Los días transcurrieron lentamente, primero en mi cama, recuperándome, con un Charlie siempre dispuesto a atenderme. Después, poco a poco, fui capaz de abandonar el reposo y caminar por la casa. Mi padre estaba feliz por mi recuperación, tanto que hasta consintió que yo volviera a la Academia una vez estuviese respuesta del todo. Pero yo me negué a hacerlo.
No podía ir allí, a ese lugar, donde el vacío en el asintió continuo al mío no haría más que recordarme aquello que fue el mejor sueño de mi vida.Por otra parte, tampoco deseaba abandonar mi hogar. Verme rodeaba de árboles, vegetación y montes, tan solo serviría para avivar mi dolor, para recordarme lo muerta que estaba. Rodeada de ladrillos, inmersa en la oscuridad de mi hogar, al amparo de las sombras, allí me era más fácil seguir con los escasos restos de vida que me quedaban.
Por suerte Charlie no imaginaba nada de esto. Se contentaba con mi burda explicación de que aun me encontraba demasiado débil para salir a la calle, y que, además, los posibles comentarios de la gente me asustaban. ¡Como si a mi alguna vez me hubiera interesado lo que la gente pensara de mi!
Pero era mejor así. Mi padre estaba feliz creyéndome a mi feliz, y de ese modo, mi sacrificio merecía la pena.
No obstante, cuando baje a desayunar aquella mañana, algo más de dos semanas después de que Él se marchara, no pude evitar pensar que mi padre actuaba más raro que de costumbre, como si fuese su deseo hablarme pero no se atreviera a hacerlo.
- ¿Ocurre algo papá? – pregunte después de un tiempo en incomodo silencio. No es que me interesaran demasiados sus pensamientos, pero me incomodaba la forma en la que me observaba, analizándome. Cabía la posibilidad que descubriera algo que yo quería ocultar.
- No... no es nada – tartamudeo él, parecía haber sido sorprendido en una maniobra de ataque – Es solo que... bueno... ayer el joven Newton me comento... tú sabes, ha estado muy preocupado por tu salud... y bueno... él... quería saber si sería posible acudir a visitarte hoy en la tarde – pese al tartamudeo inicial, termino la frase muy rápidamente, como si deseara quitársela de encima. Lo mire sin hablar durante unos momentos – No es necesario que venga si tu no quieres – se apresuró a añadir – Le dije que no sabía si te encantarías lo suficientemente repuesta para recibir visitas, por lo que él rogó que le comunicara tu decisión en la mañana de hoy.
Durante un segundo estuve decidida a contestar con un inapelable "no". Sin embargo, tras ver de refilón las ansias y esperanzas que contenía mi padre, cambie esa respuesta por...
- Claro – los ojos de mi padre se abrieron de golpe, era evidente que no era aquello lo que esperaba. A decir verdad yo tampoco. No deseaba ver a Mike, ni a él ni a ningún otro u otra. Disfrutaba de mi soledad, allí donde dejaba a mi mente evadirse y no debía seguir portando la máscara de la vida. No obstante, ¿no había, acaso, decidido vivir, y portar esa máscara para la felicidad de Charlie? ¿Qué sentido tenía entonces negarse a algo que para mi no significaba nada, absolutamente nada, pero que a él lo haría feliz? – Estaré encantada de ver a Mike – fue mi respuesta.
- ¿De verdad? – pese al escepticismo no fue capaz de disimular su alegría.
- Por supuesto papá – corroboré, y forcé a mis labios hasta convertirlos en una sonrisa. No me disgustaba ver a Mike, o al menos no había mucha diferencia entre velo a él o estar en el sillón esperando al transcurso del día. No tenía sentimientos más halla de la indeferencia, y si eso haría a mi padre feliz lo haría, y no me costaría fingir la sonrisa.
- Me alegro mucho de que así sea, Bella – alabó, y después pareció dudar sobre si hablar o no hacerlo, yo lo alenté con la mirada – Bueno... tu sabes... yo no quiero forzarte a nada... pero... ese muchacho de veras esta interesado en ti... y... después de todo lo que ha ocurrido... digamos que te conviene estar a su lado...
En otros tiempo habría sonreído irónicamente por el oculto significado de sus palabras, sin embargo, en aquella ocasión tan solo alcance a asentir. Sentía que nada me importaba, si en ese instante mi padre me hubiera rogada que me casara con Mike, habría aceptado.
Es increíble lo muerta que se puede llegar a estar pese a que tu corazón siga latiendo. Ni siquiera me causaba repulsión imaginar cuando él llegara a tocarme y hacerme suya en la noche de bodas... de algún modo, el cuerpo que portaba ya no era mío, pertenecía a otra persona, le pertenecía a Él, pero como Él lo había despreciado, me tenía sin cuidado lo que le ocurriese de ahora en adelante.
Por suerte para mi, los planes de Charlie no llegaban tan lejos.
