- Edward POV -
-¿Puedo ir con ustedes?- Le rogó Alice a Bella poniendo una dulce voz.
Alice bailaba a nuestro alrededor mientras cargaba a Bella hacia su camioneta. Aunque Bella era perfectamente capaz de caminar, me lo había dejado en claro varias veces, me sentía incapaz de dejarla ir. Estaba demasiado feliz de tenerla nuevamente en mis brazos. Su piel se sentía tan calida contra la mía, su peso era confortante ¿Cómo había sido capaz de reunir la fuerza necesaria para renunciar a todo esto?
-Seguro, si quieres,- Dijo Bella con una sonrisa, incapaz de negarse a la petición de Alice. Me agaché para besar su frente, sonriéndole mientras sus enormes y cálidos ojos se movían para mirarme.
-OH, Bella ¡esto es fabuloso!- Festejó Alice mientras continuaba con su baile. Con la liviana atmósfera que Alice se había encargado de crear, fue difícil recordar que íbamos a conocer a la hija de Bella. A la hija de Mike. Mike, el hombre que por los últimos cuatro años había abusado de Bella. Mí feliz expresión se crispó.
-¿Que sucede, Edward?- Había olvidado que Bella me estaba observando.
-No es nada, Bella,- Le aseguré, dándole una sonrisa torcida. Le miré mientras ella me devolvía una calida y cariñosa mirada, aquella que tanto había extrañado. -No puedo creer cuanto ha cambiado...
En sus labios se dibujo una triste sonrisa. Sabía exactamente a que quería referirme. -Lo se. Nunca espere volver a verlos. Creía que iba a morir sola en ese infierno.
Temblé al recordar en la horrible situación en que había dejado a Bella. -Nunca me perdonare por haberte dejado,- Le prometí, -Ni aunque viva mil años. Ni aunque viva por toda la eternidad.
-No digas eso,- Me contestó con una suave sonrisa, al mismo tiempo que hundía su rostro en mi pecho. Sus labios hicieron temblar la tela de mi camisa cuando hablo nuevamente, -Yo te he perdonado. Estas perdonado, Edward.
-Pero no vuelvas a hacerlo,- Me advirtió Alice, lanzándome una mirada asesina.
-Aprendo rápido, Alice.
-Allie va a adorarles,- Dijo Bella llevándose una mano sobre su boca al mismo tiempo que bostezaba.
-¿No dormiste bien?- Le pregunté.
-No. Tuve pesadillas,- Sus ojos estaban cerrados, pero pude percibir el temblor en sus labios.
-Bueno, ahora estoy aquí,- Le recordé, apretándola contra mí pecho. Era tan cálida, tan perfecta, -Ya no habrá más pesadillas.
Bella suspiró felizmente en mis brazos, su dulce aliento fue la liberación de todo el dolor que había flagelado su cuerpo durante los cuatro años que la había dejado. Se veía verdaderamente feliz ahora – casi tanto como yo. Con sus ojos aun cerrados, su respiración comenzó a relajarse. Como extrañaba verla dormir.
-Allie va a adorarnos,- Respondió confiadamente Alice a lo que Bella había dicho antes. No tenia duda de ello, lo había 'visto'- estaba demasiado concentrado en Bella como para prestarle atención a cualquier otra cosa.
-Bueno, No enteraremos pronto,- Dije besando la frente de Bella una vez mas. Estaba dormida. -Bella, amor, ya llegamos.
Sus ojos se abrieron lentamente y se estiró entre mis brazos. Sonreí, acomodándola en el asiento de pasajeros de su camioneta, a mi lado. La rodeé con mis brazos y apoyó su cabeza sobre mi pecho, mientras volvía al sueño que había estado hacia segundos. Alice tomó el volante sabiendo de antemano a donde debía dirigirse.
-¿Bella tiene que buscar pronto a Allie?- Pregunté tan bajo como pude. Posiblemente tan suave que ni Bella se entero, aun con su proximidad.
