?
-Solo me preguntaba,- Dijo mientras su voz se perdía. Le miré expectante, esperando que se decidiera a decir lo que parecía querer decirme. Finalmente se giró hacia mí con una enorme sonrisa, -¿Puedo patearlo?
-¿Patearlo?- Alcé mi ceño sorprendida. Una sonrisa escapó de mis labios, -Mientras no lo despiertes…
Edward permaneció en silencio unos momentos, mirando fuera de la ventana. Entonces me di cuenta de que estaba obteniendo una respuesta por parte de Alice, -Veamos…- Hablo con su voz aterciopelada, caminando hacia Mike, -No, no le despertara.
Di un respingo cuando Edward le golpeó fuertemente el estomago a Mike con su pie. Mike gruñó adolorido, aunque posiblemente fue el aire escapando de sus pulmones. Mis ojos fueron hacia Edward, quien ahora tenia una expresión de alivio en su rostro, -Eso ayuda.
-Me imagino.
-Si quieres, Alice te puede llevar de compras,- Le miré aterrada y el se apresuró a continuar, -un par de botas con la punta de acero te servirán. La próxima vez que lo noqueé podrás darle unas cuantas patadas. Seguro que ayudara.
-No tienes que hacer eso,- Susurré, presionando mis labios contra su cuello. Escuché que su respiración se había entrecortado y sonreí, -Solo sálvame.
Edward me miró con pasión ardiendo en sus hermosos ojos. No respondió con palabras.
Solo un beso.
Decía todo lo que necesitaba oír.
Miré a Edward desde mi lugar en el suelo, incrédula, traté de moverme pero no pude. Permanecía aferrada a aquel lugar, mis ojos observando mi pecho subiendo y bajar agitadamente. Edward no se movió, pero podía ver la bronca que había en sus ojos mientras trataba de controlarse. Mis ojos se posaron en el inmóvil cuerpo de Mike y sentí una ola de emociones darme de lleno. La alegría y el alivio vinieron primero, pero no fueron nada comparados con las que los siguieron; terror y miedo.
-Tu…tu…- Mi voz sonaba extraña, distorsionándose a causa de los temblores de mi cuerpo. Mis manos se alzaron para cubrir mi boca. Un extraño sonido estrangulado sonó bajo mis manos.
-¿Bella?- Susurró Edward, su voz denotaba preocupación. Aun no se había movido. Permanecía allí, quieto. Como Mike.
-¡Lo mataste!- Le acusé, colgando la cabeza entre mis manos, -OH Allie ¡OH Dios! Van a pensar que yo lo maté. Van a…van a…
-Bella,- Volvió a susurrar Edward. Alcé mis ojos para verle a través de mis lágrimas. Ya no parecía una estatua. La furia de sus ojos había sido remplazada por un sentimiento similar al dolor. Acortó la poca distancia que había entre nosotros y se dejó caer de rodillas, abrazándome contra él, -OH Bella.
Sus intentos de calmarme solo alimentaban mi histeria.
-No puedo dejar a Allie,- Gemí con mi cabeza presionada contra su pecho, -¡Van a quitármela! van a pensar que fui yo quien lo mató. Van a llevársela...van a llevarse a Allie. OH, Dios, Edward.
Sollocé contra su pecho y su mano comenzó a acariciar mis cabellos. Aunque mi cuerpo seguía temblando, a causa de la histeria, me di cuenta de que algo más me sacudía. Su pecho vibraba con una sonrisa histérica. Alcé mi cabeza y le miré sorprendida, con los ojos bien abiertos, cuestionándome su salud mental; -¿Te parece gracioso todo esto?
-No, Bella. No,- Sonrió, apartando algunos mechones de pelo de mi rostro y besándome la frente. Sus ojos dorados brillaban con su sonrisa mientras que yo aun le miraba sorprendida. -Es solo que...siempre dices que no soy un monstruo realmente. Crees firmemente que tengo alma, y aun así...crees que lo maté...
-¿Acaso,- Me detuve, lanzando una mirada al inmóvil cuerpo de Mike, -¿Acaso no lo hiciste?-
Nuevamente, se sonrió, su cuerpo volvió a sacudirme con su sonrisa. Sus ojos brillaban, -No seas ridícula, Bella.
-¿Esta vivo?- Mi susurró sonaba aterrorizado.
-¿Quieres que cambie eso?- Su voz sonaba maravillada, las comisuras de sus labios se torcían en una sonrisa, -Todo lo que tienes que hacer es pedirlo, Bella.
Sabía que era verdad.
-No,- Respondí suavemente, mi voz sonaba insegura. -No me importó él. Estaba...feliz...de verlo muerto. Es que se que si repentinamente muriera…- Se desvaneció mi voz, quebrándose.
-Tú serias la sospechosa,- Terminó por mí.
Asentí, -No puedo hacerle eso a Allie.
-Lo se,- Susurró, besando nuevamente mi frente. -Alice me lo dijo cuando estábamos afuera. Fue lo único que me detuvo de matarlo.
Un escalofrío me recorrió la espina dorsal al escuchar el profundo tono de su voz. Entonces sus palabras tuvieron sentido, -¿Estaban afuera?- Pregunte, -¿No se habían ido?
Edward me rodó sus ojos y me dio mi sonrisa preferida, -Bella, parece como si no me conocieras en nada.
-Ha pasado tanto tiempo,- Susurré, -Creo que necesito un recordatorio.
