Bueno en primer lugar me gustaría decirles que todo lo que se vaya a publicar en este blog son FanFics de crepúsculo, todos los personajes, espacios y demás cosas que aparezcan en cualquier libro de la saga son propiedad de Stephenie Meyer.
Los FanFics de crepúsculo no son de nuestra propiedad (Guadalupe Vulturi y Daniela Cullen) cada uno tiene su respectivo autor, y esta señalado en la descripción de cada FanFic. Tengan en cuenta que cualquiera de esos FanFics también se pueden encontrar en FanFiction.net u otro blog mientras tengan permiso de su autor.
Fuera de eso, no tengo nada más que decirles aparte de que disfruten su lectura.

Crepusculo

A partir de ese momento las cosas parecieron mejorar solas.
Edward estuvo atendiéndome durante un par de semanas en calidad de doctor, y Charlie quedó tan sorprendido con mi mejoría, hasta entonces impensable, que no opuso ningún problema cuando Edward le pidió cortésmente permiso para visitarme.
También me permitió regresar a la academia con la condición de que esta vez sería Edward y no Mike, viendo el desastroso resultado de la última vez, quien se encargaría de protegerme y de que mis modales y comportamiento fueran los correctos.
De eso habían pasado algunos pocos meses y números cambios y sonrisas.
En apenas unas semanas Edward paso de ser mi doctor a mi amigo, y finalmente mi novio. Lo que más me sorprendió fue que Charlie no puso ninguna pega en el momento en que Edward le aviso sobre sus intenciones para conmigo, quizá fuera que lo tenía demasiado idealizado desde el momento en que creyó que me había salvado la vida..., aunque realmente fue así como paso, solo que en otras circunstancias.
Pero realmente todo ello carece de importancia ¿por qué preocuparte del amargo pasado si tienes un hermoso sueño por vivir?
Mis relaciones con la familia de Edward han mejorado, claro, excluyendo a una brillante excepción, Rosalie continua ignorándome tan descaradamente como el primer día, aunque últimamente tengo al esperanza de que las miradas de odio estén disminuyendo a una por día, lo cual sería un alivio.
Por lo demás, me siento más en familia que nunca.
Esme, la encantadora madre e Edward, es el mayor ángel que haya conocido nunca. Desde el momento en que se entero de que mi madre me había abandonado cuando aun era bastante pequeña, tomo el firme propósito de sustituirla, cosa que ha logrado con creces, pues se ha convertido en una segunda madre para mi. Puedo contar con ella para lo que sea.
Carliste... bueno, ¿Qué decir de Carliste? Es la persona más sabía que conozco, aunque bueno, eso no es del todo extraño, contando que me supera por más de trescientos años. Jamás había conocido a una persona como él; se encarga de mantener el orden en su familia y de que su secreto permanezca a salvo. Y lo más impactante, su oficio de salvar vidas... Conviviendo con Edward he llegado a comprender en cierta medida cuan grande puede llegar a ser la necesidad o el impulso de beber sangre de un vampiro, pero a él parece no aceptarle, pues se enfrenta con pacientes y heridas que espantarían ha cualquiera, y sin embargo él ni se inmuta. Al igual que el resto de la familia, le admiró mucho, y creo que él también me ha cogido cariño.
Emmet, ¡ja! Emmet es Emmet. ¡Y pensar que llegue a asustarme de su aspecto feroz y fortachón! En realidad su carácter se asemeja mucho al de un oso de peluche muy grande, cariño, bromista, protector... es lo más parecido que he tenido nunca a un hermano mayor, y creo que él me en mi a su hermanita pequeña necesitada de protección. Lastima que Rosalie se disguste con él cada vez que me abraza... ¡ni siquiera Edward es tan celoso!
Luego esta Jasper, después de Rosalie es con el que menor relación tengo, pero no se puede compara a esta. En realidad es muy simpático, y se nota que adora Alice, haría cualquier cosa por ella. Conmigo, simplemente, se muestra prudente, es el que menos control tiene sobre sus instintos y creo que fue el propio Edward quien le previno que se alejara de mi.
Y por último... ¡Alice!
Bajita, delgada, con su extraña forma de vestir (ella asegura que se convertirá en normal dentro de unos cuantos años), con un pelo más negro que la mismísima noche y grácil como una gacela. Alice es mi hermana, no hay forma de describirla de otra manera. Lo compartimos todo, incluso sus aterradoras salidas a la ciudad para renovar su armario, aunque eso último lo hago obligada. Charlie también le tiene gran cariño a Alice, haría cualquier cosa que ella le pidiera, lo cual me es muy útil.