-Bella tiene que recoger a Allie en aproximadamente 19 minutos,- Me sonrió, -Llegaremos con tiempo de sobra.
-Obviamente.
-Quieres preguntarme algo.- Saltó Alice. No era una pregunta.
Le sonreí. Siempre sabía todo de antemano.
-Si,- Comencé, aunque ella ya sabía mi pregunta, -¿Podrías vigilar el futuro de Bella y de Allie por mi?
-De todas formas iba a hacerlo,- Dijo Alice, aun con una sonrisa juguetona en sus labios. Se detuvo y luego me miró, -Por supuesto. Las cuidaré.
-A Mike también.- Dije, mi voz sonó más gruesa al pronunciar su nombre.
Sus ojos se achicaron y asintió cortamente. Ninguno de nosotros quería hablar del marido de Bella. Seria un hombre muy desafortunado si en estos momentos se cruzaba en nuestro camino. Especialmente en el de Rosalie. Rosalie sentía un gran odio hacia él. Había pasado por la misma situación. Golpes, violación – Aunque Rosalie no tenia a nadie que la salvara.
Mi atención se volvió hacia el rostro de mi adorada Bella, que dormía placidamente entre mis brazos. A pesar de los moretones y las zonas pálidas de su rostro, se veía en paz. Feliz, contenida. Exactamente como me sentía ahora. Escuché a Alice chasquear la lengua y le miré confundido. Rápidamente leí sus pensamientos.
No es nada Edward. Hizo una pausa en sus pensamientos. Es solo que…estoy tan feliz de verte feliz. Estas sonriendo tanto que tengo la impresión de que tu rostro te debe doler. Hacia cuatro años que no te venia feliz o sonreír.
-Ella es mi felicidad,- Susurré, mientras me agachaba hacia sus cabellos. Inspiré su dulce aroma, cuanto había extrañado la gloriosa esencia de mi Bella. Había pasado tanto tiempo.
-Ya casi llegamos,- Alice habló suavemente. Alcé mi vista para ver que así era, no acercábamos rápidamente, bueno, tan rápido como se podía en el monovolumen de Bella. Pasé mis dedos suavemente por la mandíbula de Bella, y ella tembló ante mi roce. Sus ojos se abrieron, encontrándose con los míos. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios.
-Hemos llegado, Bella,- Le susurré mientras llegábamos al lugar. Eventualmente se deshizo de mi abrazo, estirándose en el proceso. Le vi mientras abría la puerta y salía con mi ayuda. Tomó mi mano con una extraña sonrisa.
-¿De enserio no quieres dejarme?- Su pregunta sonaba esperanzada.
-¿Se nota?- Le pregunté, pasando una brazo cuidadosamente al rededor de su cintura. Le lancé una sonrisa torcida, -Bella, pasé bastante tiempo sin abrazarte. Tengo que recuperar el tiempo perdido.
No me respondió a eso, pero su creciente sonrisa decía todo lo que necesitaba oír. La acerqué mas, teniendo cuidado en los golpes que Mike le había dado en los costados. Contuve un gruñido mientras nos acercábamos a la puerta de la guardería. Fue ahí cuando Bella se detuvo, girándose hacia mí con una triste expresión. -Ahora tienes que dejarme.
-¿Por que?- Le susurré mientras ella se alejaba de mis brazos. Pasé mis dedos por la línea de su mandíbula mientras su expresión cambiaba de tristeza a arrepentimiento.
-Me conocen aquí, Edward,- Comenzó y yo inmediatamente supe sus razones, -No del todo, obviamente. Mike pocas veces me deja entrar, pero saben de mí. Si me ven abrazada a ti, será para problemas. Son capaces de contárselo a Mike. No sabría que hacer...y Allie. Confundiría a Allie. Mike es todo lo que ella tiene.
