Edward POV
Llegamos a Seattle mucho antes de lo que esperaba. Obviamente, no me quejaba. Estaba ansioso por ver a Bella otra vez. Aun mas ansioso por sostenerla en mis brazos. Eso si ella me lo permitía. Volvería a verla otra vez, embriagado por su felicidad. Alice estaba agradecida por mi decisión.
Luego de aterrizar Alice, Jasper y yo tomamos un taxi hasta un negocio para rentar autos. El resto de nuestra familia estaba buscando su propia ruta a casa. No sabíamos cuanto tiempo permaneceríamos y un nuevo auto era una obligación. -Déjeme ver ese.- le señalé un brillante volvo plateado al empleado. Alice gimió.
-¡Edward! Búscate algo nuevo.
-Este es nuevo.- apunté caminando hacia el vehículo. Pasé mi mano a lo largo de el, por su suave superficie -El mío es dos años más viejo. Me gusta este modelo.
-Bien, entonces, nos lo llevamos.- gruñó Alice mientras acompañaba al empleado para completar los papeles de la transacción. Pagamos el auto y en cuestión de segundos estábamos manejando hacia la casa de Bella.
Manejé más rápido de lo normal, aun para mí, estaba ansioso por llegar a la casa de Bella. Alice miraba fuera de la ventana. Jasper estaba sentado a su lado, su mano entrelazada en la de ella. Mi mirada iba de la carretera a sus manos, mi corazón dolía. Extrañaba esa sensación.
-La verás pronto.- me respondió Jasper. Mis ojos volaron hacia los de él y me sonrió -Vamos Edward, tú eres el lector de mentes. Yo leo los sentimientos. Ahora mismo estas ansioso-
-Lo siento.- murmuré, presionando mas fuerte el acelerador, haciéndonos ir más aprisa. Jasper volvió a su serenidad con Alice. Faltaba poco para que volviera a estrechar a Bella entre mis brazos una vez más.
Llegamos a la casa de Charlie en menos de media hora.
-Edward.- me llamó Alice, mientras permanecía sentado en el auto, temblando -Llevaremos el auto a la casa. Es mejor que vallas solo. Tómate tu tiempo. Te veremos en la noche.
-Bien,- dije asintiendo cortamente. Tomé la manija de la puerta, pausándome unos instantes -Gracias, Alice.
Estuve bajo la lluvia unos instantes. Me colgué hacia su ventana, escuchando el motor del auto alejándose. Un segundo después estaba en su habitación, mi cabello apenas salpicado por la lluvia. Miré la habitación con los ojos bien abiertos.
No había estado aquí. No había estado en esta habitación en años.
Me tambaleé hacia la ventana, con mi espalda pegada contra el vidrio. Mi mano voló a mi boca y mis cejas se fruncieron preocupadamente. ¿Acaso Victoria había encontrado a Bella? ¿Bella estaba muerta? ¿Por qué no había vuelto a este lugar en años? ¿Habría vuelto luego que me fuera de Forks? ¿Dónde estaba?
Miles de preguntas seguían agolpándose en mi cabeza mientras bajaba por la ventana. Su esencia estaba por todo el pueblo, así que era imposible que estuviera muerta o se hubiera ido de aquí. El cálido y abrasador aroma calmó mis temores de años. Así que corrí. Corrí en busca de su aroma, siguiendo cualquier rastro que pudiera encontrar. Corrí tan rápido como pude, hasta que lo vi.
El monovolumen de Bella.
Corrí hacia el, mis manos recorrieron el volante. Aun caliente. Hacia minutos que había estado aquí. Seguí su esencia hasta dentro del boque, enfurecido conmigo por haberla abandonado. Nunca hubiera hecho algo tan peligroso si yo estuviera a su lado. Le había advertido de que los bosques eran lugares peligrosos. ¿Por qué se había internado tanto en el?
-¡Edward!- escuché el desesperado grito y mi corazón muerto se retorció dentro de mi pecho. Me dejé caer al suelo en respuesta, mis piernas repentinamente pesaban demasiado como para poder moverlas. Era Bella, gritando mi nombre. Sus gritos eran agónicos, entrecortados por el llanto. Casi poco coherentes para cualquier otra persona. Prácticamente podía sentir su dolor esparcido por todo el bosque, a pesar de que no tenía los poderes de Jasper.
-Edward, Edward ¡Edward!- sus gritos continuaban y mis piernas cobraron vida. Estaba en marcha nuevamente, en dirección a los gritos y su esencia. Me detuve apoyándome sobre un árbol, mis manos se tomaban de su corteza para darme estabilidad. Crujieron ante la presión de mis manos.
Bella estaba en el suelo, cubierta de lluvia y hojas. Su rostro parecía una máscara torturada, llena de cortes y golpes. A pesar de su estado, era tan hermosa como la recordaba. No había envejecido casi nada desde la última vez que la vi. Se retorcía de agonía, murmurando mi nombre una y otra vez. Una de mis manos llego hacia mi pecho, aferrándose del lugar donde alguna vez latió mi corazón. Aferrándose al lugar que ahora dolía.
¿Cómo podía ser esto? Se suponía que era feliz. Se suponía que había seguido adelante y olvidado de que yo existía. Se suponía que iba a casarse, tener hijos, envejecer…todas las cosas que yo no podía darle. No siguió adelante. Estaba deshaciéndose de dolor frente a mí, y era por mi culpa. Porque había sido lo suficientemente estúpido como para dejarla.
La miraba, mi boca intentaba formar su nombre, y mi cuerpo de alguna forma junto fuerzas para proyectar mi voz. -¿Bella?
Un par de ojos aterrorizados se fijaron en los míos.