Si, Charlie también conoce a mi futura... digo nueva familia. La primera vez que los Cullem lo invitaron a cenar a su casa para celebrar mi restablecimiento se quedo enmudecido, y no fue para menos, la mansión de la familia de Edward dejaría en ridículo a la del padre de Mike, contando con que esa es la más grande y majestuosa del pueblo. Creo que ese también fue un motivo importante para que permitiera nuestra relación.
No obstante, la vida no es perfecta y he de admitir que aun hay una cosa que no he logrado: que Edward me convierta, o al menos que no se opongo por completo al hecho de que sea otro quien lo haga. Bien se yo que Alice estaría dispuesta a hacerlo, incluso Carliste, pero Edward los llegó a amanecer si se les ocurría hacer algo parecido.
No se por qué le da tanta relevancia al asunto. Él me ama, y yo lo amo a él por encima de todas las cosas, incluso mi vida, ¿qué hay de malo, entonces, en desear pasar la eternidad juntos? Todo, según él, aunque tampoco es capa de explicarme el contenido de esa palabra. Y lo peor es que en un par de días se acerca mi cumpleaños ¡cumpliré dieciocho años! Y el muy estúpido se atreve a felicitarme.
En el fondo se que no es algo tan horrible, hay muchas mujeres que se diferencian con su pareja en cosa de un años dos, lo que de verdad me molesta es que él sigue negándose del asunto, y si las cosas continúan así este no será mi último cumpleaños a su lado. Quién sabe, a lo mejor cuando cumpla los sesenta y tenga la cara tan llena de arrugas que podría hacerme pasar por su abuela, tal vez entonces, cuando mi muerte este tan próxima, aceda a convertirme... solo que sigue habiendo un problema, que yo, en ese caso, no lo voy a permitir. ¿Cómo podría condenar a Edward a vivir la eternidad al lado de una vieja?
Lo cual nos lleva al principio. La solución más sencilla ¿por qué simplemente no es capaz de verla? ¿por qué me obliga a estar día y noche matándome con el mismo pensamiento? ¿y por qué cada ápice de preocupación y enfado parecen desaparecer de mi cuerpo una vez el llega y me estrecha entre sus brazos? Es algo que espero no entender nunca.
- ¿Cómo estas, amor? ¿Me he tardado mucho? – los momentos en los que Edward se alejaba del pueblo para ir de caza eran los que más me mataban la cabeza con la misma preocupación, sin embargo en esta ocasión no se había tardado tanto como esperaba.
Correspondí a su abrazo y rápidamente busque sus labios. Una vez hube satisfecho mi anhelo fui capaz de encararle.
- ¿Cómo es que has regresado tan pronto? – pregunte extrañada a lo que él me miró decepcionado.
- ¿No te alegras? – parecía seriamente preocupado por esa posibilidad por lo que no pude contener una sonrisa.
- No sería yo misma si no lo hiciera – respondí y mi respuesta debió agradarle porque busco mis labios en un nuevo enlace. – Pero pensé que había ido de caza – insistí, una vez concluyó el beso.
- Dentro de tres días es tu cumpleaños – reconoció - ¿de verdad creías que te iba a dejar sola para ese momento? – pise los ojos en blanco él conocía mi opinión al respecto. – Vamos, Charlie me ha contado que antes disfrutabas con esa celebración - ¡maldito Charlie! ¿quién le manda hablar de más?
- Eso era antes – recalqué – ahora no soporto los cumpleaños y si de verdad me quisieras impedirías que se llevara a cabo el mío.
No había podido contener esa acusación, no después llevar horas dándole vueltas al tema, pero tal y como esperaba a Edward no le hizo ninguna gracia. Se separó de mi y me miró seriamente.
- Bella, ya hemos hablado de eso – lo había hecho, y sin ningún resultado.
- Pero... –traté de protestar.
- Jamás voy a transformarte Bella, seguirás siendo humana y yo continuaré a tu lado.
- Entonces no me transformes, deja que Alice o Carliste lo hagan por ti, estoy segura de que a ello no les importará hacerlo, a diferencia de ti, ellos si me quieren en su familia. – mis palabras iban directas a lastimarle, pero no podía evitarlo, estaba dolida, quizás Edward no me quisiera lo suficiente para transcurrir la eternidad conmigo.
- Eso no va a pasar, - negó – hablé con ellos y me prometieron que jamás harían algo parecido sin mi consentimiento.