-Por supuesto,- Susurré, deteniendo las palabras con un dulce beso. Mis manos pasaron por sus cabellos, sosteniendo su cuello gentilmente. Sus labios se entreabrieron sobre los míos antes de que me apartase. -Cuando te sientas cómoda házmelo saber.
-Gracias Edward,- Su voz parecía ida, somnolienta. Volví a lanzarle una sonrisa mientras caminábamos dentro de la guardería.
-¡Hola Bella!- Le saludó la recepcionista con un tono falso de alegría. -Hacia tiempo que no venia por acá.
-Hola señorita Dwyzer,- Le respondió Bella, con un tono genuino de alegría. Se acercó a la recepción, sonriéndole a la señorita Dwyzer, -Estoy aquí para recoger a Allie. ¿Es demasiado temprano?
-No, no- Le respondió la recepcionista con una falsa sonrisa, levantando el teléfono. Habló rápidamente, -Allie Newton a la oficina principal, por favor.- Dejó el teléfono donde antes y le sonrió a Bella, -El final del día es usualmente dedicado a jugar, por lo que no se perderá de nada importante.
-Gracias.- Se limitó a decir Bella antes de girarse hacia Alice, con una sonrisa ansiosa en su rostro, -¿Crees que les agradara?
-Bella,- Alice lanzó una risotada, -Se que ha pasado tiempo, pero ¿Has olvidado cuanto se? Le encantaremos. Confía en mí. Lo vi todo antes de que me invitaras.
Bella parecía aliviada, y otra brillante pero pequeña sonrisa surgió en sus labios. Escuché los pequeños pasitos de Allie antes de que apareciera por la puerta. Su esencia me recordaba mucho a la de Bella y a la que suponía pertenecía a Mike. Nunca me le acerqué tanto como para recordar su esencia, y tampoco tenia deseos de hacerlo. Empujó la puerta y se detuvo frente a Bella, que nos miraba a nosotros.
-Mami,- Susurró Allie, tirando suavemente del ruedo de la camisa de Bella. Bella miró a su hija por unos instantes antes de alzarla en sus brazos. La sonrisa que iluminó el rostro de Bella hizo que mi seco corazón latiera en mi pecho. Se veía tan feliz, tan completa con Allie.
Allie tenía el cabello castaño, largo y brillante como el de Bella. Sus facciones y su sonrisa eran de su madre, tan brillante y hermosa como el sol. Sin embargo, sus ojos no eran en nada parecidos a los de Bella. Eran de un color topacio, bien claros. Me recordaban al color que tomaban mis ojos cuando estaba bien alimentado. Me sorprendió bastante. Sus ojos se encontraron con mi mirada, y una expresión curiosa se formo en su rostro. -¿Quién es ese, mami?
-El es Edward Cullen, Allie-bebé,- Escuché a Alice sorprenderse ante el apodo que Bella utilizo con su hija, y le dio una mirada. Caminábamos hacia fuera, hacia la camioneta de Bella. Allie continuaba mirándome con intriga en sus ojos.
Allie se acercó al oído de Bella. Lo cual no tenia sentido, ya que podía oír todo lo que decía, aunque ella no lo sabia. -Es muy lindo.- Escuché a Bella reír junto conmigo.
-Hola, Allie,- Le saludé, ofreciéndole una sonrisa inofensiva. Traté con fuerza de parecer lo más normal. No quería asustarla.
-¡Hola, Allie!- Canturreó Alice, apareciendo rápidamente a un lado de Bella. Alzó su mano y despeino los cabellos de Allie. La miré perplejo. Demasiado movimiento como para asustar a la pequeña. Pero, tal como su madre, Allie no gritó ni salió corriendo. Miraba detenidamente a Alice, sorprendida al principio, pero luego una enorme sonrisa se formo en sus labios, antes de romper en carcajadas.
-Ves,- Dijo Alice orgullosamente, -Te dije que le gustaría.
