Edward POV
-Transfórmame, Edward,- Susurró Bella sobre mis labios. Apoyé mis manos en sus hombros sosteniéndola mientras me apartaba. Temía cada movimiento – atemorizado de molestarla aun más. No le había negado ningún deseo desde…desde…
Pero esto.
-¿Que?- Pude percibir el shock de mi voz.
Habían pasado tres semanas desde el funeral de Allie. Tres semanas desde que nos habíamos despedido en el funeral. Tres semanas desde aquel espantoso día en que Mike se había llevado un ángel de este mundo. A decir verdad, tres semanas desde que había visto a Jasper o a Rosalie. La muerte de Allie había destruido a todo aquel que me importaba.
Jasper, consumido por el dolor de cada una de las personas que vivía en la casa, tuvo que marcharse. Había estado viviendo en una de nuestras antiguas casas desde el día del funeral. No podía culparle, obviamente. Solo con leer sus pensamientos podía saber lo difícil que era para él y la tortura que le causaba tanto dolor. Era horrible para todos, pero para él se potenciaba. Se había disculpado con Bella y le dio un beso de despedida a Alice, prometiendo que volvería cuándo encontrara las fuerzas para hacerlo.
Alice, sorprendentemente, se había quedado. Sabía que quería estar con Jasper. Aun sin leer su mente lo sabía. No podía soportar dejar a Bella en el estado en que estaba. Nos había dicho que quería quedarse por todos nosotros, pero yo sabia…todos estábamos destrozados por lo que ocurrió, pero no tanto como lo estaba Bella por dentro.
Emmett nunca estuvo tan triste, en todos los años que le conocía. Le había tomado un gran cariño a Allie en el poco tiempo que la conoció, adorando las reacciones que causaba en Rosalie. Casi dejaba su habitación. Solía ir a verle, cuando Bella dormía. Generalmente le encontraba sentado en frente a la televisión, matando inconscientemente en cada video juego que tenia a mano. Extrañaba a Allie. Y aun más, extrañaba a Rosalie.
Sabia que Rosalie estaba molesta. Aunque nunca espere que nos dejara. Luego del funeral, se había sentado en su habitación a mirarse en el espejo. Emmett trató de hablar con ella, pero en cada oportunidad Rosalie le pedía que se fuera. Nadie más tenía permiso de pasar cerca de su puerta. Emmett dijo que ella se sentaba allí, cepillando su cabello.
Finalmente, habló. Salio de su habitación echa una furia, lanzando el espejo por el suelo. -¡No es justo!- Rugió. -¡Ella era todo lo que quería!
Golpeó el espejo del hall con su codo, el vidrio cayó hecho añicos al suelo. -Hermosa, eso es todo lo que soy.- Sollozó sin lagrimas, -¡No tengo un hijo, ni una vida real! ¡Nunca podré tener eso, jamás¡ Y en la primer oportunidad el nos la quita!
-Rosalie- Emmett trató de consolarla, pero ella lo apartó.
-No,- Había murmuró, su voz sonaba vacía, -No puedo mirarte. A ninguno de ustedes. Necesito irme. No puedo estar aquí…
Se había marchado con Emmett gritando tras de ella, corriendo detrás de su auto. Horas después Emmett había vuelto con nosotros.
Esme, obviamente estaba destrozada. Había mirado a Allie como a su propia hija. Le había tomado un gran cariño desde el primer momento en que la vio. Una vez más, la vida y su crueldad se habían llevado a una criatura lejos de ella. Había perdido otra hija cuando Rosalie se marcho. Casi veía a Carlisle, la mayor parte del tiempo la pasaba en su habitación tratando de confortar a Esme. Como yo siempre lo hacia con Bella.
Al principio parecía no tener vida. Bella solía sentarse en mi cama y mirar a la pared sin decir una palabra por unos cuantos días. Solo comía cuando se lo rogaba, y cuado así era, no era mucha la cantidad. Solo lo suficiente para mantenerla con vida. Su rostro estaba más delgado, arrastrado por la depresión. Debajo de sus ojos comenzaron a formarse círculos negros, como los míos. Me rehusaba a apartarme de su lado a menos que fuera absolutamente necesario en consecuencia, casi me alimentaba. Solo por las noches, cada tanto, cuando Bella dormía.
