Bueno en primer lugar me gustaría decirles que todo lo que se vaya a publicar en este blog son FanFics de crepúsculo, todos los personajes, espacios y demás cosas que aparezcan en cualquier libro de la saga son propiedad de Stephenie Meyer.
Los FanFics de crepúsculo no son de nuestra propiedad (Guadalupe Vulturi y Daniela Cullen) cada uno tiene su respectivo autor, y esta señalado en la descripción de cada FanFic. Tengan en cuenta que cualquiera de esos FanFics también se pueden encontrar en FanFiction.net u otro blog mientras tengan permiso de su autor.
Fuera de eso, no tengo nada más que decirles aparte de que disfruten su lectura.

Lejos de ti

Aquella noche retorne a mi pesadilla inicial, en la que me encontraba en la misma habitación que Edward, pero por mucho que corriera tras él, este siempre se desvanecía antes de lograr alcanzarle. Desperté aterrada a eso de las cinco de la mañana, y supe que no podría volver a dormirme. Tampoco era tan malo, después de todo llevaba varios días durmiendo horas extras. Aun así me negué a levantarme y prender la vela, por extraño que pudiera parecer ni tan siquiera tenía deseos de leer mi tan amado Romeo y Julieta. Por el contrario, permanecí tumbada sobre la cama, con los ojos cerrados, soñando con mi verdadero y único amor. Edward. Aun me era difícil creer que él me amara, la sensación de que en cualquier momento pudiera arrepentirse y marcharse, sin siquiera detenerse a decir adiós, me perseguía como un hierro candente a punto de ser ingresado en mi temblorosa piel. Sin embargo, sus palabras, abrazos, el recuerdo de sus besos sobre mi piel, mis labios... todo ellos aplacaba el temor y lo mantenía lejos, aun sin borrarlo por completo.
Las horas pasaron más rápido de lo que creí posible, era asombroso ver como su simple recuerdo era capaz de acelerar el tiempo. Pronto no me quedó más remedió que abandonar mi calientita y acogedora cama, impregnada aun con su deleitoso aroma, y comenzar a ataviarme para un nuevo día en la Academia. Era asombroso ver como el mundo seguía funcionando tras su marcha, mientras que yo parecía sumida en un letargo que no desaparecería hasta su regreso. Con requerido esfuerzo y concentración, terminé de vestirme y preparé la cartera para asistir a clases.
Adormilada descendí por las escaleras que daban a la pequeña cocina, y un leve retortijón en mi estomago me indico que no tenía ni fuerzas ni ánimos para comer, por lo que sería mejor marchar directamente hacia el pueblo. Decidida me encaré hacía la salida, y no fue hasta que mis soñolientos ojos estuvieron a centímetros de distancia de esta, cuando me percaté que algo grande y encrespado la bloqueaba. Charlie.
No tarde ni cinco segundos en percatarme que el rostro de Charlie no era el mismo que yo estaba acostumbrada a ver y tratar, por el contrario, se veía furioso, serio y defraudado. Un cosquilleo atravesó mi columna recorriendo mi espalda. Algo no estaba bien, y por desgracia tenía la certeza de que pronto averiguaría el motivo de su enfado, de seguro relacionado conmigo.
- ¿Vas a alguna parte, Isabella? – su voz sonó fría y distante, con rabia contenida. Yo asentí quedamente. – ¿Si...? ¿A dónde? – fui incapaz de responder, simplemente, estaba congelada – Por supuesto, una jovencita como tu que únicamente se preocupa por su educación, ¿adónde iría si no es a la Academia? – contuve el aliento. Había algo que ocultaba, que me oculta, y no estaba segura de desear saber qué era ello – A no ser que claro, la jovencita le dijese al crédulo de su padre que era allí donde iba, cuando realmente lo que hacía era irse a ver a escondidas con su amante.
Me quede helada. ¿Amante? ¿De donde demonios había sacado mi padre la palabra amante? De mi no por supuesto.
