Lo que quedaba de semana y la siguiente transcurrió normal, sin nada digno de mención. Edward se mantenía fiel a su postura, fuese la que fuera la que hubiese tomado, y yo trataba de ignorarle en las clases, concentrando toda mi atención sobre el profesor. El resto del día procuraba no pensar en él demasiado, al fin y al cabo tan solo había convivido con él un par de días, no tenía porque resultarme tan difícil regresar a mi rutina normal.
Era viernes y las clases habían finalizado. Al día siguiente mi tortura tendría lugar.
- Bella – me llamó Mike segundos después de que el profesor hubiera abandonado él aula. No me dio tiempo a girarme, él ya se encontraba a mi lado – ¿a qué hora quieres que te pase a recoger mañana?
- No lo se Mike… - ¿acaso no se cansaba de ser tan insistente? Sin embargo, durante una fracción de segundo, mi atención recayó sobre aquel que me había ignorado toda aquella semana, y quien para mi sorpresa, no había abandonado la clase instantes después de que esta concluyera, tal y como era su costumbre, sino que, extrañamente, ejercitaba deliberados lentos movimientos mientras, según me pareció, se mantenía atento a mi conversación con Mike. Sacudí la cabeza, probablemente me lo estaba imaginando. Él ya había dejado clara su postura. Regrese mi atención a mi posesiva "pareja" de baile – Había pensado que acudiría allí con mi padre – Parecía decepcionado, trate de excusarme - Ya sabes, no creo que sea bien visto si hacemos el camino los dos solos. – Pareció entender pues su expresión se animo – No te preocupes – lo alenté con una falsa sonrisa – trataré de llegar lo antes posible. – Eso último pareció animarle.
- ¡Estupendo! – Parecía satisfecho, y me asusto el echo de haberle dado demasiadas esperanzas, a fin de cuentas tan solo me había mostrado amable… - Entonces nos vemos allí – asentí, ahora con menos entusiasmo – Ahora he de irme para terminar de prepararlo todo. Prometo que lo pasaras estupendamente. – para mi desaliento, justo al acabar esas palabras, mi mano quedó atrapada entre las suyas, y tuve claro lo que pensaba hacer. Resistí el impulso de apartarla de golpe, al fin y al cabo ya lo había echo antes, solo que en esa ocasión, Edward no se encontraba presente.
Tonta más que tonta, me dije. Él ya había dejado clara su postura y aunque no sabía con exactitud cual era esta, lo que si estaba claro era que no me incluía en sus planes. Yo solo había supuesto una molestia para él, ahora no era nadie. Y lo mismo debía ser él para mí, absolutamente nada; ni siquiera nadie, pues lo más seguro es que el no fuera humano, quizá algún experimento mal echo.
Mis pensamientos eran crueles, pero eran la única manera de auto convencerme de que Edward Cullen no representaba ningún sentimiento dentro de mí. Tal vez fuera por esta razón que sonreí con tanto entusiasmo en el instante que Mike poso sus labios sobre la suave piel de mi mano, y que acerque mi mano hasta su frente para acariciar un pequeño cabello de pelo que caía por ella una vez la suya me hubo soltado.
Por la expresión de Mike deduje que estaba en el cielo, y un torrente de culpa me inundó de nuevo mientras este se volvía de espaldas a mi y caminaba hasta la puerta, donde se giraba una ultima vez para despedirse.
Me mordí el labio fuertemente como auto castigo, reprendiendo mentalmente por mi egoísmo mientras me inclinaba a recoger el resto de libros esparcidos sobre mi mesa. Sin embargo, una sedosa y reconocida voz, se encargó de liberarme de mi ensimismamiento.
- Parece que no me equivocaba en mis suposiciones sobre Mike – el susto inicial, dio paso al alivió, y luego a la furia. No me podía creer que fuera tan caradura de volver a hablarme, y la alegría que sentí al escuchar de nuevo su perfecta voz dirigida a mí, se perdió instantáneamente al reconocer el significado de sus palabras. – Se os ve muy unidos – comentó mordazmente.
Me gire furiosa, dispuesta a encararle, pero con cuidado de no mirarle a los ojos, pues sabía el efecto que estos producían en mí. Ya tenía suficiente con los estúpidos latidos del corazón, dispuestos siempre a delatarme, incluso en esta ocasión.