Pasada la segunda semana, comenzó a hablarme otra vez. La sostuve, escuchando cualquier dulce palabras que pudiera salir de sus labios. Aun cuando ella no hablaba, yo lo hacia. No hacia nada más que abrazarla y hablar, esperando que eso pudiera ayudarle. Nunca le rogué que me hablara. Su mente, sin duda, debía repararse de las marcas que Mike había dejado.
-La extrañó,- Bella gimió en la segunda semana, volteándose a esconder su rostro en mi pecho. La acerque más a mí.
-Lo se, Bella,- Susurré contra su cabello, -Lo se.
-¿Alguna vez volveré a ser la misma?- Susurró.
-No, Bella,- Respondí honestamente. Ella sollozó ante mi respuesta, -Allie siempre será parte de ti. El dolor desaparecerá con el tiempo, pero nunca volverás a ser la misma persona. Allie siempre estará en tu corazón. Serás diferente por ella.
-Duele...- Susurró contra mí.
-Lo se,- Persistí, -Es el peor dolor que puedes sufrir, pero estoy aquí por ti.
-Esto,- Sus palabras eran suaves aunque quebradas, -No es el peor dolor que he sentido.-
Mi ceno se frunció, -¿Cual es?
Bella se quedo callada e inmediatamente supe la respuesta. Mi corazón se apretó al darme cuenta de la realidad que me invadía, -Bella,- Murmuré, acercándola a mí lo más que podía sin lastimarla.
-Se siente tan extraño,- Continuo, -Sentirse tan muerta y a la vez tan vivo.
Después de eso había comenzado a mejorar. Cada día hablaba un poco mas, siempre recordando a Allie. Siempre hablando de Allie. Podía ver el dolor, encerrado en lo profundo de sus ojos, pero a su vez, podía ver la vida que estaba entrando en ellos. Su mente se recontraía a si misma, curándose hasta un estado en el que finalmente era capaz de moverse y de hablar tal como lo hacia antes.
Habían pasado tres semanas, pero finalmente podía sentir las heridas convirtiéndose en marcas curadas. La vida volvía lentamente a la casa y Bella finalmente volvía a ser ella.
Y ahora me pedía que la convirtiera.
-He pensado esto, Edward,- Persistió, -Quiero que me transformes. Edward, no hay nada en este mundo para mi, excepto tu. Por favor, por favor, déjame ser parte de tu familia. Por favor, déjame estar contigo.
-Bella,- Respiré, -Puedes ser parte de mi familia. Eres parte de mi familia. Siempre puedes quedarte conmigo…pero, Bella…no puedo hacerte eso.
Las lagrimas se agolpaban en sus ojos y sentía mis fuerzas quebrarse, -¿Por qué, Edward?
-No puedo condenar tú alma, Bella.
-Aun,- Susurró, su mirada cayó hacia la cama que había comprado tres semanas atrás. -¿Aun te sientes igual en cuanto a eso?
-Por supuesto, Bella.- ¿Por qué habría cambiado de parecer? No podía condenar su alma. Había pasado por tantas cosas ¿Cómo iba a impedirle un cielo junto a su hija?
-¿No quieres...- Se detuvo, preparando las palabras, -¿No quieres pasar una eternidad conmigo?
-¿Eso es lo que crees?- Mis ojos se agrandaron. Tomé su mentón, levantándolo gentilmente y mirándola hasta que su mirada se encontró con la mía, -Bella, te quiero. Para siempre. No hay nada que desee más. Seria la cosa más egoísta que jamás he hecho, pero es mi deseo más egoísta. Te quiero para siempre, pero no puedo hacerte eso.
-¿Por que descartas una eternidad junto a mi?- Tomó mi mano entre las suyas, -¿Por que abandonas tus sueños y los míos por algo tan…improbable?
-¿A que te refieres?- Mi ceño se frunció. ¿Como era improbable que condenase su alma? Aun así, no estaba dispuesto a arriesgarla...