Llegamos a Seattle mucho antes de lo que esperaba. Obviamente, no me quejaba. Estaba ansioso por ver a Bella otra vez. Aun mas ansioso por sostenerla en mis brazos. Eso si ella me lo permitía. Volvería a verla otra vez, embriagado por su felicidad. Alice estaba agradecida por mi decisión.
Luego de aterrizar Alice, Jasper y yo tomamos un taxi hasta un negocio para rentar autos. El resto de nuestra familia estaba buscando su propia ruta a casa. No sabíamos cuanto tiempo permaneceríamos y un nuevo auto era una obligación. -Déjeme ver ese.- le señalé un brillante volvo plateado al empleado. Alice gimió.
-¡Edward! Búscate algo nuevo.
-Este es nuevo.- apunté caminando hacia el vehículo. Pasé mi mano a lo largo de el, por su suave superficie -El mío es dos años más viejo. Me gusta este modelo.
-Bien, entonces, nos lo llevamos.- gruñó Alice mientras acompañaba al empleado para completar los papeles de la transacción. Pagamos el auto y en cuestión de segundos estábamos manejando hacia la casa de Bella.
Manejé más rápido de lo normal, aun para mí, estaba ansioso por llegar a la casa de Bella. Alice miraba fuera de la ventana. Jasper estaba sentado a su lado, su mano entrelazada en la de ella. Mi mirada iba de la carretera a sus manos, mi corazón dolía. Extrañaba esa sensación.
-La verás pronto.- me respondió Jasper. Mis ojos volaron hacia los de él y me sonrió -Vamos Edward, tú eres el lector de mentes. Yo leo los sentimientos. Ahora mismo estas ansioso-
-Lo siento.- murmuré, presionando mas fuerte el acelerador, haciéndonos ir más aprisa. Jasper volvió a su serenidad con Alice. Faltaba poco para que volviera a estrechar a Bella entre mis brazos una vez más.
Llegamos a la casa de Charlie en menos de media hora.
-Edward.- me llamó Alice, mientras permanecía sentado en el auto, temblando -Llevaremos el auto a la casa. Es mejor que vallas solo. Tómate tu tiempo. Te veremos en la noche.
-Bien,- dije asintiendo cortamente. Tomé la manija de la puerta, pausándome unos instantes -Gracias, Alice.
Estuve bajo la lluvia unos instantes. Me colgué hacia su ventana, escuchando el motor del auto alejándose. Un segundo después estaba en su habitación, mi cabello apenas salpicado por la lluvia. Miré la habitación con los ojos bien abiertos.
No había estado aquí. No había estado en esta habitación en años.
Me tambaleé hacia la ventana, con mi espalda pegada contra el vidrio. Mi mano voló a mi boca y mis cejas se fruncieron preocupadamente. ¿Acaso Victoria había encontrado a Bella? ¿Bella estaba muerta? ¿Por qué no había vuelto a este lugar en años? ¿Habría vuelto luego que me fuera de Forks? ¿Dónde estaba?
Miles de preguntas seguían agolpándose en mi cabeza mientras bajaba por la ventana. Su esencia estaba por todo el pueblo, así que era imposible que estuviera muerta o se hubiera ido de aquí. El cálido y abrasador aroma calmó mis temores de años. Así que corrí. Corrí en busca de su aroma, siguiendo cualquier rastro que pudiera encontrar. Corrí tan rápido como pude, hasta que lo vi.
El monovolumen de Bella.
Corrí hacia el, mis manos recorrieron el volante. Aun caliente. Hacia minutos que había estado aquí. Seguí su esencia hasta dentro del boque, enfurecido conmigo por haberla abandonado. Nunca hubiera hecho algo tan peligroso si yo estuviera a su lado. Le había advertido de que los bosques eran lugares peligrosos. ¿Por qué se había internado tanto en el?
-¡Edward!- escuché el desesperado grito y mi corazón muerto se retorció dentro de mi pecho. Me dejé caer al suelo en respuesta, mis piernas repentinamente pesaban demasiado como para poder moverlas. Era Bella, gritando mi nombre. Sus gritos eran agónicos, entrecortados por el llanto. Casi poco coherentes para cualquier otra persona. Prácticamente podía sentir su dolor esparcido por todo el bosque, a pesar de que no tenía los poderes de Jasper.
-Edward, Edward ¡Edward!- sus gritos continuaban y mis piernas cobraron vida. Estaba en marcha nuevamente, en dirección a los gritos y su esencia. Me detuve apoyándome sobre un árbol, mis manos se tomaban de su corteza para darme estabilidad. Crujieron ante la presión de mis manos.
Bella estaba en el suelo, cubierta de lluvia y hojas. Su rostro parecía una máscara torturada, llena de cortes y golpes. A pesar de su estado, era tan hermosa como la recordaba. No había envejecido casi nada desde la última vez que la vi. Se retorcía de agonía, murmurando mi nombre una y otra vez. Una de mis manos llego hacia mi pecho, aferrándose del lugar donde alguna vez latió mi corazón. Aferrándose al lugar que ahora dolía.
¿Cómo podía ser esto? Se suponía que era feliz. Se suponía que había seguido adelante y olvidado de que yo existía. Se suponía que iba a casarse, tener hijos, envejecer…todas las cosas que yo no podía darle. No siguió adelante. Estaba deshaciéndose de dolor frente a mí, y era por mi culpa. Porque había sido lo suficientemente estúpido como para dejarla.
La miraba, mi boca intentaba formar su nombre, y mi cuerpo de alguna forma junto fuerzas para proyectar mi voz. -¿Bella?
Un par de ojos aterrorizados se fijaron en los míos.
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