- ¡Es mi decisión, Edward! –exclamé y de inmediato me arrepentí de haberlo echo. A esas horas de la noche mi padre estaba durmiendo, pero si despertaba y me encontraba a solas en mi habitación con Edward... bueno, las consecuencias podían ser terribles.
- ¡Maldición! – gruñó Edward y con un además me señalo la cama mientras el desaparecía por la ventana.
Me tumbe y me arropé entre las mantas, tratando que mi respiración sonara pausada y monótona. Escuché con el corazón palpitante como Charlie abría la puerta de la habitación y se detenía a escuchar mi aliento, no supe exactamente cuanto tiempo permaneció allí, y no me atreví a moverme hasta que la mano de Edward se poso en mi hombro.
Suspiré aliviada. El temor de que no regresará debido a nuestro enfado me hizo tomar el firme propósito de cambiar de tema. Me arroje a sus brazos y susurré:
- Perdóname, te he echado de menos.
- Yo también a ti – respondió, y sentí como sus músculos se relajaban al ver que no iniciaría un nuevo ataque.
- ¿Te quedarás a mi lado? – pregunté esperanzada.
- Si tu quieres...
- Siempre te querré a mi lado – fue la más sincera de mis respuestas.
Me tumbe en la cama y Edward me rodeó con sus brazos, tal cual era su costumbre.
- Cántame mi nana – susurré como una niña pequeña y pude adivinar como su boca se torcía debido a esa petición.
Con el sonido de la dulce música en mis oídos no tardé demasiado en quedarme dormida.
A la mañana siguiente Edward se marcho a su casa y yo me quede a desayunar con Charlie para pedirle permiso e irme a comer con "Alice" tal y como Edward había sugerido.
Pase la mañana con Edward en la Academia, costumbre algo incomoda debido a las constantes miradas envenenadas de Mike hacía Edward y esmécticas del Mike hacía mi.
A medio día Edward me acompaño a su casa para comer con Alice, tal como le había dicho a mi padre que haría. Lastima que ella se encontrara fuera y finalmente debiera conformarme a la compañía de mi novio.
Encontré a Edward algo preocupado. Cuando le pregunte me habló de unos extraños asesinatos que se estaban llevando en la cuidad, y su temor a que fueran provocados por un grupo de neofilos (N/a: se escribe así? No estoy muy segura xD), nuevos vampiros.
No obstante también me aseguró que no debía preocuparme, que eso no era cosa suya ni nuestra, que lo más probable sería que fueran los Volturi, una especie de realeza vampírica, según me explicó, los que se encargaría de todo. Por algún motivo que no supe explicar me exaltó la sensación de que era realmente eso lo que más temía.
Sin embargo no tuve demasiado tiempo para preocuparme, un día a solas con Edward era algo que no conseguía todos los días, y estaba dispuesta a aprovecharlo, cosa que hice minuciosamente.
Serían algo más de las ocho de la tarde. Edwrad estaba tocando en piano, y yo me encontraba a su lado, sobre el suelo, contemplándole embobada, cuando sentí como sus nudillos se tensaban y su cara se tornaba en un gesto bastante conocido, peligro. Algo estaba a punto de ocurrir.
- Edward ¿qué ocurre? – pregunte confusa, sin embargo en no respondió, sino que me tomó en brazos y echo a correr velozmente hacía la salida, por desgracia ya había dos personas esperando allí.
- Edward, supongo ¿no? – saludo una de ellas.
Pese a que su rostro no reflejaba ningún sentimiento pude sentir como sus músculos se tensaban mientras me liberaba del abrazo y me colocaba tras de él.
- ¿Y vosotros sois? – preguntó, aunque algo dentro de él me indicaba que ya conocía la respuesta.
- Mi nombre es Demetri, él es Felix, somos enviados de los Volturi – ante esa explicación un gemido escapo de mis labios; rece porque no llegará hasta sus oídos, aunque al parecer no dio resultado - es un placer para mi conocer al hijo, Carliste – dijo, pero sus ojos se hallaban fijos en los míos – aunque la verdad no esperaba interrumpir tu alimentación – comentó naturalmente con una sonrisa – Creo que no podríamos haber sido más inoportunos...
Edward estaba tensó, lo notaba, y ellos al parecer también. Algo dentro de mi me indicaba que acechaba el peligro, que ese día jamás debería haber acudido a la casa de Edward, pero ya era demasiado tarde.

1 comentario:

  1. Hermoso!!! pero como siempre nada es tan perfecto, llegarton los problemas para ellos!!!!

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