- Eso – recalqué la palabra – no es asunto tuyo. – mi respuesta fue más seca de lo que esperaba, pero era mejor así, no deseaba hacerme ilusiones con que él volviera a hablarme, para que luego dejara de hacerlo al día siguiente, como ya había ocurrido.
- Cierto… - susurró, y estuve segura que no iba dirigido a mi.
- Además, ¿no se supone que me ignorabas? – tenía que hacerlo, tenía que desquitarme, de essa forma era más fácil.
- Sería lo mejor para ti – su respuesta me irrito. Había sido demasiado ilusa al esperar una disculpa, o al menos un "no lo volveré a hacer."
Mis ojos se llenaron de lagrimas, solo que esta vez fueron de rabia. Apreté los puños fuertemente, resistiendo el impulso de abofetearlo, a sabiendas de que, si lo hacía, me dolería más a mi que a él.
Furiosa, tomé mi maletín, y abandone el aula rápidamente, sin volver la vista atrás.
- ¡Maldito sea! – proteste, una vez me encontré a una distancia lo suficientemente apartada de sus oídos y del resto de la gente del pueblo. – "Cosa" engreída. – Deseaba que escuchara mis palabras, aunque jamás me habría atrevido a pronunciarlas frente a él. Fue por ese motivo que me sobresalto tanto escuchar una sedosa risa burlona a mis espaldas, sin embargo, cuando me gire para comprobarlo, tan solo los árboles y el silencio me rodeaban.
Fantástico, ahora resultaba que padecía alucinaciones.
Suspirando y negando con la cabeza apresuré el paso hasta llegar a casa, deseosa de sumergirme de nuevo en mi ejemplar de Romeo y Julieta, el cual se encontraba en la parte más que más me gustaba de todas, cuando Romeo le declara a Julieta su amor por primera vez.
Prepare la comida a Charlie y transcurrí el resto del día perdida entra las rimas y versos de Shakespeare. La noche fue lo peor del día.
Mi sueño con Edward volvió a repetirse, esta vez con mayor intensidad de la acostumbrada. Por mucho que corría tras él y le llamaba, él nunca se detenía a mi lado. La diferencia fue que esta vez entró en escena un nuevo personaje, Mike. Le odie por ello.
Milagrosamente Edward había detenido su carrera, y tendía los brazos para recibirme, sin embargo justo en el momento en que comenzaba a correr hacía él, segura de que esta vez lo conseguiría, Mike aparecía y se interponía entre nosotros, tomándome del brazo y la cintura y reteniéndome a su lado. Deseaba gritar y decirle a Edward que me salvara, pero por mucho que lo intentaba mi voz se había perdido, y lo único que podía hacer era sonreír, obligada, como si la situación me complaciera. Ante eso su rostro se entristecía, y el dolor de sus ojos me era patente. Deseaba llorar, pero mis ojos estaban secos, y la sonrisa de mi rostro no se desvanecía. Finalmente el cuerpo de Edward era atraído hacía el lado opuesto de la habitación, desvaneciéndose a través de la pared, sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo.
Desperté aterrada, más que de costumbre, y me costo un tiempo convencerme a mi misma de que solo había sido un sueño, nada real. Cuando al fin mi pulso se tranquilizó, el Sol ya amenazaba por el horizonte.
Resignada y enfadada conmigo mismo por no ser capaz de controlar mis sueños sobre Edward, me incorpore de la cama y me abrigue con una bata. Si aquella tarde debería acudir a ese estúpido baile enfundada en un ridículo vestido, lo menos que merecía era disfrutar de algo de libertad durante el resto del día, y odiaba la presión que ejercían sobre mí esos trajes, sin contar mis entupidas redecillas personales con los corsés.
Tratando de no pensar demasiado en el suplicio que me esperaba, baje a la cocina, donde encontré a Charlie desayunando. No me gusto el modo en que examinaba mi aspecto descuidado. De seguro iba a protestar contra él.
- Isabella, ¿no crees que vas un poco descocada? – no me equivoqué. Suspire quedamente antes de contestar.
- Dentro de nada tendré que comenzar a prepararme para el baile, de este modo es más rápido – expliqué, rezando por qué no preguntara sobre ese, "cuando" exactamente.
No obstante, tal y como yo esperaba, la mención del baile le distrajo por completo de sus otros pensamientos.
