Bueno en primer lugar me gustaría decirles que todo lo que se vaya a publicar en este blog son FanFics de crepúsculo, todos los personajes, espacios y demás cosas que aparezcan en cualquier libro de la saga son propiedad de Stephenie Meyer.
Los FanFics de crepúsculo no son de nuestra propiedad (Guadalupe Vulturi y Daniela Cullen) cada uno tiene su respectivo autor, y esta señalado en la descripción de cada FanFic. Tengan en cuenta que cualquiera de esos FanFics también se pueden encontrar en FanFiction.net u otro blog mientras tengan permiso de su autor.
Fuera de eso, no tengo nada más que decirles aparte de que disfruten su lectura.

Nuevos Amigos

Bella POV
Vagaba por las calles de Port Angeles. Buscaba con la mirada cualquier anuncio que me fuera de utilidad, no logro entender por qué en una ciudad tan concurrida -y con tantas fuentes de trabajo- no puedo encontrar un solo cartel que diga: "Se solicita personal".
Me encontraba maldiciendo en mi interior por tan infructuosa búsqueda cuando me detuve frente a una tienda de artículos un tanto extraños –cosas de hechicería, religiosos, cultos prohibidos, rockeros y góticos- llamada "Plaza Fantasía". Como un impulso –igual a aquellos que seguía para oír la voz de Edward- mis pies comenzaron a moverse hacia el interior del oscuro local.
En él había tres chicos y dos chicas que estaban sentados en la escalera que llevaba a la planta alta de aquella tienda –conversaban entre ellos mientras la música sonaba por todo el espacio- en cuanto notaron mi presencia giraron sus rostros hacia mi y todo quedó en silencio. Y en cierto sentido, me recordaron a los Cullen.
Los tres chicos eran altos –una cabeza por encima de mi, todos de la misma estatura- su figura era parecida a la de Jasper. Sus ojos eran distintos: uno de ellos los tenia chocolate –como los míos-; el segundo, azules –como los de Mike-; y el tercero, verdes –como los había tenido Edward en su vida humana- y los mantenían posados sobre mi figura.
Las chicas mantenían una estatura promedio –la mía, en realidad- sus figuras no eran tan marcadas como la de Rosalie –ni como la de Alice- pero sus cuerpos eran dignos de admirar. Una de ellas tenia los ojos verdes y la otra azules. Como si fuera una condición para el grupo.
Los cinco tenían el cabello de un negro intenso –que contrastaba con la pálida piel albina-. Las chicas lo usaban corto y con copete, y los chicos tenían ese aire despeinado que tanto adoraba de mi prometido.
Ellos vestían jeans y camisetas manga corta negras y calzaban unos tenis converse bajos negros. Ellas, vestían pescadores de mezclilla y blusas negras sin manga, también usaban la misma marca de tenis –solo que altos- y en negro. Las uñas de todos estaban cubiertas por esmalte negro.
Sus rostros eran hermosos –no tan devastadores como los que apreciaba con frecuencia- y sus facciones relajadas. Sus posturas eran completamente naturales –aunque parecían posar para una revista- y mientras los estudiaba, una de las chicas me sonrió –la de ojos verdes- al mismo tiempo que abandonaba a sus compañeros y se encaminaba hacia mi.
-¿Puedo ayudarte en algo?-preguntó amablemente la chica, que a mi parecer no cumplía aun los diecinueve años.
-Venia a ver el empleo- respondí mientras le sonreía.
-Oh, chicos vengan aquí- les llamó y todos comenzaron a acercarse.
-Yo soy Bibiana –dijo la de ojos verdes- y ella es Carolina –señaló a la otra chica, la de ojos azules.- Ellos son Tomás –el de ojos verdes- Jonathan –el de ojos chocolate- y él es Antonio –el de ojos azules-.
-Un gusto conocerlos, soy Bella- digo mientras intento recordar sus nombres: son Bibi, Caro, Tom, Jony y Tony o al menos esos podrían usar para facilitarme las cosas.
-¿Bella?-pregunta uno de los chicos, Jonathan.
-En realidad me llamo Isabella, pero todos mis amigos me dicen Bella- aclaro.