-Primero, solo hay media oportunidad de que me condenes,- Comenzó. Abrí mi boca para hablar, pero me detuvo con un suave dedo en mis labios, -Edward, hay tantas religiones. ¿Qué tal si escogí mal? Entonces, de todas formas, ya estaría condenada...de hecho ya podría estar condenada. Solo me enviarías allí mucho antes si no me trasformas.
-Pero si yo tengo razón...- Comencé.
-Si tienes razón, aun así me enviaras al infierno,- Susurró. Mi boca permaneció abierta, pero nada salio de ella. Bella me miraba a través de sus espesas pestañas, -Tú eres mi cielo, Edward. No existe el cielo si tu no estas en el. No creo que estés condenado, entonces no iras allí…y si yo lo hago, aun así estaré en infierno.
-Tiene razón, Edward,- Emmett habló desde la puerta. Me volví a mirarlo, sorprendido de no haber oído su mente. Estaba tan perdido en las palabras de Bella que sus pensamientos se me habían escapado.
-Hemos perdido tanto, Edward,- Persistió Bella, obviamente notando que mis fuerzas comenzaban a debilitarse. -No me pierdas. No dejes que te pierda.
-Bella, yo...- Mi voz se quebró, algo que raramente ocurría. Baje mi mirada hacia la cama, tratando de evadir sus ojos. Esos hermosos y profundos ojos chocolate que seguramente me llevarían al abismo. Tendría suerte si no me rendía aquí y la mordía ahora.
-Edward,- Emmett continuó. No alcé mi vista, -Sabes lo que es estar sin ella. ¿Podrías pasar una eternidad después de ella?
-No lo haría.
-¿Irías con los Vulturi?- La voz de Emmett sonaba sorprendida, -¿Te matarías?
-Edward,- La voz de Bella estaba llena de lagrimas, -¿Edward, como puedes hacerle eso a Esme? ¿Cómo puede cruzarse eso por tu mente…después de Allie…realmente?
-No puedo estar sin ti, Bella,- Mis palabras eran sufridas. Sabía que tenía razón. Empujaría aun mas a Esme, después de lo de Allie y Rosalie…sabia que la quebraría.
-Entonces no tienes opción,- Hablo Emmett. Escuché un suave click y alce mis ojos, Emmett había cerrado su teléfono, metiéndolo en su bolsillo. -Rose vuelve a casa. Dice que ahora la decisión es de Bella.
-Ya tuve mis experiencias en esta vida, Edward,- Bella tocó mi mentón, -Mike me destruyó. Por favor, déjame comenzar una vida contigo.
-Si no puedes vivir sin ella,- Murmuró Emmett, -Entonces no tienes otra opción.
Emmett salió de la habitación, sin duda regresando a la suya. Sus palabras eran suaves, tristes...pero su mente estaba en un estado de júbilo por primera vez en semanas. Rosalie volvía a la casa, a él, y estaba seguro de que iba a ganar a Bella como una nueva hermana.
-Por favor,- Rogó Bella.
Suspiré, mis fuerzas se habían convertido en polvo. Ellos tenían razón. Era decisión de Bella. Había tenido sus experiencias en esta vida…por mucho que quería salvar su alma, mi egoísmo me rogaba que la tomara por mi mismo.
-Tú decides,- Susurré, alzando mi mirada entre mis pestañas. Vi el atardecer en su rostro mientras sonreía como lo había hecho días antes de aquel día en que la abandone, cuatro años atrás.
-Quiero que me transformes, Edward.- ¿Cómo podía negarme? Esa felicidad...felicidad que no creía volver a ver jamás en su rostro... ¿Como podía decirle que no?
-Con una condición,- Alcé un dedo. Bella se quedo helada, dejando caer sus hombros.
-¿Cual?
-Primero debes despedirte de Charlie y de Renee. Se que tu madre esta lejos así que puede ser por teléfono,- Me detuve, -A menos que quieras ir a verla en persona. De Charlie debes despedirte en persona.
-Ya había planeado hacer eso,- Susurró Bella, bajando su mirada, -Quería despedirme...quería hablar con algunas personas antes de partir…
-Cuando estés lista.- Susurré mientras mis labios encontraron los de ella.
La vida volvía. Al fin.