-¿Puedo ir con ustedes?- Le rogó Alice a Bella poniendo una dulce voz.
Alice bailaba a nuestro alrededor mientras cargaba a Bella hacia su camioneta. Aunque Bella era perfectamente capaz de caminar, me lo había dejado en claro varias veces, me sentía incapaz de dejarla ir. Estaba demasiado feliz de tenerla nuevamente en mis brazos. Su piel se sentía tan calida contra la mía, su peso era confortante ¿Cómo había sido capaz de reunir la fuerza necesaria para renunciar a todo esto?
-Seguro, si quieres,- Dijo Bella con una sonrisa, incapaz de negarse a la petición de Alice. Me agaché para besar su frente, sonriéndole mientras sus enormes y cálidos ojos se movían para mirarme.
-OH, Bella ¡esto es fabuloso!- Festejó Alice mientras continuaba con su baile. Con la liviana atmósfera que Alice se había encargado de crear, fue difícil recordar que íbamos a conocer a la hija de Bella. A la hija de Mike. Mike, el hombre que por los últimos cuatro años había abusado de Bella. Mí feliz expresión se crispó.
-¿Que sucede, Edward?- Había olvidado que Bella me estaba observando.
-No es nada, Bella,- Le aseguré, dándole una sonrisa torcida. Le miré mientras ella me devolvía una calida y cariñosa mirada, aquella que tanto había extrañado. -No puedo creer cuanto ha cambiado...
En sus labios se dibujo una triste sonrisa. Sabía exactamente a que quería referirme. -Lo se. Nunca espere volver a verlos. Creía que iba a morir sola en ese infierno.
Temblé al recordar en la horrible situación en que había dejado a Bella. -Nunca me perdonare por haberte dejado,- Le prometí, -Ni aunque viva mil años. Ni aunque viva por toda la eternidad.
-No digas eso,- Me contestó con una suave sonrisa, al mismo tiempo que hundía su rostro en mi pecho. Sus labios hicieron temblar la tela de mi camisa cuando hablo nuevamente, -Yo te he perdonado. Estas perdonado, Edward.
-Pero no vuelvas a hacerlo,- Me advirtió Alice, lanzándome una mirada asesina.
-Aprendo rápido, Alice.
-Allie va a adorarles,- Dijo Bella llevándose una mano sobre su boca al mismo tiempo que bostezaba.
-¿No dormiste bien?- Le pregunté.
-No. Tuve pesadillas,- Sus ojos estaban cerrados, pero pude percibir el temblor en sus labios.
-Bueno, ahora estoy aquí,- Le recordé, apretándola contra mí pecho. Era tan cálida, tan perfecta, -Ya no habrá más pesadillas.
Bella suspiró felizmente en mis brazos, su dulce aliento fue la liberación de todo el dolor que había flagelado su cuerpo durante los cuatro años que la había dejado. Se veía verdaderamente feliz ahora – casi tanto como yo. Con sus ojos aun cerrados, su respiración comenzó a relajarse. Como extrañaba verla dormir.
-Allie va a adorarnos,- Respondió confiadamente Alice a lo que Bella había dicho antes. No tenia duda de ello, lo había 'visto'- estaba demasiado concentrado en Bella como para prestarle atención a cualquier otra cosa.
-Bueno, No enteraremos pronto,- Dije besando la frente de Bella una vez mas. Estaba dormida. -Bella, amor, ya llegamos.
Sus ojos se abrieron lentamente y se estiró entre mis brazos. Sonreí, acomodándola en el asiento de pasajeros de su camioneta, a mi lado. La rodeé con mis brazos y apoyó su cabeza sobre mi pecho, mientras volvía al sueño que había estado hacia segundos. Alice tomó el volante sabiendo de antemano a donde debía dirigirse.
-¿Bella tiene que buscar pronto a Allie?- Pregunté tan bajo como pude. Posiblemente tan suave que ni Bella se entero, aun con su proximidad.