- Si, por supuesto – aceptó en tono demasiado entusiasta. – Estoy segura de que lo pasaras estupendamente con el joven Newton, es un muchacho muy agradable y educado, eso, sin mocionar su buena familia. –asentí levemente, tratando en vano de mantenerme parcial. No funciono - ¿Tú que opinas?
- Es agradable – conteste a regañadientes – pero demasiado posesivo. – "Demasiado" era quedarse conto.
- Pero eso significa que le gustas en serio – replicó. Mi padre lograba hartarme cuando se comportaba de ese modo.
- Genial – dije – has encontrado el problema.
- Vamos Isabella – sacudió la cabeza apesadumbrado - ¿no querrás convertirte en una solterona? – sonaba a amenaza.
- Prefiero ser una solterona a casarme con Mike – respondí secamente. Sin embargo decidí que era mejor aparcar la discusión por el momento – Ya sabes papa… apenas le conozco. Esta noche podré tratarlo un poco más.
Charlie suspiró resignado, pero algo más satisfecho. Yo termine el desayuno en cuanto pude y me excuse para retirarme. Dedique el resto de la mañana y parte de la tarde a realizar los deberes que le profesor nos había mandando. Al menos mis notas en la academia eran buenas, y el señor Manson comenzaba a tomarme en serio.
El atardecer me sorprendió rápidamente, y no me quedo más remedio que aceptar la pesadilla y vestirme para encararla de frente. Me coloque un vestido azulado, de tela sedosa y escote en diagonal por el pecho. Recogí mi pelo en un moño, dejando algunos mechones de pelo cayendo libremente sobre mi rostro. En apenas media hora ya estaba lista.
Baje al salón, donde me esperaba Charlie. Para mi sorpresa me miró con aprobación.
- Estas preciosa, Isabella – me ensalzó. Su rostro se veía orgulloso.
- Gracias – acepte sonrojada, no estaba acostumbrada a sus halagos. - ¿Vamos?
Asintió levemente y me tendió el brazo para guiarme hasta el carruaje, yo se lo cogí gustosa, agradeciendo su ayuda a la hora de subir, dado que de otro modo, estaba segura, habría terminado en el suelo, impregnada de barro y ramitas e incapaz de asistir al baile. Mirándolo desde esa óptica, no sanaba tan malo.
Sacudí la cabeza. Ya había aceptado el ir, y ahora debería cumplir mi palabra.
No tardamos mucho en llegar. El hogar de los Newton era con diferencia la casa más elegante de las que yo había visto desde mi llegada a forks, aunque si la comparaba con algunas otras de Phoenix, no parecía gran cosa.
Para alegría de mi padre y mortificación mía, Mike se encontraba en la entrada, esperándome, supuse.
Debía reconocer que se veía especialmente bien vestido de gala, pero mi mente no pudo evitar recordar a aquella otra persona que se veía irremediablemente mejor vestido con cualquier otra cosa. Sacudí la cabeza. Aquello era una tontería.
Concentré mis esfuerzos y sonreí a Mike, quien me tendió su brazo para ayudarme a bajar del carruaje. Acepte agradecida, pero retiré la mano antes de que se le ocurriera algo más que hacer con ella. Mi gesto no le paso desapercibido.
- ¿Estas contenta? – preguntó dudoso. Me sentí mal y trate de sonreír.
- Claro – dije, y luego añadí el único comentario sincero que aliviaría la situación – Tienes una casa preciosa, Mike – mi voz sonó entusiasta y a él pareció convencerle.
- Espera a que veas el salón – me comentó, al mismo tiempo que me tendía su brazo para acompañarme adentro. Yo lo tome resignada.
Realmente el interior de la casa de Mike era tan hermoso como podía predecirse en la entrada. El salón estaba radiantemente decorado y varios candelabros alumbraban la estancia. Debo reconocer que me maree un poco ante la cantidad de personas que inundaba la estancia, pero Mike se encontraba demasiado dichoso a mi lado para percibirlo.
En ese momento, anunciaron la cena, y tanto él como yo nos dirigimos a los asientos próximos a la cabecera de la mesa.
Aquella pensé, sería una larga noche. No tenía ni idea de cuanto.