- Yo no tengo ningún amante – repliqué sin pensar, ofuscada por la fuerte acusación, cuando, por un momento, la imagen de Edward atravesó mi cerebro. Tal vez era a él a quien se refería Charlie. De seguro esas viejas chismosas del pueblo nos había visto juntos a caballo y se habían precipitado a sacar conclusiones. Nada mejor que manchar la reputación de una jovencita recién llegada para aliviar el cansancio y la monotonía de ese pequeño lugar. De todos modos Edward no era mi amante. Novio, tal vez. El amor de mi vida, eso seguro. Pero, ¿amante? Mis mejillas se tiñeron de rojo por un momento, al imaginar la situación que describía mi padre. Decididamente Edward no era mi amante. Ni siquiera estaba muy segura si yo habría permitido tal cosa en caso de que él insistiera, lo que si estaba segura era que él nunca lo permitiría. No con sus estúpidas normas e innecesarias precauciones sobre mantener mi delicado y frágil cuerpo a salvo de sus dientes ponzoñosos y su extraordinaria fuera. No, el nunca lo permitiría, y sin poder evitarlo, me eche a reír. Nervios quizá, o la sensación de enfado al ver que mi padre me acusaba de algo que yo, aunque quisiera, jamás podría hacer.
"!Plaf!"
Mis quedas risas histéricas fueron sofocadas por la poderosa mano de mi padre golpeando mi cara. Apenas lo podía creer. Mi padre me había pegado. Puede que eso fuera algo normal en otras casas, pero Charlie y yo siempre nos habíamos entendido de modo más civilizado. A excepción del momento en que le recrimine porque mamá lo había abandonado, recién llegados a Forks, en la cual reconozco que tenía motivos sobrados, esta era la primera vez que él osaba levantarme la mano sin razón y algo dentro de mi se rompió cuando lo hizo. Supe que nuestra relación nunca volvería a ser la misma.
- No solo me tomas el pelo diciéndome que a ti lo único que te interesa es estudiar – sus palabras resultaron atropelladas, como si se esforzara por pronunciarlas todas lo más rápido posible. – No solo te conformas con abusar de la inapropiada libertad que siempre te he concedido. Ni siquiera te molestas en esconder la descocada relación que mantienes con tu amante, de la que todo el pueblo habla. Abusas de mi confianza, y tan siquiera tienes la poca vergüenza de tratar de excusarte. Y por si fuera poco – sus palabras pasaron a ser gritos – ¡tienes el valor de reírte en mi cara!
Notaba como mi corazón aumentaba el ritmo, y no pude evitar morderme los labios preocupada. Reconocía que tal y como él lo pintaba yo era la peor de las hijas y de las mujeres, sin embargo también me ofuscaba que mi propio padre fuera capaz de dudar de mi de esa manera. Que confiara más en las lenguas viperinas de los pueblerinos que en su propia hija.
De acuerdo con que mis acciones no correspondían a las de una dama recatada y honesta. Me había dejado ver a solas, y a caballo, con un hombre que tenía mi edad, y cuya presencia junto con la de su familia, no era muy apreciada en el pueblo. Pero de ahí, a convertirme en su amante, había una gran diferencia, y mi padre debería darse cuenta de ella. Yo podría ser descocada, irrespetuosa, orgullosa y cuantos defectos quisiera adjuntarme, pero lo que él describía era una arpía, y eso si que yo no lo era.
Pese a todo lamente no haber escuchado a Edward y permitido que me acompañara a hablar con mi padre antes de ir a visitar a su familia. Lo que estaba ocurriendo era, en gran parte, culpa mía. Solo por ello trate de calmarme y examinar la situación desde otra perspectiva. Cuando lo hice, decidí que lo más prudente sería hablar y explicar a Charlie lo que en verdad había sucedido. Edward volvería un par de días después, apoyaría mi versión y asunto solucionado.
- Escucha papá – pronuncie con clama – no fue así como sucedió, yo...
- ¡No! – gritó - ¡Ni una palabras más! – pauso y respiro fuertemente – He sido un padre generoso y permisivo, y lo único que esperaba a cambio era un poco de dignidad y respeto por pare de mi hija, pero resulta que ella esta más ocupada dándose revolcones con quién sabe quién... ¡Hasta aquí hemos llegado! Se acabo, Bella. – me asuste de la mirada que me dedico en aquel momento, estaba convencida de que no auguraba nada bueno. – Se acabo el tomarme por inútil. A partir de hoy las cosas cambian. No volverás a salir a ningún sitio de no ser con mi compañía o con la de alguien que yo halla autorizado. Dejarás de asistir a esa horrible academia. Permanecerás bajo mis ordenes hasta que seas mayor de edad o te cases, y te recuerdo que para lo primero aun te quedan varios años.