-Bella tiene que recoger a Allie en aproximadamente 19 minutos,- Me sonrió, -Llegaremos con tiempo de sobra.
-Obviamente.
-Quieres preguntarme algo.- Saltó Alice. No era una pregunta.
Le sonreí. Siempre sabía todo de antemano.
-Si,- Comencé, aunque ella ya sabía mi pregunta, -¿Podrías vigilar el futuro de Bella y de Allie por mi?
-De todas formas iba a hacerlo,- Dijo Alice, aun con una sonrisa juguetona en sus labios. Se detuvo y luego me miró, -Por supuesto. Las cuidaré.
-A Mike también.- Dije, mi voz sonó más gruesa al pronunciar su nombre.
Sus ojos se achicaron y asintió cortamente. Ninguno de nosotros quería hablar del marido de Bella. Seria un hombre muy desafortunado si en estos momentos se cruzaba en nuestro camino. Especialmente en el de Rosalie. Rosalie sentía un gran odio hacia él. Había pasado por la misma situación. Golpes, violación – Aunque Rosalie no tenia a nadie que la salvara.
Mi atención se volvió hacia el rostro de mi adorada Bella, que dormía placidamente entre mis brazos. A pesar de los moretones y las zonas pálidas de su rostro, se veía en paz. Feliz, contenida. Exactamente como me sentía ahora. Escuché a Alice chasquear la lengua y le miré confundido. Rápidamente leí sus pensamientos.
No es nada Edward. Hizo una pausa en sus pensamientos. Es solo que…estoy tan feliz de verte feliz. Estas sonriendo tanto que tengo la impresión de que tu rostro te debe doler. Hacia cuatro años que no te venia feliz o sonreír.
-Ella es mi felicidad,- Susurré, mientras me agachaba hacia sus cabellos. Inspiré su dulce aroma, cuanto había extrañado la gloriosa esencia de mi Bella. Había pasado tanto tiempo.
-Ya casi llegamos,- Alice habló suavemente. Alcé mi vista para ver que así era, no acercábamos rápidamente, bueno, tan rápido como se podía en el monovolumen de Bella. Pasé mis dedos suavemente por la mandíbula de Bella, y ella tembló ante mi roce. Sus ojos se abrieron, encontrándose con los míos. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios.
-Hemos llegado, Bella,- Le susurré mientras llegábamos al lugar. Eventualmente se deshizo de mi abrazo, estirándose en el proceso. Le vi mientras abría la puerta y salía con mi ayuda. Tomó mi mano con una extraña sonrisa.
-¿De enserio no quieres dejarme?- Su pregunta sonaba esperanzada.
-¿Se nota?- Le pregunté, pasando una brazo cuidadosamente al rededor de su cintura. Le lancé una sonrisa torcida, -Bella, pasé bastante tiempo sin abrazarte. Tengo que recuperar el tiempo perdido.
No me respondió a eso, pero su creciente sonrisa decía todo lo que necesitaba oír. La acerqué mas, teniendo cuidado en los golpes que Mike le había dado en los costados. Contuve un gruñido mientras nos acercábamos a la puerta de la guardería. Fue ahí cuando Bella se detuvo, girándose hacia mí con una triste expresión. -Ahora tienes que dejarme.
-¿Por que?- Le susurré mientras ella se alejaba de mis brazos. Pasé mis dedos por la línea de su mandíbula mientras su expresión cambiaba de tristeza a arrepentimiento.
-Me conocen aquí, Edward,- Comenzó y yo inmediatamente supe sus razones, -No del todo, obviamente. Mike pocas veces me deja entrar, pero saben de mí. Si me ven abrazada a ti, será para problemas. Son capaces de contárselo a Mike. No sabría que hacer...y Allie. Confundiría a Allie. Mike es todo lo que ella tiene.