Lo peor eran las noches. Ahí era cuando mi subconsciente tomaba el mando y yo no era capaz de alejarlo de mis pensamientos. Mi sueño con él se repetía, pero conforme ocurría en la realidad, sus ojos se tornaban más oscuros a cada día que pasaba. No había manera de huir de ellos.
Por lo demás, todo sucedió relativamente fácil. Los días se sucedían y el gran esperado acontecimiento se acercaba, baile de los Newton, al que yo había accedido a ir con Mike, tal y como este se encargaba el recordarme siempre que podía.Era viernes y las clases habían finalizado. Al día siguiente mi tortura tendría lugar.
- Bella – me llamó Mike segundos después de que el profesor hubiera abandonado él aula. No me dio tiempo a girarme, él ya se encontraba a mi lado – ¿a qué hora quieres que te pase a recoger mañana?
- No lo se Mike… - ¿acaso no se cansaba de ser tan insistente? Sin embargo, durante una fracción de segundo, mi atención recayó sobre aquel que me había ignorado toda aquella semana, y quien para mi sorpresa, no había abandonado la clase instantes después de que esta concluyera, tal y como era su costumbre, sino que, extrañamente, ejercitaba deliberados lentos movimientos mientras, según me pareció, se mantenía atento a mi conversación con Mike. Sacudí la cabeza, probablemente me lo estaba imaginando. Él ya había dejado clara su postura. Regrese mi atención a mi posesiva "pareja" de baile – Había pensado que acudiría allí con mi padre – Parecía decepcionado, trate de excusarme - Ya sabes, no creo que sea bien visto si hacemos el camino los dos solos. – Pareció entender pues su expresión se animo – No te preocupes – lo alenté con una falsa sonrisa – trataré de llegar lo antes posible. – Eso último pareció animarle.
- ¡Estupendo! – Parecía satisfecho, y me asusto el echo de haberle dado demasiadas esperanzas, a fin de cuentas tan solo me había mostrado amable… - Entonces nos vemos allí – asentí, ahora con menos entusiasmo – Ahora he de irme para terminar de prepararlo todo. Prometo que lo pasaras estupendamente. – para mi desaliento, justo al acabar esas palabras, mi mano quedó atrapada entre las suyas, y tuve claro lo que pensaba hacer. Resistí el impulso de apartarla de golpe, al fin y al cabo ya lo había echo antes, solo que en esa ocasión, Edward no se encontraba presente.
Tonta más que tonta, me dije. Él ya había dejado clara su postura y aunque no sabía con exactitud cual era esta, lo que si estaba claro era que no me incluía en sus planes. Yo solo había supuesto una molestia para él, ahora no era nadie. Y lo mismo debía ser él para mí, absolutamente nada; ni siquiera nadie, pues lo más seguro es que el no fuera humano, quizá algún experimento mal echo.
Mis pensamientos eran crueles, pero eran la única manera de auto convencerme de que Edward Cullen no representaba ningún sentimiento dentro de mí. Tal vez fuera por esta razón que sonreí con tanto entusiasmo en el instante que Mike poso sus labios sobre la suave piel de mi mano, y que acerque mi mano hasta su frente para acariciar un pequeño cabello de pelo que caía por ella una vez la suya me hubo soltado.
Por la expresión de Mike deduje que estaba en el cielo, y un torrente de culpa me inundó de nuevo mientras este se volvía de espaldas a mi y caminaba hasta la puerta, donde se giraba una ultima vez para despedirse.
Me mordí el labio fuertemente como auto castigo, reprendiendo mentalmente por mi egoísmo mientras me inclinaba a recoger el resto de libros esparcidos sobre mi mesa. Sin embargo, una sedosa y reconocida voz, se encargó de liberarme de mi ensimismamiento.
- Parece que no me equivocaba en mis suposiciones sobre Mike – el susto inicial, dio paso al alivió, y luego a la furia. No me podía creer que fuera tan caradura de volver a hablarme, y la alegría que sentí al escuchar de nuevo su perfecta voz dirigida a mí, se perdió instantáneamente al reconocer el significado de sus palabras. – Se os ve muy unidos – comentó mordazmente.
Me gire furiosa, dispuesta a encararle, pero con cuidado de no mirarle a los ojos, pues sabía el efecto que estos producían en mí. Ya tenía suficiente con los estúpidos latidos del corazón, dispuestos siempre a delatarme, incluso en esta ocasión.