Le miré asustada, no podía creer que Charlie estuviera hablando en serio, de veras me creía capaz de permanecer encerrada hasta ser mayor de edad... porque lo de casarse estaba descontado... Aun así, ni él mismo me podría impedir seguir viendo a Edward, él era mi vida, y nadie me podría apartar de su lado. Pese a todo, la idea de permanecer encerrada, y que se me imposibilitara el derecho a la educación, añadido a mi herido orgullo, fue más de lo que pude soportar.
- ¡No tienes derecho! – proteste con un elevado tono de voz.
- ¡Soy tu padre! – replicó - por supuesto que tengo derecho a ordenar tu vida. Esta visto que tu no eres capaz de hacerlo.
Lo mire entre furiosa y dolida. Furiosa por sus acusaciones, su bofetada, y su privación de libertad. Dolida porque realmente él me creyera capaz de algo así, porque ya no confiara más en mi, porque, de algún modo, nunca confió en mi.
- No me mires así, Bella. – su tono pareció más relajado, pero igualmente decidido - Lamento haberte golpeado, pero con el tiempo comprenderás que esto es lo mejor para ti. Aun eres joven, y alocada, no sabes lo que te conviene en la vida. – pauso unos momentos, pareció reflexionar – El joven Newton sigue interesado en ti. Le di permiso para que te visitara, con él tienes permitido salir; por supuesto en horas decentes. También puede venirte a visitar tu nueva amiga... Jessica creo que se llama. Me informe de ella y es una jovencita decente y bien educada. Creo que te hará mucho bien su compañía. – sus palabras me dieron ganas de vomitar, principalmente por que leía en sus ojos su creencia de ser generoso al otorgarme tales concesiones. No obstante de nuevo su mirada tornó seria y supe que algo malo se avecinaba. – Por supuesto queda totalmente prohibido que te veas, o mantengas cualquier tipo de contacto con el desgraciado que se aprovecho de ti. Si en cualquier momento os veo juntos, no dudare en hacer honor a mi cargo y encerrar a ese mal nacido por lo que le resta de vida.
Mis ojos se abrieron fuertemente, mi corazón latió con fuerza, y mi respiración quedó paralizada. Ninguna de sus anteriores palabras me había lastimado tanto como esta última frase lo había echo. No me permitía ver a Edward. Encerraría a Edward si él se atrevía a buscarme. Pero Edward era un vampiro, encontraría la forma de escapar de mi padre, ¿no? ¿Se vería acaso obligado a marcharse para conservar su libertad, para proteger a su familia? Y lo más importante, ¿me levaría a mi con él? Y aun si lo hiciera ¿podía yo acompañarle sabiendo que por mi culpa tanto él como su familia serían perseguidos y obligados a abandonar su hogar? Demasiadas preguntas, demasiadas posibles respuestas. Lo único que sabía era que nadie, enfatizando, nadie, sería capaz de alejarme de él, la luz de mi vida, el motivo de mi existencia. Y el primer obstáculo era mi padre.
- No puedes hacer eso – me sorprendió lo calmado y firme de voz, a pesar de que interiormente sufría un colapso mental y emocional – No permitiré que me alejes de él.
La dureza y estabilidad de mis palabras sorprendió a Charlie, tanto que por un momento hubo de permanecer en silencio. Sin embargo pronto note como su mente se llenaba de ira y sus mejillas se tornaban rojas.
- ¡No eres nadie para decidir! – estalló. - ¡Yo soy quien sabe lo que te conviene!
- ¡Es mi vida! – repliqué, con furia.
- ¡Y tu eres mi hija, y me obedecerás! – por un momento calló, y yo me estremecí, parecía apunto de darle un ataque. Me pregunte cuan débil podía ser su salud. Desde luego, ya no era joven, y era mi padre, pero intentaba separarme de Edward – Isabella, por favor, comprende – su voz se apreció más tranquila, casi suplicante – Él no te conviene. Manchara tu reputación y te dejara abandonada, tal vez con un hijo a cuestas...
- Él no es así – protesté, y por un segundo desee que Edward estuviera a mi lado, apoyándome, presentándose ante mi padre. Pero no podía desear lo imposible, y había sido yo quien decidió retrasar ese momento. Cuanto me arrepentía – Tú no lo conoces... si dejaras que...