-Transfórmame, Edward,- Susurró Bella sobre mis labios. Apoyé mis manos en sus hombros sosteniéndola mientras me apartaba. Temía cada movimiento – atemorizado de molestarla aun más. No le había negado ningún deseo desde…desde…
Pero esto.
-¿Que?- Pude percibir el shock de mi voz.
Habían pasado tres semanas desde el funeral de Allie. Tres semanas desde que nos habíamos despedido en el funeral. Tres semanas desde aquel espantoso día en que Mike se había llevado un ángel de este mundo. A decir verdad, tres semanas desde que había visto a Jasper o a Rosalie. La muerte de Allie había destruido a todo aquel que me importaba.
Jasper, consumido por el dolor de cada una de las personas que vivía en la casa, tuvo que marcharse. Había estado viviendo en una de nuestras antiguas casas desde el día del funeral. No podía culparle, obviamente. Solo con leer sus pensamientos podía saber lo difícil que era para él y la tortura que le causaba tanto dolor. Era horrible para todos, pero para él se potenciaba. Se había disculpado con Bella y le dio un beso de despedida a Alice, prometiendo que volvería cuándo encontrara las fuerzas para hacerlo.
Alice, sorprendentemente, se había quedado. Sabía que quería estar con Jasper. Aun sin leer su mente lo sabía. No podía soportar dejar a Bella en el estado en que estaba. Nos había dicho que quería quedarse por todos nosotros, pero yo sabia…todos estábamos destrozados por lo que ocurrió, pero no tanto como lo estaba Bella por dentro.
Emmett nunca estuvo tan triste, en todos los años que le conocía. Le había tomado un gran cariño a Allie en el poco tiempo que la conoció, adorando las reacciones que causaba en Rosalie. Casi dejaba su habitación. Solía ir a verle, cuando Bella dormía. Generalmente le encontraba sentado en frente a la televisión, matando inconscientemente en cada video juego que tenia a mano. Extrañaba a Allie. Y aun más, extrañaba a Rosalie.
Sabia que Rosalie estaba molesta. Aunque nunca espere que nos dejara. Luego del funeral, se había sentado en su habitación a mirarse en el espejo. Emmett trató de hablar con ella, pero en cada oportunidad Rosalie le pedía que se fuera. Nadie más tenía permiso de pasar cerca de su puerta. Emmett dijo que ella se sentaba allí, cepillando su cabello.
Finalmente, habló. Salio de su habitación echa una furia, lanzando el espejo por el suelo. -¡No es justo!- Rugió. -¡Ella era todo lo que quería!
Golpeó el espejo del hall con su codo, el vidrio cayó hecho añicos al suelo. -Hermosa, eso es todo lo que soy.- Sollozó sin lagrimas, -¡No tengo un hijo, ni una vida real! ¡Nunca podré tener eso, jamás¡ Y en la primer oportunidad el nos la quita!
-Rosalie- Emmett trató de consolarla, pero ella lo apartó.
-No,- Había murmuró, su voz sonaba vacía, -No puedo mirarte. A ninguno de ustedes. Necesito irme. No puedo estar aquí…
Se había marchado con Emmett gritando tras de ella, corriendo detrás de su auto. Horas después Emmett había vuelto con nosotros.
Esme, obviamente estaba destrozada. Había mirado a Allie como a su propia hija. Le había tomado un gran cariño desde el primer momento en que la vio. Una vez más, la vida y su crueldad se habían llevado a una criatura lejos de ella. Había perdido otra hija cuando Rosalie se marcho. Casi veía a Carlisle, la mayor parte del tiempo la pasaba en su habitación tratando de confortar a Esme. Como yo siempre lo hacia con Bella.
Al principio parecía no tener vida. Bella solía sentarse en mi cama y mirar a la pared sin decir una palabra por unos cuantos días. Solo comía cuando se lo rogaba, y cuado así era, no era mucha la cantidad. Solo lo suficiente para mantenerla con vida. Su rostro estaba más delgado, arrastrado por la depresión. Debajo de sus ojos comenzaron a formarse círculos negros, como los míos. Me rehusaba a apartarme de su lado a menos que fuera absolutamente necesario en consecuencia, casi me alimentaba. Solo por las noches, cada tanto, cuando Bella dormía.