-Por supuesto,- Susurré, deteniendo las palabras con un dulce beso. Mis manos pasaron por sus cabellos, sosteniendo su cuello gentilmente. Sus labios se entreabrieron sobre los míos antes de que me apartase. -Cuando te sientas cómoda házmelo saber.
-Gracias Edward,- Su voz parecía ida, somnolienta. Volví a lanzarle una sonrisa mientras caminábamos dentro de la guardería.
-¡Hola Bella!- Le saludó la recepcionista con un tono falso de alegría. -Hacia tiempo que no venia por acá.
-Hola señorita Dwyzer,- Le respondió Bella, con un tono genuino de alegría. Se acercó a la recepción, sonriéndole a la señorita Dwyzer, -Estoy aquí para recoger a Allie. ¿Es demasiado temprano?
-No, no- Le respondió la recepcionista con una falsa sonrisa, levantando el teléfono. Habló rápidamente, -Allie Newton a la oficina principal, por favor.- Dejó el teléfono donde antes y le sonrió a Bella, -El final del día es usualmente dedicado a jugar, por lo que no se perderá de nada importante.
-Gracias.- Se limitó a decir Bella antes de girarse hacia Alice, con una sonrisa ansiosa en su rostro, -¿Crees que les agradara?
-Bella,- Alice lanzó una risotada, -Se que ha pasado tiempo, pero ¿Has olvidado cuanto se? Le encantaremos. Confía en mí. Lo vi todo antes de que me invitaras.
Bella parecía aliviada, y otra brillante pero pequeña sonrisa surgió en sus labios. Escuché los pequeños pasitos de Allie antes de que apareciera por la puerta. Su esencia me recordaba mucho a la de Bella y a la que suponía pertenecía a Mike. Nunca me le acerqué tanto como para recordar su esencia, y tampoco tenia deseos de hacerlo. Empujó la puerta y se detuvo frente a Bella, que nos miraba a nosotros.
-Mami,- Susurró Allie, tirando suavemente del ruedo de la camisa de Bella. Bella miró a su hija por unos instantes antes de alzarla en sus brazos. La sonrisa que iluminó el rostro de Bella hizo que mi seco corazón latiera en mi pecho. Se veía tan feliz, tan completa con Allie.
Allie tenía el cabello castaño, largo y brillante como el de Bella. Sus facciones y su sonrisa eran de su madre, tan brillante y hermosa como el sol. Sin embargo, sus ojos no eran en nada parecidos a los de Bella. Eran de un color topacio, bien claros. Me recordaban al color que tomaban mis ojos cuando estaba bien alimentado. Me sorprendió bastante. Sus ojos se encontraron con mi mirada, y una expresión curiosa se formo en su rostro. -¿Quién es ese, mami?
-El es Edward Cullen, Allie-bebé,- Escuché a Alice sorprenderse ante el apodo que Bella utilizo con su hija, y le dio una mirada. Caminábamos hacia fuera, hacia la camioneta de Bella. Allie continuaba mirándome con intriga en sus ojos.
Allie se acercó al oído de Bella. Lo cual no tenia sentido, ya que podía oír todo lo que decía, aunque ella no lo sabia. -Es muy lindo.- Escuché a Bella reír junto conmigo.
-Hola, Allie,- Le saludé, ofreciéndole una sonrisa inofensiva. Traté con fuerza de parecer lo más normal. No quería asustarla.
-¡Hola, Allie!- Canturreó Alice, apareciendo rápidamente a un lado de Bella. Alzó su mano y despeino los cabellos de Allie. La miré perplejo. Demasiado movimiento como para asustar a la pequeña. Pero, tal como su madre, Allie no gritó ni salió corriendo. Miraba detenidamente a Alice, sorprendida al principio, pero luego una enorme sonrisa se formo en sus labios, antes de romper en carcajadas.
-Ves,- Dijo Alice orgullosamente, -Te dije que le gustaría.
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