- Eso – recalqué la palabra – no es asunto tuyo. – mi respuesta fue más seca de lo que esperaba, pero era mejor así, no deseaba hacerme ilusiones con que él volviera a hablarme, para que luego dejara de hacerlo al día siguiente, como ya había ocurrido.
- Cierto… - susurró, y estuve segura que no iba dirigido a mi.
- Además, ¿no se supone que me ignorabas? – tenía que hacerlo, tenía que desquitarme, de essa forma era más fácil.
- Sería lo mejor para ti – su respuesta me irrito. Había sido demasiado ilusa al esperar una disculpa, o al menos un "no lo volveré a hacer."
Mis ojos se llenaron de lagrimas, solo que esta vez fueron de rabia. Apreté los puños fuertemente, resistiendo el impulso de abofetearlo, a sabiendas de que, si lo hacía, me dolería más a mi que a él.
Furiosa, tomé mi maletín, y abandone el aula rápidamente, sin volver la vista atrás.
- ¡Maldito sea! – proteste, una vez me encontré a una distancia lo suficientemente apartada de sus oídos y del resto de la gente del pueblo. – "Cosa" engreída. – Deseaba que escuchara mis palabras, aunque jamás me habría atrevido a pronunciarlas frente a él. Fue por ese motivo que me sobresalto tanto escuchar una sedosa risa burlona a mis espaldas, sin embargo, cuando me gire para comprobarlo, tan solo los árboles y el silencio me rodeaban.
Fantástico, ahora resultaba que padecía alucinaciones.
Suspirando y negando con la cabeza apresuré el paso hasta llegar a casa, deseosa de sumergirme de nuevo en mi ejemplar de Romeo y Julieta, el cual se encontraba en la parte más que más me gustaba de todas, cuando Romeo le declara a Julieta su amor por primera vez.
Prepare la comida a Charlie y transcurrí el resto del día perdida entra las rimas y versos de Shakespeare. La noche fue lo peor del día.
Mi sueño con Edward volvió a repetirse, esta vez con mayor intensidad de la acostumbrada. Por mucho que corría tras él y le llamaba, él nunca se detenía a mi lado. La diferencia fue que esta vez entró en escena un nuevo personaje, Mike. Le odie por ello.
Milagrosamente Edward había detenido su carrera, y tendía los brazos para recibirme, sin embargo justo en el momento en que comenzaba a correr hacía él, segura de que esta vez lo conseguiría, Mike aparecía y se interponía entre nosotros, tomándome del brazo y la cintura y reteniéndome a su lado. Deseaba gritar y decirle a Edward que me salvara, pero por mucho que lo intentaba mi voz se había perdido, y lo único que podía hacer era sonreír, obligada, como si la situación me complaciera. Ante eso su rostro se entristecía, y el dolor de sus ojos me era patente. Deseaba llorar, pero mis ojos estaban secos, y la sonrisa de mi rostro no se desvanecía. Finalmente el cuerpo de Edward era atraído hacía el lado opuesto de la habitación, desvaneciéndose a través de la pared, sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo.
Desperté aterrada, más que de costumbre, y me costo un tiempo convencerme a mi misma de que solo había sido un sueño, nada real. Cuando al fin mi pulso se tranquilizó, el Sol ya amenazaba por el horizonte.
Resignada y enfadada conmigo mismo por no ser capaz de controlar mis sueños sobre Edward, me incorpore de la cama y me abrigue con una bata. Si aquella tarde debería acudir a ese estúpido baile enfundada en un ridículo vestido, lo menos que merecía era disfrutar de algo de libertad durante el resto del día, y odiaba la presión que ejercían sobre mí esos trajes, sin contar mis entupidas redecillas personales con los corsés.
Tratando de no pensar demasiado en el suplicio que me esperaba, baje a la cocina, donde encontré a Charlie desayunando. No me gusto el modo en que examinaba mi aspecto descuidado. De seguro iba a protestar contra él.
- Isabella, ¿no crees que vas un poco descocada? – no me equivoqué. Suspire quedamente antes de contestar.
- Dentro de nada tendré que comenzar a prepararme para el baile, de este modo es más rápido – expliqué, rezando por qué no preguntara sobre ese, "cuando" exactamente.
No obstante, tal y como yo esperaba, la mención del baile le distrajo por completo de sus otros pensamientos.