Pasada la segunda semana, comenzó a hablarme otra vez. La sostuve, escuchando cualquier dulce palabras que pudiera salir de sus labios. Aun cuando ella no hablaba, yo lo hacia. No hacia nada más que abrazarla y hablar, esperando que eso pudiera ayudarle. Nunca le rogué que me hablara. Su mente, sin duda, debía repararse de las marcas que Mike había dejado.
-La extrañó,- Bella gimió en la segunda semana, volteándose a esconder su rostro en mi pecho. La acerque más a mí.
-Lo se, Bella,- Susurré contra su cabello, -Lo se.
-¿Alguna vez volveré a ser la misma?- Susurró.
-No, Bella,- Respondí honestamente. Ella sollozó ante mi respuesta, -Allie siempre será parte de ti. El dolor desaparecerá con el tiempo, pero nunca volverás a ser la misma persona. Allie siempre estará en tu corazón. Serás diferente por ella.
-Duele...- Susurró contra mí.
-Lo se,- Persistí, -Es el peor dolor que puedes sufrir, pero estoy aquí por ti.
-Esto,- Sus palabras eran suaves aunque quebradas, -No es el peor dolor que he sentido.-
Mi ceno se frunció, -¿Cual es?
Bella se quedo callada e inmediatamente supe la respuesta. Mi corazón se apretó al darme cuenta de la realidad que me invadía, -Bella,- Murmuré, acercándola a mí lo más que podía sin lastimarla.
-Se siente tan extraño,- Continuo, -Sentirse tan muerta y a la vez tan vivo.
Después de eso había comenzado a mejorar. Cada día hablaba un poco mas, siempre recordando a Allie. Siempre hablando de Allie. Podía ver el dolor, encerrado en lo profundo de sus ojos, pero a su vez, podía ver la vida que estaba entrando en ellos. Su mente se recontraía a si misma, curándose hasta un estado en el que finalmente era capaz de moverse y de hablar tal como lo hacia antes.
Habían pasado tres semanas, pero finalmente podía sentir las heridas convirtiéndose en marcas curadas. La vida volvía lentamente a la casa y Bella finalmente volvía a ser ella.
Y ahora me pedía que la convirtiera.
-He pensado esto, Edward,- Persistió, -Quiero que me transformes. Edward, no hay nada en este mundo para mi, excepto tu. Por favor, por favor, déjame ser parte de tu familia. Por favor, déjame estar contigo.
-Bella,- Respiré, -Puedes ser parte de mi familia. Eres parte de mi familia. Siempre puedes quedarte conmigo…pero, Bella…no puedo hacerte eso.
Las lagrimas se agolpaban en sus ojos y sentía mis fuerzas quebrarse, -¿Por qué, Edward?
-No puedo condenar tú alma, Bella.
-Aun,- Susurró, su mirada cayó hacia la cama que había comprado tres semanas atrás. -¿Aun te sientes igual en cuanto a eso?
-Por supuesto, Bella.- ¿Por qué habría cambiado de parecer? No podía condenar su alma. Había pasado por tantas cosas ¿Cómo iba a impedirle un cielo junto a su hija?
-¿No quieres...- Se detuvo, preparando las palabras, -¿No quieres pasar una eternidad conmigo?
-¿Eso es lo que crees?- Mis ojos se agrandaron. Tomé su mentón, levantándolo gentilmente y mirándola hasta que su mirada se encontró con la mía, -Bella, te quiero. Para siempre. No hay nada que desee más. Seria la cosa más egoísta que jamás he hecho, pero es mi deseo más egoísta. Te quiero para siempre, pero no puedo hacerte eso.
-¿Por que descartas una eternidad junto a mi?- Tomó mi mano entre las suyas, -¿Por que abandonas tus sueños y los míos por algo tan…improbable?
-¿A que te refieres?- Mi ceño se frunció. ¿Como era improbable que condenase su alma? Aun así, no estaba dispuesto a arriesgarla...