-Deja que este sea tu recordatorio,- Susurró con un tono seductor. Sus labios atraparon los míos cuando los entreabrí para hablar. Su delicioso sabor invadió mi boca, envolviéndome y nublando mis pensamientos. No podía recordar que iba a decir. Lo único en lo que podía pensar era en él. En su sabor, en su esencia que me rodeaba. Mis labios se movían sobre los suyos, mientras respondía entusiasmadamente. Casi era conciente del dolor en mi pecho, la ardiente sensación de que mis pulmones debían recibir oxigeno. Lo había olvidado, pero él no. Edward lo recordó.
Obviamente.
Gemí en protesta cuando sus labios se separaron de los míos. Edward descansó su frente sobre la mía, respirando el aire que no necesitaba. Mi respiración era pesada. -Siempre estaré aquí, Bella. Me lo pidas o no, siempre estaré cerca para asegurarme de que estés a salvo.- Entonces se sonrió, estabilizando su respiración, -Recuerda eso.
-¿Y si vuelvo a olvidarlo?- Pregunté juguetonamente.
-Entonces te dejaré sin aliento,- Su voz aterciopelada envió descargas de electricidad a través de columna.
-¿Alice sigue allí?
-Esta esperando afuera,- Murmuró Edward, -Esta enfadada conmigo.
-¿Por qué?
Me miró con una pequeña sonrisa en sus labios, -Por sobreactuar.
-Gracias,- Susurré acariciando sus labios con los míos, -Por rescatarme. Por sobreactuar.
-Donde y cuando quieras.
-¿Quiere entrar?- Mis ojos se volvieron hacia la ventana.
-No,- Murmuró contra mis labios mientras sus manos se aferraban a mi cintura. -Se ira pronto.
-¿Tu también?
-Nunca,- Sonrió acercándome a él. -¿Después de eso? Probablemente adoptare la costumbre de esconderme en tu placard. De cualquier forma, no pienso perderte de vista.
-¿Aun después de que lo deje?- Mi voz sonó ansiosa.
-¿Vas a dejarlo?- La de él también
-Si,- Susurré, -Se lo diré en la mañana.
-¿Debo planear noquearlo otra vez?- Se sonrió y mis ojos fueron hacia el cuerpo inmóvil de Mike.
-¿Estas seguro de que no esta muerto?
-Desafortunadamente, no lo esta- Edward suspiró tristemente, -Estará desmayado hasta la mañana. Alice ya lo ha visto.- Se tocó la sien haciendo énfasis en lo que había dicho. Había estado leyendo su mente.
-¿Te quedaras esta noche?- Pregunté ansiosa. Si Mike no iba a despertar, era seguro. Aun si despertase, Edward me mantendría a salvo. No podría soportar separarme de el ahora.
-A decir verdad no iba a darte otra opción,- Sonrió tomándome en sus brazos y poniéndose de pie. Me acunó en su pecho, mirando a la cama matrimonial, -¿Quieres dormir aquí o en el cuarto de huéspedes?
-En la habitación de huéspedes.- No tenia ganas de dormir en la cama que había compartido con Mike durante tantos años. Edward se detuvo, su mirada ahora estaba fija en Mike. Había rabia en sus ojos y sabia que dentro de el se libraba una fuerte batalla entre el bien y el mal.
Finalmente dejó escapar un pesado suspiro, murmurando articuladamente cada una de las siguientes palabras, -¿Quieres que lo ponga en su cama?
-No,- Edward me miró sorprendido, -Deja que pase una noche en el suelo por una vez. Se lo merece.
-Estaba seguro de que me pedirías que lo pusiera en su cama.- Se sorprendió.
-No tienes idea de todas las que me ha hecho pasar,- Traté de sonar como si no fuera nada, más que un simple comentario, pero mi voz se quebró ante el recuerdo de todo lo que había vivido. Sentí el cuerpo de Edward pensionarse bajo del mío, un gruñido comenzaba a vibrar en su pecho. -No le tengo lastima. Solo por Allie.
-¿Ni un poco de lastima?
-No.
-¿Nada de nada?- Ahora trataba de esconder una sonrisa.
-Ni un poco,- Dije tratando de comprender su expresión ¿Por qué?
-Solo me preguntaba,- Dijo mientras su voz se perdía. Le miré expectante, esperando que se decidiera a decir lo que parecía querer decirme. Finalmente se giró hacia mí con una enorme sonrisa, -¿Puedo patearlo?
-¿Patearlo?- Alcé mi ceño sorprendida. Una sonrisa escapó de mis labios, -Mientras no lo despiertes…
Edward permaneció en silencio unos momentos, mirando fuera de la ventana. Entonces me di cuenta de que estaba obteniendo una respuesta por parte de Alice, -Veamos…- Hablo con su voz aterciopelada, caminando hacia Mike, -No, no le despertara.
Di un respingo cuando Edward le golpeó fuertemente el estomago a Mike con su pie. Mike gruñó adolorido, aunque posiblemente fue el aire escapando de sus pulmones. Mis ojos fueron hacia Edward, quien ahora tenia una expresión de alivio en su rostro, -Eso ayuda.
-Me imagino.
-Si quieres, Alice te puede llevar de compras,- Le miré aterrada y el se apresuró a continuar, -un par de botas con la punta de acero te servirán. La próxima vez que lo noqueé podrás darle unas cuantas patadas. Seguro que ayudara.
-No tienes que hacer eso,- Susurré, presionando mis labios contra su cuello. Escuché que su respiración se había entrecortado y sonreí, -Solo sálvame.
Edward me miró con pasión ardiendo en sus hermosos ojos. No respondió con palabras.
Solo un beso.
Decía todo lo que necesitaba oír.
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