- ¡No! – negó regresando a su tono imperioso. - ¡Se acabo! Es demasiado tarde jovencita. Ahora mismo te irás a tu habitación y no saldrás de allí hasta que recapacites... y por supuesto ¡no volverás a ver a ese hombre jamás!
No lo soporte. Era mi padre, y en cierto sentido lo quería, pero no me sabía capaz de controlarme si seguía pronunciando infamias contra mi novio e insistiendo en la idea de separarme de él. Tratando de contener las lagrimas de rabias que comenzaban a escapar por mis párpados, me di la vuelta y me dirigí hacía las escaleras.
- Espero, por tu bien, que no te arrepientas – El susurro de mi voz fue más frío de lo que había pretendido, y estoy segura que Charlie permaneció inmóvil largo tiempo tratando de asimilar mis palabras, sin embargo, no me moleste en averiguarlo. Ascendí por las escaleras y no me detuve hasta entrar en mi cuarto, donde me apresuré a echar el pestillo, y una vez asegurado, me tumbe sobre la cama incapaz de contener mis lagrimas.
Transcurrí el resto del día y la noche en mi cuarto. Aunque Charlie subió en repetidas ocasiones y me pidió que bajara a comer, me negué a hacerlo. Dudaba que mi estomago fuera capaz de alimentarse sin vomitarlo todo después, además lo último que deseaba era ver la cara de Charlie de nuevo, pues sabía que una parte de mi la odiaría, y no deseaba hacerlo. Decidí permanecer encerrada hasta la vuelta de Edward. Probablemente no se tardaría más de un día, dos como mucho.
Pasaba las horas imaginando nuestro reencuentro, cuando él ascendiera por mi ventana y me arropara entre sus brazos. En ese momento no me importaría llorar y desahogarme, pues sabía que él estaría ahí para consolarme. También visualizaba el momento de después, cuando le explicara todo lo sucedido, aunque quizá ya lo hubiera leído en la mente de mi padre, y sin ningún tipo de duda o temor, él me jurara que no debía preocuparme, que estaríamos juntos siempre. De seguro iría hablar con Charlie, y le explicaría lo ocurrido, y aunque en un principio mi padre pudiera protestar, estaba segura que tras hablar con Edward y conocer a su familia y los recursos que esta disponía, dejaría sus pegas a un lado y permitiría nuestra relación. Si; sin lugar a dudas todo saldría bien. Tan solo debía ser paciente y esperar a que Edward regresara a arroparme en sus brazos.
Aun así no pude evitar que un pequeño atisbo de miedo creciera en mi interior, lentamente al principio, pero cobrando fuerza a cada minuto que pasaba. ¿Por qué Edward no regresaba? ¿por qué no volvía a mi? ¿Sería acaso que ya no me quería? Bien, eso era una estupidez, una tontería, él me había prometido regresar en un par de días, y apenas había transcurrido el primero.
El amanecer del día siguiente me sorprendió despierta. Esa noche no había dormido, tan solo algunos momentos de sueño de los que despertaba dudada y atemorizada por las pesadillas. No hice amago de incorporarme de la cama. ¿Para qué? Charlie lo había dejado muy claro. Nada de salir, nada de estudiar, nada de Academia. Hace unas semanas eso habría supuesto mi muerte, sin embargo ahora tenía algo mucho más importante por lo que preocuparme, algo mucho más valioso, y fácil de perder. Tal y como esperaba, al cabo de un rato Charlie toco a mi puerta.
- Isabella, baja a desayunar, encerrándote solo demuestras lo inmadura que aun eres – sonaba serio, pero no enfadado, al menos no como ayer, pero aun así yo no me sentía capaz de bajar y enfrentarlo, ni a él, ni al mundo.
Permanecí en silencio y al cabo de un tiempo él se retiro. La escena se repitió durante la hora de la comida y de la cena. A pesar de llevar ya dos días sin comer, no me encontraba hambrienta, por el contrario, mi estomago se encontraba repleto de preocupaciones y angustias, que no hubieran dejado paso a la comida. Cuando me retire a dormir aquel día, trate de animarme lo más posible, y un pequeño alo de esperanza surgió en mi mente. Ya habían transcurrido exactamente dos noches y dos días desde la marcha de Edward, contando la que estaba por venir, eran tres noches. Me asombraba la cantidad de horas que había permanecido alejada de él, sin embargo, eso significaba que ya quedaba menos para su vuelta. Lo más probable es que llegara al día siguiente. Con eso en mente, me obligue a mi misma a dormir con el propósito de que las horas transcurrieran más rápidamente.