Tras un nuevo intercambio de pocas palabras, él marchó a su trabajo, del que se había ausentado varios días por permanecer a mi lado, pero al que había regresado recientemente tras asegurarse de que yo podía mantenerme en pie sin la ayuda de nadie.
Ocupe el resto de las horas hasta su vuelta en mi nuevo y único hobbie, la costura.
Siempre había odiado ese trabajo, prefiriendo aquellos que requerían más esfuerzo pero que mantenían el cuerpo y la mente activos y ocupados. Sin embargo ahora, que deseaba todo lo contrario, dedicaba horas y horas a tejer, permitiendo a mis dedos moverse por simple costumbre y a mi mente quedar en blanco hasta el momento en que mi padre regresaba a casa, cuando mi acentuación personal daba comienzo.
Aquella mañana logré terminar al fin el pesado abrigo de lana que vendría muy bien a Charlie durante el invierno, y estaba por comenzar un gorro a juego, cuando el relinchar de un caballo, me indico que mi padre ya había regresado, y probablemente no vendría solo.
Costosamente, forcé a mis manos a detenerse en su hilar, y poco a poco mi rostro se ensanchó en una falsa sonrisa, mientras mi mente repasaba el dialogo que me tocaba interpretar.
- Papá, me alegra ver que ya regresaste, logré terminar tu abrigo, ¿sabes? – salude a mi padre una vez este abrió la puerta de la sala en la que yo me encontraba. Instantes después mi vista se poso en la figura que lo acompañaba – Mike – asentí levemente con la cabeza, en señal de reconocimiento, pero, por alguna razón, mi estómago dio un vuelco de repulsión cuando el tomo mi mano hasta conducirla a sus labios. Me sobresalte, era la primera emoción real que sentía en más de dos semanas.
- Bella – saludo él, en vista de mi repentino silencio – es un placer para mi comprobar que ya estas recuperada. Estuve verdaderamente preocupado estos días, después de que tu padre me contara sobre lo ocurrido.
- También yo me alegro de verte, Mike – afirme tratando de no atragantarme con las palabras. – No debiste preocuparte tanto por mi. Me siento halagada.
Claramente mis palabras causaron un fuerte impactó en el joven, acostumbrado a que yo siempre marcara los limites existentes entre nosotros con palabras tales como "amigo" o "compañero"... No obstante, tras la primera sorpresa, pareció agradarle mi cambio, pues sonrió y tomo mi mano hasta conducirme al asiento.
Trascurrimos varias horas hablando, en compañía de mi padre. Tantas que incluso este invitó a Mike a cenar, invitación que aceptó rápidamente.
Por mi parte, no halle gran diferencia entre pasar la tarde en compañía de Mike y mi padre que hacerlo tan solo con este último. Las conversaciones era igual de estúpidas y sin provecho, y yo trataba de atender lo más gentilmente posible y responder a sus preguntas.
Tras algún tiempo estuve tentada a pedir disculpas y retirarme, pues después de tantas horas hablando rodeada de voces, la cabeza empezaba a dolerme. Ansiaba la soledad y el silencio que me proporcionaría mi cuarto, allí donde poder recostarme y olvidarme de todo, incluso de mi misma. Sin embargo, al ver los brillantes ojos y la feliz sonrisa que Charlie portaba, fui incapaz de hacerlo. Al fin y al cabo, no me era imposible aguantar un poco más.
En aquellos momentos no podía imaginar la conclusión de esa pacifica cena, ni los acontecimientos que provocaría las inocentes y simples palabras que pronunció Mike en ese instante.
- Y Bella, ¿volverás a la Academia una vez te hallas repuesto del todo? – sus palabras eran suaves y cuidadas, y parecía interesado.
Yo dirigí la vista hacía mi padre, esperando que él negara esa posibilidad, sin embargo lo único que hizo fue levantar sus cejas, interrogante, otorgándome la posibilidad de elegir. Suspire y dije:
- No creo que lo haga, Mike – note como me miraba extrañado, y trate de inventar una explicación – Me he dado cuenta de que... no es... lo más indicado, para una señorita decente.
Por su expresión deduje que no estaba satisfecho con mi respuesta, algo natural teniendo en cuenta que iba contra todo aquello en lo que yo creía. No obstante, la dura expresión de mi rostro le indico que lo mejor era abandonar el tema.
- Claro... – aceptó intimidado – tal vez sea lo mejor... – le mire glacial, y él apartó la vista en seguida tratando de cambiar de tema – Quizá resulte que al final me quedare yo solo en las clases... – dijo eso tratando de causar unas risas y desviar la atención; por desgracia, eso no fue posible con la pregunta que formuló mi padre.
- ¿Solo? ¿Por qué lo dices? – algo dentro de mi se rompió con esas palabras, pero no supe que es lo que era exactamente hasta escuchar la respuesta.
- Oh... Bueno, Bella no es la única en abandonar las clases... Cullem..., quiero decir Edward – especifico tratando que mi padre lo entendiese – el hijo del doctor Cullem, también lleva varios días sin acudir.