- Si, por supuesto – aceptó en tono demasiado entusiasta. – Estoy segura de que lo pasaras estupendamente con el joven Newton, es un muchacho muy agradable y educado, eso, sin mocionar su buena familia. –asentí levemente, tratando en vano de mantenerme parcial. No funciono - ¿Tú que opinas?
- Es agradable – conteste a regañadientes – pero demasiado posesivo. – "Demasiado" era quedarse conto.
- Pero eso significa que le gustas en serio – replicó. Mi padre lograba hartarme cuando se comportaba de ese modo.
- Genial – dije – has encontrado el problema.
- Vamos Isabella – sacudió la cabeza apesadumbrado - ¿no querrás convertirte en una solterona? – sonaba a amenaza.
- Prefiero ser una solterona a casarme con Mike – respondí secamente. Sin embargo decidí que era mejor aparcar la discusión por el momento – Ya sabes papa… apenas le conozco. Esta noche podré tratarlo un poco más.
Charlie suspiró resignado, pero algo más satisfecho. Yo termine el desayuno en cuanto pude y me excuse para retirarme. Dedique el resto de la mañana y parte de la tarde a realizar los deberes que le profesor nos había mandando. Al menos mis notas en la academia eran buenas, y el señor Manson comenzaba a tomarme en serio.
El atardecer me sorprendió rápidamente, y no me quedo más remedio que aceptar la pesadilla y vestirme para encararla de frente. Me coloque un vestido azulado, de tela sedosa y escote en diagonal por el pecho. Recogí mi pelo en un moño, dejando algunos mechones de pelo cayendo libremente sobre mi rostro. En apenas media hora ya estaba lista.
Baje al salón, donde me esperaba Charlie. Para mi sorpresa me miró con aprobación.
- Estas preciosa, Isabella – me ensalzó. Su rostro se veía orgulloso.
- Gracias – acepte sonrojada, no estaba acostumbrada a sus halagos. - ¿Vamos?
Asintió levemente y me tendió el brazo para guiarme hasta el carruaje, yo se lo cogí gustosa, agradeciendo su ayuda a la hora de subir, dado que de otro modo, estaba segura, habría terminado en el suelo, impregnada de barro y ramitas e incapaz de asistir al baile. Mirándolo desde esa óptica, no sanaba tan malo.
Sacudí la cabeza. Ya había aceptado el ir, y ahora debería cumplir mi palabra.
No tardamos mucho en llegar. El hogar de los Newton era con diferencia la casa más elegante de las que yo había visto desde mi llegada a forks, aunque si la comparaba con algunas otras de Phoenix, no parecía gran cosa.
Para alegría de mi padre y mortificación mía, Mike se encontraba en la entrada, esperándome, supuse.
Debía reconocer que se veía especialmente bien vestido de gala, pero mi mente no pudo evitar recordar a aquella otra persona que se veía irremediablemente mejor vestido con cualquier otra cosa. Sacudí la cabeza. Aquello era una tontería.
Concentré mis esfuerzos y sonreí a Mike, quien me tendió su brazo para ayudarme a bajar del carruaje. Acepte agradecida, pero retiré la mano antes de que se le ocurriera algo más que hacer con ella. Mi gesto no le paso desapercibido.
- ¿Estas contenta? – preguntó dudoso. Me sentí mal y trate de sonreír.
- Claro – dije, y luego añadí el único comentario sincero que aliviaría la situación – Tienes una casa preciosa, Mike – mi voz sonó entusiasta y a él pareció convencerle.
- Espera a que veas el salón – me comentó, al mismo tiempo que me tendía su brazo para acompañarme adentro. Yo lo tome resignada.
Realmente el interior de la casa de Mike era tan hermoso como podía predecirse en la entrada. El salón estaba radiantemente decorado y varios candelabros alumbraban la estancia. Debo reconocer que me maree un poco ante la cantidad de personas que inundaba la estancia, pero Mike se encontraba demasiado dichoso a mi lado para percibirlo.
En ese momento, anunciaron la cena, y tanto él como yo nos dirigimos a los asientos próximos a la cabecera de la mesa.
Aquella pensé, sería una larga noche. No tenía ni idea de cuanto.
sGracias poe actualizar rápido, Me encanto!!!!
ResponderEliminarTE FElicito!!!