De nuevo tuve pesadillas aquélla noche, pero nada comparado al sufrimiento que sentí al despertar, mientras transcurrían las horas del día siguiente, tres días justos desde su marcha, y él seguía sin aparecer. Mis esperanzas se desvanecían, y el miedo crecía en mi interior. ¿Por qué habría él de volver? ¿no sería más feliz lejos de mi? Yo no era nada, tan solo una humana tonta, molesta y torpe, en cambio, él... lo era todo. ¿por qué habría de fijarse en mi? ¿por qué sacrificarse por mi? ¿por qué malgastar su vida a mi lado, pudiendo disfrutar la eternidad de modos mucho más atrayentes? Mi único consuelo eran sus palabras, tan vividas cuando las dijo, tan lejanas ahora que las recordaba.
Lo prometo – murmuró solemnemente – ahora que te he encontrado, por muy egoísta que sea, no podría sobrevivir sin ti. – sus palabras me relajaron, volvería. Aun así los días lejos de su compañía se me harían eternos – Tardaré menos de lo que piensas, en un par de días estaré aquí.
Es cierto, él me amaba, y por eso regresaría. Me amaba, ¿cierto? ¿o habrían bastado un par de días separados para que se diese cuenta de lo inútil que yo era y de lo feliz que sería lejos de mi? No. Me negaba a creerlo. Sin embargo las horas pasaban, lentas, como agonías, y la soledad se hacía más palpable a mi alrededor.
La tercera noche que viví en su ausencia fue la peor de todas. Mi cuerpo estaba débil, por la falta de alimento, pero era mi alma la que peor se hallaba. Rasgada, dolida, muerta, con la esperanza falleciendo junto al transcurrir insaciable del tiempo. No logré dormir; tan solo me sumía en un estado de pesado sopor que podía durar tanto pequeños minutos como largas horas. Mi ilusión de que Edward regresara era cada vez más débil, y por otro lado mi estado permanente de encierro me impedía despejarme y recibir el aire puro sobre mi rostro. Tres días sin comer, y sin apenas moverme de la cama, podía llegar a ser peligroso. Probablemente Charlie también lo pensó, porque fue esa misma mañana cuando su paciencia golpeó el límite.
- ¡Isabella Marie Swan! – su potente voz me trajo de vuelta a la realidad, perdida como estaba en uno de mis dolorosos ensimismamientos, uno en el que solo regresaba para decirme que no me amaba y que nunca podría estar a mi lado. Pensándolo bien, quizá fuera mejor que él no regresara. De ese modo mi maltrecho corazón podría imaginar que si no lo hizo fue por causas mayores, aunque no era capaz de visualizar ninguna, y no porque no me amara. - ¡Abre la puerta ahora mismo si no quieres que la eche abajo! – sus palabras eran serias, y supe que hablaba en serio.
- Un momento – supliqué, y me sobresaltó lo débil que se escuchaba mi voz.
Lentamente me incorpore de la cama, y casi arrastrándome logré llegar hasta la puerta. La verdad era que ya no me importaba ver a Charlie, ni tampoco el no poder salir de casa. Desde el momento en que supe que Edward no iba a volver, todo dejo de importarme. Con un sumo esfuerzo logre abrir el picaporte, y casi sin tempo para apartarme Charlie entró en mi habitación.
Su cara era de puro enfado la primera vez que la enfoqué con mis ojos, sin embargo cambió por completo una vez él hizo lo mismo conmigo. Ya no se veía enfadado, más bien asustado, muy preocupado.
- Isabella, ¿estas enferma, te encuentras bien? – su voz llegó a mi desde muy lejos.
Algo me ocurría, sentía mis ojos nublarse, la imagen de Charlie proyectaba a escasos centímetros de mi, era sustituida por el perfil de alguien muy conocido. Veía sus ojos dorados superpuestos por los de mi padre. El rostro de preocupación de Charlie se reflejaba en el de Edward también. Sus labios se movían, hablándome, pero yo no era capaz de escuchar. Todo se volvió negro, e instantes después caí al suelo inconsciente.

1 comentario:

  1. Sencillamente espectacular!!!!!! Gracias por publicarlo, estoy muy atenta a tu blog!!!!!

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