- Si... – respondió mi padre – ya me han comentado que el padre tampoco ha acudido al trabajo... se dice que... – sin embargo calló de repente, y supe que era porque sus ojos al fin me había localizado.
Temblaba, mi cuerpo temblaba fuertemente, y yo no podía evitarlo. Sentía como mi corazón se rasgaba por la mitad, sentía la herida palpitando en mi pecho, mi boca llenándose de sangre, y un terrorífico e insoportable dolor asentándose en mi cuerpo.
Jadeaba, apenas podía respirar. No comprendía bien el motivo de mi reacción, el nombre de Edward no debía bastar para provocarme ese estado, sin embargo no podía controlarlo, y el dolor era tan fuerte que me impedía pensar.
Me rompía, me rompía a pedazos, y estaba vez no quedaría máscara alguna, de echo ya no quedaría nada de mi. Apenas escuche la voz asustada de mi padre llamándome:
- ¡Bella! Bella, hija, ¿estas bien? ¿qué te ocurre? – tampoco me percate de cómo Mike trataba de sacudirme en busca de alguna reacción.
No podía pensar en nada, solo quería morir, morir para aliviar el dolor, porque el dolor era insoportable, el peor dolor que había experimentado en toda mi vida. Lo único que deseaba era apagarlo.
Instintivamente mis ojos se posaron en el cuchillo de la cena, aun inconclusa. Esa era la mejor forma de aliviarme, si me travesaba el pecho con él, si derramaba toda mi sangre sobre él, el dolor se extinguiría dando paso al vacío.
Temblorosa, mi mano se dirigió hacía él, sin embargo, en el momento en que mis dedos rozaron su mango, un deje de cordura regreso a mi mente. Yo no podía hacer eso, no debía hacer eso, eso sería un crimen, un terrible crimen..., pero tampoco podía resistir el dolor.
Dudosa, sintiendo como el cerebro estallaba en mi cabeza, retire la mano del filo en un rápido movimiento, conduciéndola hasta mi boca, rezando porque, el dolor físico, fuera suficiente para resistir el suicidio.
Introduje el puño cerrado en mi boca, y mis dientes se cerraron con fuerza sobre la piel, al mismo tiempo que mi garganta liberaba el más profundo y desgarrador gemido que había escuchado jamás.
El sabor de mi sangre endulzo mi lengua, y la garganta me ardía a causa del esfuerzo de mis cuerdas vocales. El aire escaseaba en mis pulmones, ya que mi puño no le daba entrada, y, finalmente, todo desapareció ante mis ojos, sumergiéndome en una penetrante oscuridad que logró acabar con todo, incluso mis recuerdos.
Mi sueño debió ser bastante largo y profundo, ya que en ocasiones oía voces o pasos a mi alrededor..., otras veces solo escuchaba el silencio.
Alguna parte de mi mente sabía que estaba durmiendo, y sin embargo, se negaba a despertar, pues, por alguna razón, intuía que al hacerlo un gran dolor me volvería a invadir, a pesar de no recordar el origen del mismo.
Había intentado salir adelante, más no había funcionado.
Me convencía mi misma de que lo más fácil sería continuar durmiendo, continuar vagando entre la oscuridad, hasta que llegara el momento que esta me consumiera.
Y así habría sido, de no ser por el sonido susurrante de una música ya conocida, que llegó hasta mi en sueños, meciéndome entre sus notas..., sanando mis heridas..., borrando mis miedos..., obligándome a despertar.
Abrí los ojos lentamente, y ni siquiera fui capaz de recordar lo sucedido durante las últimas semanas. La apacible melodía me atraía hacia ella, hacía su origen, hechizando mis sentidos, haciendo que todo desapareciera además de ella.
No podía ser, era imposible, y sin embargo mi cuerpo se tenso al instante, al mismo tiempo que mi rostro giraba en busca del origen del sonido que embriagaba mis oídos.
Sus ojos dorados deslumbraban en la oscuridad, e incluso sus blanquecinos dientes y su piel nivea, me eran divisables a través de la negrura. No podía ser, era imposible, un sueño..., y sin embargo, nada importaba.
Hechizaba como estaba por la música, no me sobresalte cuando sus brazos rodearon los míos con suma ternura, tampoco lo hice cuando sus labios se introdujeron en los míos, colmándolos de amor..., y ternura.
Sin ser plenamente consciente de lo que sucedía, pero tampoco molestándome en averiguarlo, correspondí su abrazo estrechándolo contra mi, en afán de retenerlo siempre conmigo, ya bien fuera una realidad una fantasía, ya bien estuviese muerta y este fuera mi cielo...
Todo carecía de importancia, lo único que sentía, es que él se hallaba conmigo, estrechándome entre sus brazos.
Que bien!!!! Edward Aparecio!!!!!!
ResponderEliminarDónde estaba???? y ahora Bella como va ir a la Academia??? Me muero por la incertidumbre....