-Bueno, es solo que no acortamos nuestros nombres...eso nos da...personalidad- comenta Carolina.
-Oh perdón.- listo, me disculpé. -¿En qué consiste el empleo?-pregunto un poco entusiasmada.
-No es nada del otro mundo, Isabella. Los artículos tienen los precios en las etiquetas y solo nos concentramos en darle buena vista a la tienda. Conversamos con los clientes y cobramos. Eso es todo- me explicaba Antonio.
-Pero si aceptas quedarte aquí, tendrás que cambiar tu apariencia.- comentó Bibiana.
¿Qué mas da? Acepto encantada.
La alarma comienza a sonar anunciando el inicio de otro día. Me levanto pesadamente de la cama y me dirijo al baño a tomar una ducha. Charlie se ha ido a trabajar ya.
El agua caliente resbala por mi cuerpo mientras mis pensamientos se encaminan hacia mis nuevos amigos. Bibiana es una chica alocada y acaba de cumplir los dieciocho años, ella y Jonathan son pareja desde hace algunas semanas. Carolina es igual de atolondrada que su amiga, no es fría ni calculadora como Rosalie, tiene diecinueve igual que yo y está emparejada con Antonio.
Jonathan es una persona simplemente genial, siempre tiene algo que contar para hacernos estallar en carcajadas y adora molestarme. Antonio es algo reservado, pero cuando entra en ambiente es super divertido. Tomás es un chico muy lindo y simpático, está al pendiente de mi todo el tiempo. Los tres tienen diecinueve.
Salgo envuelta en una toalla y me dirijo a la habitación. Hoy es sábado, es mi quinto día en el trabajo y estoy realmente feliz. Me divierto mucho con todos y mi primer sueldo viene en camino, según tengo entendido es de lunes a sábado –de ocho a ocho- y ganamos 150 dólares. Es una paga razonable, contando que las ventas son buenas y que casi no hacemos nada.
Me pongo una blusa negra y una falda de mezclilla, los casuales converse altos y me dirijo al espejo. Comienzo a cepillar mi cabello –ahora corto y de un negro intenso, como lo usaba Alice- y luego empiezo a maquillarme. Un poco de polvo, el rimel en las pestañas, el labial negro difuminado a un morado claro y el delineado bien marcado.
Aprecio el cambio total en mi reflejo. El cabello –como nunca pensé usarlo-, la ropa –nunca me había puesto falda desde que me mudé a Forks-, el maquillaje –contrastando con la pálida piel- los zapatos –imposible caerse con ellos, algo bueno para mí- las uñas negras y la excitación en la mirada. Adoro mi trabajo y a mis compañeros.
Tomo el morral -donde siempre cargo mi cartera, el celular que acabo de comprar y las llaves de mi nuevo coche- y salgo al trabajo.
Al llegar ya los demás están ahí –sentados en las escaleras- conversando animadamente. Al verme todos sonríen y comienzan a explicarme el plan para la noche. Según me dicen, cada sábado se reúnen para hacer una pequeña fiesta entre amigos.
Bibiana y Carolina viven en un departamento aquí en Port Angeles; y los chicos viven todos en la casa que los padres de Tomás le dejaron al morir, a las afueras de la ciudad. Escogen por medio de un volado donde se quedaran e insisten en que los acompañe, pero no creo que Charlie este de acuerdo. Aún así no doy un NO definitivo y llamo a mi padre. Obteniendo la respuesta deseada.
Charlie decidió ir de pesca este fin de semana y me ha dejado quedarme con mis amigas. Regreso a casa con el coche de mis amigos siguiéndome. Entro a la casa, tomo algo de ropa para el día siguiente, dejo una nota para mi padre con el numero al que puede llamarme, y salgo de nuevo para abordar el auto en el que todos nos iremos.
Una vez hemos llegado a casa de las chicas, me quedo con la boca abierta al ver lo que han preparado para esta noche. La fiesta da inicio. Esto es algo que no voy a olvidar nunca.

1 comentario:

  1. super intrigada, un poco mas largos seria mucho pedir???
    amo esta historia.

    ResponderEliminar