-Primero, solo hay media oportunidad de que me condenes,- Comenzó. Abrí mi boca para hablar, pero me detuvo con un suave dedo en mis labios, -Edward, hay tantas religiones. ¿Qué tal si escogí mal? Entonces, de todas formas, ya estaría condenada...de hecho ya podría estar condenada. Solo me enviarías allí mucho antes si no me trasformas.
-Pero si yo tengo razón...- Comencé.
-Si tienes razón, aun así me enviaras al infierno,- Susurró. Mi boca permaneció abierta, pero nada salio de ella. Bella me miraba a través de sus espesas pestañas, -Tú eres mi cielo, Edward. No existe el cielo si tu no estas en el. No creo que estés condenado, entonces no iras allí…y si yo lo hago, aun así estaré en infierno.
-Tiene razón, Edward,- Emmett habló desde la puerta. Me volví a mirarlo, sorprendido de no haber oído su mente. Estaba tan perdido en las palabras de Bella que sus pensamientos se me habían escapado.
-Hemos perdido tanto, Edward,- Persistió Bella, obviamente notando que mis fuerzas comenzaban a debilitarse. -No me pierdas. No dejes que te pierda.
-Bella, yo...- Mi voz se quebró, algo que raramente ocurría. Baje mi mirada hacia la cama, tratando de evadir sus ojos. Esos hermosos y profundos ojos chocolate que seguramente me llevarían al abismo. Tendría suerte si no me rendía aquí y la mordía ahora.
-Edward,- Emmett continuó. No alcé mi vista, -Sabes lo que es estar sin ella. ¿Podrías pasar una eternidad después de ella?
-No lo haría.
-¿Irías con los Vulturi?- La voz de Emmett sonaba sorprendida, -¿Te matarías?
-Edward,- La voz de Bella estaba llena de lagrimas, -¿Edward, como puedes hacerle eso a Esme? ¿Cómo puede cruzarse eso por tu mente…después de Allie…realmente?
-No puedo estar sin ti, Bella,- Mis palabras eran sufridas. Sabía que tenía razón. Empujaría aun mas a Esme, después de lo de Allie y Rosalie…sabia que la quebraría.
-Entonces no tienes opción,- Hablo Emmett. Escuché un suave click y alce mis ojos, Emmett había cerrado su teléfono, metiéndolo en su bolsillo. -Rose vuelve a casa. Dice que ahora la decisión es de Bella.
-Ya tuve mis experiencias en esta vida, Edward,- Bella tocó mi mentón, -Mike me destruyó. Por favor, déjame comenzar una vida contigo.
-Si no puedes vivir sin ella,- Murmuró Emmett, -Entonces no tienes otra opción.
Emmett salió de la habitación, sin duda regresando a la suya. Sus palabras eran suaves, tristes...pero su mente estaba en un estado de júbilo por primera vez en semanas. Rosalie volvía a la casa, a él, y estaba seguro de que iba a ganar a Bella como una nueva hermana.
-Por favor,- Rogó Bella.
Suspiré, mis fuerzas se habían convertido en polvo. Ellos tenían razón. Era decisión de Bella. Había tenido sus experiencias en esta vida…por mucho que quería salvar su alma, mi egoísmo me rogaba que la tomara por mi mismo.
-Tú decides,- Susurré, alzando mi mirada entre mis pestañas. Vi el atardecer en su rostro mientras sonreía como lo había hecho días antes de aquel día en que la abandone, cuatro años atrás.
-Quiero que me transformes, Edward.- ¿Cómo podía negarme? Esa felicidad...felicidad que no creía volver a ver jamás en su rostro... ¿Como podía decirle que no?
-Con una condición,- Alcé un dedo. Bella se quedo helada, dejando caer sus hombros.
-¿Cual?
-Primero debes despedirte de Charlie y de Renee. Se que tu madre esta lejos así que puede ser por teléfono,- Me detuve, -A menos que quieras ir a verla en persona. De Charlie debes despedirte en persona.
-Ya había planeado hacer eso,- Susurró Bella, bajando su mirada, -Quería despedirme...quería hablar con algunas personas antes de partir…
-Cuando estés lista.- Susurré mientras mis labios encontraron los de ella.
La vida volvía. Al fin.
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